Vaivenes magisteriales

Vaivenes magisteriales
Por:
  • larazon

Raymundo

 PRIMER TIEMPO: Una postura testimonial se convirtió en desorden descomunal. Las tensiones dentro del PAN produjeron un nuevo caos generado por la CNTE en las calles de la ciudad de México y, desapercibido para la mayoría, el preámbulo de lo que pudo ser el derrocamiento de todos los líderes del magisterio disidente, que con la ayuda inopinada de los senadores azules, iban a ser arrollados por los radicales. El acuerdo logrado el domingo pasado entre la Secretaría de Gobernación, el Pacto por México y la CNTE, que allanó el voto para la Ley del Servicio Profesional Docente y la desmovilización de los maestros, entró en crisis desde el lunes por la noche, cuando trascendió que la mayoría de los panistas en el Senado presentarían enmiendas a la Ley. El encargado de presentarlas fue el presidente de la Comisión de Educación, Juan Carlos Romero Hicks, donde los panistas se reservaban tres artículos. Ese no era el acuerdo alcanzado la madrugada del domingo, por lo que los radicales voltearon a los maestros contra sus líderes y desplegaron marchas y movilización en la capital. El voto en el Senado fue mayoritario por la Ley, pero ya no impidió la tensión callejera y la elevación de costos para el gobierno federal: más dinero para los maestros, inmunidad ante cualquier cargo de orden penal. Romero Hicks, que representaba también la postura del senador Ernesto Cordero y más de 20 legisladores azules, iba a ser sólo testimonial para mostrar su oposición a una Ley que consideraban “falta de dientes” para forzar a los maestros a la evaluación y colocaba a gobernadores en indefensión antes sus protestas y, como dicen, chantajes. El PAN había aprobado la Ley en la Cámara de Diputados, que es controlada por leales al líder nacional Gustavo Madero, cuyo alfil en el Senado, Jorge Luis Preciado, no pudo entregar los votos antes de que se incendiara el centro de la ciudad de México. Al final, con todo el escenario descompuesto y el desprecio hacia Preciado porque “casi vota con el PRI”, el PAN dirimió sus pugnas internas y arrodillaron a Preciado, que a cambio de que ya no le dieran más dolores de cabeza, le hizo un homenaje público a Luisa María Calderón, la hermana del ex Presidente que también tiene sobre su pescuezo.

 SEGUNDO TIEMPO: ¡Urge encontrar un chivo expiatorio! Quienes lo observaron durante el mensaje político del presidente Enrique Peña Nieto para enmarcar su primer informe de gobierno, notaron al secretario de Educación, Emilio Chuayffet, sumamente serio, con la vista fija siempre al frente, sin moverse salvo cuando el momento reclamaba su aplauso. Con tantos maestros en las calles de la ciudad de México y tensiones políticas, la interpretación fast track fue que sería removido de su cargo por no haber manejado adecuadamente los tiempos de la Ley del Servicio Profesional Docente. La mesa para que se afinaran los detalles de los votos en las cámaras se hicieron efectivamente en su oficina, pero hubo otras fuerzas que incidieron en la negociación. Una, la de Aurelio Nuño, jefe de la Oficina del Presidente, quien ha guardado un bajísimo perfil en las tres últimas semanas y co-responsable del mal manejo político. Otra, la de Miguel Alonso Raya, el representante del líder del PRD, Jesús Zambrano, a quien le reportó, totalmente incorrecto, que todo estaba bien. Es retórico decir que las cosas con la CNTE se encontraban en un nivel mucho peor de lo que se imaginaban, pero cuando la ira se expresaba en el Centro Histórico, tampoco entraron al rescate en Gobernación hasta 72 horas después, y cuando el PAN, con Marco Adame como representante en el Pacto por México, chantajeaba: si hay modificación a la Ley, no habrá respaldo a la Reforma Energética. ¿A quién entonces culpar por exacerbar lo que no se debía haber desbordado? Fácil: ¿en dónde está hoy en día el hilo más delgado? Ahí estará el chico expiatorio.

 TERCER TIEMPO: El derecho de réplica… y una breve contrarréplica. El último segmento de la Ayuda de Memoria del sábado pasado, “Nudos oaxaqueños”, tuvo 246 palabras y mil 501 caracteres. Suficientes para que Flavio Sosa, diputado local de Oaxaca y viejo líder social en aquel estado, se inconformara y enviara una carta que consta de 817 palabras y cuatro mil 820 caracteres. Como ya la difundió en su cuenta de Twitter, se resume en que niega que desayunó con diputados del PRD, sino sólo con una legisladora que tiene su propia posición ante el conflicto magisterial, por lo que no la asesoró. Niega que le haya dado ningún gobierno oaxaqueño un “agradecimiento” de cuatro millones de pesos “para que ya no alborotara”. Niega que encabezó una revuelta popular en Oaxaca en 2006, sino que fue la represión gubernamental al movimiento social lo que “destruyó” la economía de Oaxaca. Niega ser dueño de transportes públicos en Oaxaca o haber sido líder de taxistas. También niega que no haya sido visible en el Distrito Federal desde que fue detenido en la capital, sino que viaja regularmente profesional y personalmente. Niega que haya sido un “vividor del presupuesto de Oaxaca por largo tiempo” y asegura que ha “vivido de dinero público” como diputado federal y local desde hace 20 años. Niega que esté “estrechamente relacionado” con el movimiento magisterial. Fin de la carta. Ahora, el diputado Sosa tiene razón en señalar que no fue detenido en 2005, sino en 2006 (error de edición de este autor), y por lo demás, quien esto escribe sostiene los puntos factuales (hay varios que corresponden a la opinión y descripción), información obtenida de más de dos fuentes, por un lado, y como testigo en primera fila de diálogos que sostuvieron varios de sus interlocutores durante el conflicto de aquel año.

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