Una hamaca le espera

Una hamaca le espera
Por:
  • rodolfoh-columnista

Por increíble que parezca, la única de los cinco candidatos que no se presentó al debate organizado por el Instituto Electoral de la Ciudad de México, entre los contendientes a la alcaldía de Álvaro Obregón, fue nada menos que la candidata de Morena, Layda Sansores.

Desde luego, ella sigue el ejemplo de su partido o más bien de su líder de despreciar el contraste de las ideas. Su mensaje es el de una absoluta falta de consideración hacia quienes pretende gobernar. Para ella, el que el electorado sepa lo que piensa y propone no es importante; total, con que quieran a su jefecito basta.

Pero, bueno, Sansores trae la escuela echeverrista de su padre, quien pasó de ser cacique magisterial a gobernador y después a presidente del PRI. Y ella, como parte de esa élite, acostumbrada a que le consintieran todos sus caprichos, renunció al tricolor cuando no obtuvo la postulación a la gubernatura de su estado. Se postuló por la izquierda, que recoge todo lo que le arrojan, y dos veces perdió la contienda.

Ahora se encamina a su tercera y última derrota frente a las urnas porque, además de que nadie la toma en serio, en Álvaro Obregón es una perfecta desconocida. Para ella quizás le resulte mejor que nadie la conozca por esos rumbos; posiblemente piense que puede llegar a ganar nadando de a muertito, con la inercia que traen AMLO y Sheinbaum.

Pero eso no va a ocurrir, no en esa demarcación, porque ahí manda otro cacique que se llama Leonel Luna y no la va a soltar. Todos los recursos de la delegación se volcarán a favor de Amilcar Ganado, ante la mirada complaciente de la “autoridad electoral”. Además, ahora que sumaron al PAN, la campechana puede ir pensando en unas largas vacaciones en Champotón.

La verdad es que Layda Sansores no ha aportado nunca nada positivo a la vida política de la nación. Se le recuerda por sus desfiguros y berrinches, pero nada más. Bueno, creo que con lo último que nos vamos a quedar será con el beso que le dio en la mano a López Obrador, un acto servil y vergonzoso que nunca pensé presenciar en estos tiempos que vivimos.

Por eso yo pienso que sería sano que alguien así tome una de las becas que ofrece su líder para los que no hacen nada. Que ocupe esos recursos para volver a su tierra a pasar el resto de su vida sin molestar a nadie. Quiero pensar que su padre la dejó bien cubierta económicamente, así que la beca no le haría falta; pero como ahora es de izquierda, a esos el brillo de la plata los enloquece.

Para Álvaro Obregón no habrá cambio alguno; sus calles seguirán llenas de baches, sus ríos y presas continuarán pestilentes y llenas de basura y todo se mantendrá tal como les ha funcionado por años y años. Pero dentro de este terrible estado de cosas, cualquiera es mejor que la hija de El Negro.