Volver a Dublín

Volver a Dublín
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  • carlos_olivares_baro

Las ciudades se conectan: Barcelona, Nueva York, Londres, Dublín… Un sueño labró el proyecto de la novela Dublinesca, de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948). “Soñé que me encontraba en Dublín, ciudad en la que no había estado nunca, y que había vuelto a beber y que estaba en el suelo, en la puerta de un pub, llorando de una forma muy emocionante. Lloraba abrazado a mi mujer, lamentando haber regresado al alcohol. [...] A los pocos meses viajé a Dublín y no di con el lugar exacto del sueño. Pero lo recordaba con una precisión asombrosa”, confiesa Vila-Matas.

Claroscuros. Mascaras. Parodia. Intertextualidades. Citas. Philip Larkin: “El coche fúnebre que está delante, / Pero después  sigue / Un grupo de putas / Todas con sombreros de flores.” La soledad y el viaje. Riba, su biografía: catálogo de su editorial. Nada marcha bien para él desde que corteja a la soledad. Vila-Matas ha construido un personaje de talante homérico: suerte de Odiseo; pero, también un simulacro de Bloom. Sesentón y exalcohólico, ha perdido su único asidero con el mundo: la editorial. Retrato de fin de un período: añoranza y desilusión por el advenimiento de otro que se impone, la era digital. Joyce, arquetipo de la época de la imprenta. Ir al Bloomday y recorrer con sus amigos las entrañas mismas del mundo joyceano es el mejor homenaje a un ciclo que se borra. Funeral y despidida. ¿Fin y resignación?

El autor de Doctor Pasavento flirtea con el ensayo, reflexiona y narra con trazas de una quietud desbordada de referencias que van de Boccaccio a Calvino, de Borges  a Auster, de  Barnes a Monterroso, de Yeats a Woody Allen, de Perec a Magris… “Quise construir una novela donde una quietud desaforada fuera la motivación del ritmo narrativo”. Primer capítulo: equilibrio; segundo: quietud en movimiento; tercero: quietud enloquecida.  Maquinaciones que estructuran y enlazan los sentidos temáticos de un texto cosido con encadenamientos especulativos. Suerte de ensambladura donde Antonioni, Resnais, Godard, Visconti (El Gatopardo), Tarkovski (Nostalgia) se asoman para acentuar y avecinar líneas discursivas, a veces, divergentes. Narrador de eclecticismo en reverberaciones culteranas que ovillan un cosmos muy singular.

[caption id="attachment_802784" align="alignleft" width="176"] DublinescaArtista:Enrique Vila-MatasGénero: NovelaEditorial:Seix Barral[/caption]

Relator de estirpe flaubertiana: “Me acerco a un hombre gris al que no le ocurre nada, e intento elevar a la condición de arte la grisura de la vida cotidiana. Es decir, relato la epopeya de la vida cotidiana de Riba con todas sus miserias, esplendores y limitaciones. Reto que se convierte en método, en coordenadas de mi escritura. Flaubert lo hace con la provinciana Bovary”. / Contada bajo la lupa de la tercera persona en bosquejo de un habla indirecta que va indicando las tribulaciones exteriores e interiores de Riba. Varias pupilas se entrecruzan, tropiezan, dialogan en idiolecto abrasador. Tensión de lenitiva llovizna textual, atractiva morosidad narrativa. Riba se convierte en fragmento, páginas de un libro editado por él. El viaje a Dublín, paseo por la literatura y un apremio de suculentas suposiciones. El autor de Suicidios ejemplares nos regala un texto abierto y diverso: ficción de apuesta perturbadora. Terminamos el último folio y las reminiscencias pulsan la broza del asombro.