Publica La invención de todas las cosas

Jorge Volpi: Somos ficciones creadas por nosotros mismos

Ensayo que abarca desde el big bang hasta nuestros días, a partir de la astrología, la ciencia, la filosofía o los videojuegos; “vivimos en una época en que lo real se demuele”, dice el autor

Jorge Volpi, en una foto proporcionada por la editorial.
Jorge Volpi, en una foto proporcionada por la editorial. Foto: Cortesía Alfaguara

El ensayista, dramaturgo y narrador Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) —Premio Alfaguara de Novela 2018 por Una novela criminal— publica La invención de todas las cosas. Una historia de la ficción (Alfaguara, 2024), colosal ensayo narrativo que se imbuye en el protagonismo de la fabulación en la historia de la humanidad: ocho capítulos que hacen un recorrido desde el big bang a nuestros días (aparición de la vida, prehistoria, la razón, mundo antiguo, los mitos, Edad Media, Renacimiento, Cervantes, Shakespeare, época romántica, modernidad, Marx, Rimbaud, Dostoievski, el poderío audiovisual, las vanguardias artísticas, fascismo, comunismo, posmodernidades, redes sociales...) y una especulación sobre el final del universo.

Ambicioso proyecto literario que según Irene Vallejo es “Un viaje a los orígenes de la asombrosa habilidad humana para urdir historias y, sobre todo, la sed inagotable de escucharlas. Con las herramientas de la curiosidad científica, el ímpetu filosófico y la inteligencia literaria, revela quiénes somos indagando en el espejo enigmático de nuestras ficciones: en sus páginas brillan los momentos estelares de la historia de la imaginación”.

Sumario de múltiples índices en que la astrología, la ciencia, la filosofía, la religión, el arte, la literatura, la música, videojuegos, el teatro, la política, el amor y hasta el deseo se entretejen para conminarnos a un viaje por franjas entrañables de nuestros ensueños más recónditos. Cordial despliegue de erudición desde una prosa de seductora musicalidad: Volpi nos convoca alrededor de la hoguera para contarnos cómo se inventaron todas las cosas.

“Uno de los libros más significativos e importantes en mi trayectoria literaria, asumo que es un proyecto ambicioso: la escritura la he tomado desde mis inicios como un acto de entrega total. Me he atrevido a configurar una extensa meditación desde una mirada totalizadora con la intención de contar todas las cosas que han sucedido en torno a la ficción. Pongo a disposición una ‘obra de no ficción sobre la ficción’, es decir, sobre la imaginación como catalizadora de todo lo que sabemos”, expresó en entrevista con La Razón, Jorge Volpi, Premio Iberoamericano de Letras José Donoso de Chile 2008.

¿Volumen que tiene origen en Leer la mente que usted publica en 2011? Sí, en aquel libro indagaba en la relación entre el cerebro y el arte de la ficción. Afirmaba que la ficción nos define como seres humanos y que la literatura rige nuestras pasiones. Ahora, en este libro, esas ideas se amplían y se complementan en una propuesta más vasta.

¿Crónica-ensayo histórico sobre la ficción? Propongo una exploración de los entornos de la ficción a través de episodios particulares de diferentes sociedades en el devenir de la historia; lo que también puede verse como una historia de la humanidad a través de las ficciones que han aparecido gracias a la imaginación humana.

¿Recorrido bajo la guía de dos singulares personajes? Dos interlocutores que debaten desde la complicidad: Felice, la novia lejana de Kafka, y el bicho (referencia al protagonista de La metamorfosis). Es curioso que sea el bicho, desde sus circunstancias ficticias, quien nos guía por este afanoso recorrido por la historia de la humanidad en los intersticios de la ficción.

Un ‘falso prólogo’ y un ‘falso epílogo’: ¿juguetona distribución narrativa? Estructura lúdica. Presentación de las secciones que van exponiendo los lazos de la ficción con el acontecer de la humanidad, discusiones entre Felice y el bicho, recuadros informativos complementarios (fotos, dibujos, grabados...) y reflexiones personales en el contexto de lo que se va analizando. El falso prefacio recrea el inicio de La metamorfosis; el epílogo reseña como el protagonista del relato de Kafka se ha transformado en un ‘monstruoso ser humano’.

¿Exploración en la dicotomía: ‘ficción-verdad/ realidad-mentira’? ¿Qué es lo real y qué es lo ficticio? Desconfío de esos documentales, libros y películas que advierten que están ‘basados en hechos reales’. Simulación, esos programas de reality de la televisión no son más que un montaje de ficción. Las redes sociales han forjado un gran desconcierto entre los conceptos de ‘verdad’ y ‘mentira’: vivimos en una época en que lo real constantemente se demuele.

¿A Felice le interesa la ‘verdad’ por encima de la ‘ficción’? En el último diálogo Felice instruye al bicho sobre la verdad, le dice que a ella lo que más le importa es la verdad, no la ficción. “Frente a tantas y tantas ficciones que sólo benefician a los más despreciables bichos de este mundo, yo sigo creyendo que vale la pena luchar a brazo partido, sin descanso y con denuedo, por la verdad”, expresa Felice.

¿Cómo fue el procedimiento para escribir este volumen? Arduo, no fue sencillo. Fueron cuatro años de intensa faena; prácticamente, lo dejé todo: lecturas y otros planes. Me dediqué exclusivamente a investigar y a reflexionar sobre las diversas temáticas que se despliegan en el libro.

¿’Mundo’ y ‘ficción’ en una correlación indestructible? En realidad, qué es el mundo: no lo sabemos, nuestra única forma de residir en él y asirlo es mediante las ficciones derivadas de nuestra imaginación. Somos ficciones creadas por nosotros mismos.

¿Usted escogió la portada? No, pero estuve de acuerdo. El cuadro La creación de las aves, de Remedios Varo, es un admirable prototipo visual de cómo se generan las ficciones.

La invención de todas las cosas
La invención de todas las cosas

Ficha

  • La invención de todas las cosas
  • Autor: Jorge Volpi
  • Género: Ensayo
  • Editorial: Alfaguara, 2024

FRAGMENTO

LA INVENCIÓN DE TODAS LAS COSAS

Por Jorge Volpi

FALSO PRÓLOGO

Al despertar una mañana, luego de un sueño intranquilo, me descubro transformado en un monstruoso bicho. Me espanta la armadura anillada de mi abdomen y mis tres pares de patas que se retuercen en zigzag. Las imágenes están allí, vívidas y palpables, tan reales como eso que suelo llamar, tal vez a la ligera, realidad. El horror que experimento ¿es producto de un recuerdo, de una alucinación, de una fantasía? ¿De un sueño? Si por un instante no me di cuenta de que lo era, ¿quién me asegura que no sigo en su interior? Me precipito al cuarto de baño: mi rostro en el espejo es el mismo de cada mañana, solo mis ojeras lucen más pronunciadas. No parezco un bicho: aquellas imágenes artrópodas eran falsas, los rescoldos de una pesadilla. Y entonces sí despierto.

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Nada angustia como un sueño dentro de un sueño, uno de los dispositivos predilectos del horror. Si despertamos en uno, ¿no nos precipitaremos en otro y otro, ad infinitum? Borges se valió de la estratagema en numerosas ocasiones: «Ha soñado el Ganges y el Támesis, que son los nombres del agua», escribió en 1985 en un poema incluido en Los conjurados. «Ha soñado mapas que Ulises no habría comprendido. Ha soñado a Alejandro de Macedonia. Ha soñado el muro del Paraíso, que detuvo a Alejandro. Ha soñado el mar y la lágrima. Ha soñado el cristal. Ha soñado que Alguien lo sueña». Analizo la escena: mis manos transformadas en patas de insecto. ¿Qué son estas imágenes? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Son ficciones? Y, si así fuera, ¿de qué están hechas? Parafraseando a Shakespeare, de la misma materia de los sueños.

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La palabra ficción viene del verbo latino fingere, que no significa fingir ni engañar, sino tallar o modelar, el término usado por los artesanos para confeccionar una vasija y por los escultores para dar vida a una Venus. La etimología no podría resultar más apropiada: la realidad es esa argamasa a la que damos forma y volumen con la imaginación.

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Si comparo el sueño con mi reflejo, no tengo dudas: el primero es engañoso y el segundo, verdadero. Pero ¿de dónde proviene esta certeza? ¿Aprecio alguna diferencia sustancial entre las dos imágenes? Ninguna, excepto mi propia convicción: si mi rostro en el espejo me parece real es porque sé que es real. Ninguna imagen es verdadera por sí misma, su veracidad queda determinada por una especie de lema que me lo advierte. Pero ¿quién le coloca esa etiqueta similar a las que nos previenen sobre el exceso de grasas saturadas?[...]