Un pandemónium

Un pandemónium
Por:
  • larazon

A Gil le gusta la palabra pandemónium porque evoca la capital imaginaria del reino infernal y significa un lugar en el que hay mucho ruido y confusión. Repantigado en el mullido sillón de su amplísimo estudio, Gamés encuentra en la vida política mexicana rasgos de un pandemónium. Gil leyó en sus periódicos de papel que Enrique Peña Nieto respondió de inmediato a los panistas que lo acusaron de frenar la reforma política: “Quienes atribuyen responsabilidad en el tema de lo que tiene que ocuparse el Congreso de la Unión y a quienes intentan excusar su falta de acción o la falta de encontrar acuerdos responsables, pues está claro que traen una brújula descompuesta porque no es con su servidor”.

Más claro, ni el agua, no es en la ventanilla del licenciado donde se debe pedir información sobre el frenón a la reforma política. Convendrán la lectora y el lector con Gilga en que el licenciado Peña Nieto habla medio raro: excusar una falta de acción, falta de encontrar acuerdos, traer una brújula descompuesta, en fin. Nada le hace, las candidaturas transforman a los hombres, incluso a veces los candidatos aprenden a hablar.

Mientras Gil intentaba extraer un concepto de las declaraciones de Peña Nieto, como quien busca sacar agua de una piedra, la dirigencia del partido deslindó al licenciado gobernador del Estado de México de frenar las reformas en la Cámara de Diputados. Humberto Moreira fue de una claridad deslumbrante: “Las reformas vienen llegando, son reformas que se van a estudiar y a enriquecer. Obviamente tiene que haber reformas y las vamos a sacar, pero llegaron dos días antes”. Buenas tardes: somos las reformas y venimos llegando; nos mandaron muy tarde los senadores, pero aquí estamos listas para ser enriquecidas y estudiadas. Nos vamos a echar un coyotito, aquí vamos a estar hasta que nos despierte el presidente Peña.

Como a Moreira le sobra tiempo para el trompón, les respondió a los panistas que se desgañitaron en la pasarela de la precandidatura del PAN y les dijo que a los siete ponentes nada más les faltó Blanca Nieves.

Gustavo Madero contestó a Moreira: “Humberto no se toma en serio ni a sí mismo. Es un cómico de la política. Esto lo pone en un nivel primario”. Gil hesita: con lo de primario, ¿Madero se refirió a la escuela primaria donde Moreira cursó sus primeros estudios? Ya entrados en gastos, y para subir el nivel del debate, Madero le pudo decir a Moreira que él era como el Goofie del PRI, pero no quiso ir al callejón de las bofetadas, allá donde Moreira se siente como en casa.

Échenme al otro. ¿A cuál, licenciado? A ese que se peina para atrás con mucho gel. “El caso más lamentable es el del secretario de Educación, Alonso Lujambio, ya que, a pesar de que en México hay 31.9 millones de mexicanos menores de 15 años con rezago educativo, abdica de su deber para favorecer sus intereses personales. Él está reprobado y debería presentar su renuncia y colocarse en un rincón, con orejas de burro y sin derecho a recreo”. Y Gamés añade: que cargue las mochilas de sus amiguitos Creel y Cordero, que deben pesar sus buenos kilitos.

En todo este asunto sólo ha faltado aquella escena famosa del policía que después de dar unos pasitos de baile se cuadra ante el superior y le dice: agente 777, sus órdenes, jefeee. Un pandemónium, ¿sí o no? Tamos fritos.

La frase de Morley salió detrás de las cortinas y espetó: “En política siempre debemos optar entre dos males”.

Gil s’en va

gil.games@3.80.3.65