Una historia inesperada

Una historia inesperada
Por:
  • larazon

Mónica Garza

Hace unas semanas publiqué en este espacio un artículo titulado Aguas Blancas en el mapa, sobre 23 jóvenes que se graduaron de preparatoria, por primera vez en la historia de una escuela rural que se encuentra en una de las zonas de mayor marginación en el estado de Hidalgo.

Un par de días después de la publicación, recibí un correo electrónico de un hombre cuya identidad me reservo, respetando su petición de quedar como “anónimo”, pero en su

comunicación decía:

“Señorita, buenas noches: leí su artículo sobre la escuela de bachillerato de Aguas Blancas, Hidalgo. Me interesó la situación de esta institución. Deseo dar en donación el equipo siguiente...”

“Le pido su apoyo para que:

–Consulte con la dirección de esa escuela si los pueden aceptar.

–El envío del equipo a la escuela.

–Que sea en forma anónima.”

De inmediato remití el correo a Patricia Reséndiz, directora del Centro de Educación Media Superior a Distancia de Aguas Blancas, para que le diera seguimiento al ofrecimiento.

Así lo hizo, pero no recibió respuesta en los siguientes días. Descartó el hecho que la había llenado de ilusión y pensó lo que todos hubiéramos pensado en su lugar, “demasiado bello para ser verdad”.

Pasaron casi dos semanas y sorpresivamente este martes recibí en mi celular un mensaje de Patricia que decía:

“Estoy muy contenta. Nos llegó un librero, 25 butacas, 15 bancos, dos escritorios, una mesa de laboratorio y estantes de tienda”.

El héroe anónimo había reaparecido días antes a través de un correo, en el que solicitaba que prepararan una camioneta de 2.5 toneladas —así lo mencionó— que pudiera salir de una bodega de la Ciudad de México donde ya se encontraba almacenado el mobiliario, listo para ser trasladado a Aguas Blancas.

La directora del plantel educativo y un representante del Sistema de bachilleres del estado de Hidalgo, después de conseguir el transporte con las características solicitadas, viajaron a la Ciudad de México —todavía incrédulos— a encontrarse con el misterioso benefactor.

Me cuenta Patricia que se trata de un hombre de cerca de 70 años, que los recibió en la bodega con una sonrisa imborrable y les ayudó personalmente a cargar la camioneta con los muebles que se encontraban en un segundo piso, al que el hombre subía y bajaba con una energía veinteañera.

Entre el relevo de manos fue narrando su historia, que empezó en un barrio bajo de la ciudad de México donde comenzó a trabajar a los 10 años vendiendo periódicos en la calle.

Muy temprano aprendió de números, pero siempre supo que quería hacer con ellos mucho más que contar pesos. El quería ser ingeniero.

El destino le dio la oportunidad y pudo matricularse en el Instituto Politécnico Nacional donde se graduó de ingeniero industrial y cuyas calificaciones le valieron su primera beca para irse a estudiar a Alemania a los 24 años.

Allá descubrió que su verdadera vocación estaba en la docencia y desde entonces su vida ha girado en torno a la academia. Es conferencista en su materia, pero su pasión es dar clases de matemáticas.

El Ingeniero tenía el proyecto de establecer una escuela de especialidad, razón por la cual había comprado originalmente todo el mobiliario. Pero la “tramitología” burocrática y obstaculizante de las instituciones del gobierno que debían avalar dicho proyecto académico lo hicieron desistir.

Fue entonces que apareció para él Aguas Blancas en el mapa, y su donación rebasó con mucho lo que ningún gobierno en Hidalgo había hecho hasta hoy por la educación en esa

comunidad.

A partir de la próxima semana, los alumnos que caminan hasta dos horas desde sus comunidades para llegar a la escuela, con patio de tierra suelta, tendrán un laboratorio de Ciencias Experimentales con mesas y bancas adecuadas para realizar sus prácticas de química y biología.

Los maestros tendrán escritorios nuevos, ya no utilizarán gises, ahora trabajarán en pizarrones modernos. Las nuevas butacas equiparán el salón para los alumnos de nuevo ingreso y el librero será la biblioteca.

En Aguas Blancas ocurrió “un milagro”, pero también es una realidad que existen mexicanos como El Ingeniero, con esa capacidad de emocionarse y generar condiciones para intentar hacer, del nuestro, un mejor país.

Gracias infinitas.

monica.garza@razon.mx

Twitter: @monicagarzag