Los poetas Elisa Díaz Castelo, Francisco Magaña, Araceli Mancilla Zayas, Ernesto Lumbreras, Kenia Cano, Myriam Moscona, Hernán Bravo Varela, Xitlalitl Rodríguez Mendoza y José Javier Villarreal hicieron un recorrido por la Casa Luis Barragán —“una de las obras más influyentes y representativas de la arquitectura contemporánea en el mundo, reconocida por la UNESCO”— y nació el poemario Nueve poetas visitan la casa Luis Barragán (Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, 2025), el cual fue coordinado por el poeta Jorge Esquinca.
La UNESCO suscribe que esta edificación “es una obra maestra dentro del desarrollo del movimiento moderno, que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos”. Los poetas convocados han configurado Un portal del tiempo dibujado con lápices de agua a través de textos en que “la respiración de una casa es el sonido de las voces en su interior”.
“Compilación del aliento de voces que, generosas y entusiastas, acudieron al llamado de la casa construida por el arquitecto Luis Barragán como diáfana morada para sus trabajos y sus días. Nueve poetas mexicanos de distintas generaciones recorrieron habitaciones y pasillos asombrados ante el sortilegio de los ventanales, se dejaron habitar por los matices de la luz de cada muro, conocieron la quieta algarabía del jardín y ascendieron paso a paso a la azotea abierta a las cambiantes nubes y al tránsito de las constelaciones, y entonces escribieron los versos que alberga este breve e intenso poemario”, expresó en entrevista con La Razón Jorge Esquinca.

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- El Dato: La UNESCO la distinguió por ser una obra en la que “convergen las corrientes estéticas y elementos artísticos modernos”.
¿Cuáles fueron los parámetros para la escritura de los textos? No hubo ninguna indicación. Cada poeta expresó con total libertad lo que experimentó en esta visita.
¿Qué aspecto destacaría? Me llama la atención cómo Elisa Díaz Castelo reconoce la sombra familiar que la precedió en el tiempo; o Francisco Magaña vislumbra la casa desde la configuración de un sueño tropical. Araceli Mancillas Zayas descubre íntimas señales en las luces de la casa.

¿Tiempo dibujado por Barragán con “lápices de agua”? Un portal del tiempo dibujado con lápices de agua es un regalo que nos hizo Ernesto Lumbreras en su poema, fijando nuevos rumbos acompañado por el vuelo de una golondrina “en el barrio de Tacubaya, allí donde tuerce el río”.
¿Poemas donde el centelleo de los colores dialoga con la luz y con el tiempo? Así es: Myriam Moscona nos hace ver cómo se anudan, en concentrada sencillez, los tiempos de la casa y el jardín. Kenia Cano, transportada por el fulgor del color amarillo y el trote de un caballo, descubre el enigma de una luz más poderosa.
¿Música enlazada con la vida, la soledad y la paz interior? Sí, la casa produce esas sensaciones. Hernán Bravo Varela advierte la presencia de una melodía en la casa convertida en su refugio en “un silencio que baja / y sube / cuando llega el equinoccio / cuando la lluvia / desaloja el aire / gota a gota”. Xitlalitl Rodríguez Mendoza vislumbra al habitante en una indispensable soledad. José Javier Villarreal ve la dimensión de un largo peregrinaje íntimo.
¿Comunión de arquitectura y palabra poética? Nueve voces a través de las cuales se teje el espacio donde la palabra poética y la arquitectura se identifican con la fidelidad de una parábola que nos acerca a las cosas.