Violencia en Jalisco, la consecuencia

Violencia en Jalisco, la consecuencia
Por:
  • larazon

Carlos Urdiales

Por apostar al subsidio federal, por no enfrentar en su ámbito de competencia al crimen organizado ante el temor del desgaste político de una figura que pretende emular al Presidente Peña Nieto, Aristóteles Sandoval ya no tiene salida, el fin de semana largo, fue doblemente largo y violento para él, para los jaliscienses todos y alcanzó a estados vecinos como Michoacán y Guanajuato.

Ayer, el fiscal general de Jalisco, Luis Carlos Nájera, declaró, en diversas entrevistas, que terroristas intentan amedrentar a la sociedad, que pretenden sembrar el miedo en la población para hacer que el gobierno modifique su toma de decisiones; que para Jalisco esta lucha no es nueva, que cada vez que la autoridad despliega un operativo para la captura de un líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, este grupo criminal ejecuta acciones para vulnerar la tranquilidad del estado. Y este fin de semana lo logró.

Código Rojo, activo o no, cambia poco la percepción que hoy mismo se tiene sobre la certeza vital que ofrece esa entidad para la vida económica y de todos los aspectos. Jalisco irrumpe en la agenda nacional y en el proceso electoral, como un desafío más de grupos criminales bien identificados, a los tres niveles de gobierno, unidos o coordinados según establezca la nomenclatura logística.

Monte Alejandro Rubido, comisionado nacional de Seguridad, reitera que el operativo continuará ya que tiene como propósito detener a Nemesio Oseguera, El Mencho, y desarticular su organización criminal. “Vendrá un proceso largo y violento, el Cártel Jalisco Nueva Generación se caracteriza por su agresividad y su capacidad operativa”, apuntó Julián Andrade ayer en estas páginas. La decisión federal se mantiene a pesar de los costos y los desafíos que a nivel local han rehuido.

Por lo pronto, autoridades de gobierno en Michoacán y Nayarit ordenaron retenes y puestos de vigilancia a fin de blindar su territorio y dificultar el tránsito de delincuentes hacia sus entidades, el efecto cucaracha. La especie de que familias de empresarios jaliscienses están saliendo del estado es cada vez más fuerte. Transportistas organizados anuncian que formarán caravanas durante sus recorridos por carreteras de Jalisco para inhibir robos, bloqueos y quemas de unidades.

Desde 2011 hay registro que documenta un sistema, un modo de operar. A cada golpe de la autoridad federal, vienen bloqueos, atentados y violencia como respuesta. Así ocurrió cuando se detuvo al sobrino de Nacho Coronel, Martín Beltrán; cuando capturaron al 53, Martín Arzola; al 85, Erick Valencia; a Rubén Oseguera González, El Menchito, en 2014.

Los registros de violencia pública en Jalisco no son nuevos, no hay sorpresa; hay, en todo caso, consecuencias. Lo vivido el fin de semana pasado debe ser una llamada de atención respecto a lo que, desde Jalisco, se ha dejado de hacer. La Federación no puede hacer todo.

urdiales@prodigy.net.mx

Twitter: @CarlosUrdiales