Volvamos a hablar del ingreso básico

Volvamos a hablar del ingreso básico
Por:
  • juan_ramon_moreno

Durante las pasadas campañas electorales, se puso sobre la mesa en México una idea que es cada vez más discutida en el mundo: el ingreso básico. Consiste en dar a un sector de la población –o a la población entera, en sus versiones más progresistas– una cantidad de dinero periódica, suficiente para cubrir sus necesidades básicas. La idea fue mal planteada, mal explicada y mal manejada en las pasadas campañas; pero debe retomarse y discutirse con seriedad como una posibilidad para atender al 43.6 por ciento de la población mexicana que el Coneval reporta en una situación de pobreza.

Milton Friedman, uno de los economistas que más arduamente defendió la economía de libre mercado (con poca intervención gubernamental), propuso en los años setenta dar a las personas en situación de pobreza un ingreso básico, que definió como un “impuesto negativo al ingreso”. El argumento es que una persona en situación de pobreza es quien mejor conoce sus propias necesidades, por lo que resulta más eficiente dar dinero directamente a estas personas para que resuelvan sus situaciones más urgentes, en vez de tener a un ejército de burócratas decidiendo cuáles son las carencias de los pobres que el gobierno debería satisfacer.

La versión de Friedman del ingreso básico reduce la burocracia y permite que los pobres decidan libremente sobre los recursos con los que cuentan. Además, es temporal, porque busca que las personas, efectivamente, salgan de la pobreza. Cuando un individuo alcanza cierto nivel de bienestar, deja de recibir ese “ingreso garantizado”, ya sea de manera inmediata o paulatina.

En un ánimo futurista, Elon Musk, uno de los empresarios más polémicos de nuestra época, ha argumentado que las máquinas acabarán por sustituir a los humanos en casi cualquier empleo, por lo que los gobiernos deberían implementar en el futuro cercano un ingreso básico universal para combatir las consecuencias del desempleo.

Actualmente se lleva a cabo un programa piloto de ingreso básico en Ontario, Canadá, y está por implementarse otro en Stockton, California. Además, en la Universidad de Massachusetts se trabaja en un proyecto tecnológico para que individuos con ingreso alto puedan donar un ingreso básico (en criptomonedas) a personas en pobreza; es un programa novedoso porque abre la puerta a un esquema de ingreso básico con participación casi nula del gobierno.

Implementar el ingreso básico en México requeriría mejorar la recaudación de impuestos, tener un padrón social unificado y garantizar la transparencia en el uso de los recursos. Además, debería venir acompañado de una reducción de programas sociales y de burocracia. Es un paso arriesgado, pero podría mejorar significativamente el sistema de atención social. Claro que no debería implementarse sin discusión y análisis profundo, pero sí debería comenzarse a discutir ya.