A través de diarios, desnudan el alma de Salvador Elizondo

A través de diarios, desnudan el alma de Salvador Elizondo
Por:
  • adriana_gochez

Un Salvador Elizondo aspirante a torero, durante su niñez; admirador de Dostoievski, en su adolescencia; aspirante a pintor; y el escritor maduro; es parte de lo que puede encontrarse en los diarios —30 mil páginas— que comenzó a escribir desde los 11 años hasta tres días antes de su muerte, el 29 de marzo de 2006, y que ahora se publican en un libro que retoma sus escritos desde 1945 a 1985.

Se trata de Salvador Elizondo. Diarios 1945-1985 (FCE), en el que a través de las anotaciones que hizo el autor de Farabeuf puede conocerse su pasión por la astronomía durante su niñez, así como los poemas experimentales que dedicaba a las mujeres de las que se enamoraba en su adolescencia.

Asimismo, su admiración por escritores y reflexiones de sus lecturas, como lo que anotó el 10 de febrero de 1949: “¡Qué grande es Dostoievski! Lo considero el más grande genio de la literatura que ha tenido la humanidad en toda su historia, qué estilo, qué expresión y sobre todo qué ideas. Estoy convencido de que un criminal también puede ser un gran hombre!”.

“La intención de publicar estos diarios es que a través de éstos pudiéramos hacer un recorrido de su trayectoria, desde el niño artista, el adolescente, hasta el escritor maduro, ésa es la idea. Además, que se puedan ver algunos momentos históricos que él va comentando en los diarios, de alguna manera refleja el alma de Salvador Elizondo”, señala a La Razón Paulina Lavista, quien fue esposa del escritor durante 37 años y quien hizo la selección de los documentos.

El primer acercamiento que tuvo Lavista con estos diarios, fue cuando falleció su esposo. Durante tres meses se “introdujo” a esta serie de anécdotas, poemas, dibujos… “Leer desde que él era un niño sí me da una pauta; vemos al niño, luego un adolescente frustrado en amores, luego triunfa en el amor, después quiere ser pintor; también es una revisión por todas sus vocaciones”, cuenta.

Es una forma de indagar en sus vivencias, inquietudes y la génesis de su escritura. Tanto es así que la fallecida agente literaria Carmen Balcells puso en su mira esos diarios, inspirados en el libro Corazón: Diario de un niño, de Edmundo de Amicis.

“Para Salvador Elizondo era muy importante escribir (sus diarios); creo que de niño leyó Corazón: Diario de un niño, eso lo marcó… Al año de su fallecimiento tuve una oferta de venta de la señora Carmen Balcells, pero no era posible que ni yo los hubiera disfrutado si se fueran a Europa, entonces decidí no venderlos y explorar con ellos una primera incursión, que se publicó en Letras Libres”, señala la fotógrafa Paulina Lavista.

Afirma que una de las cosas que le asombraron de los diarios del autor de El hipogeo secreto, fue su caligrafía: “Cuando escribe lo hace con mucha firmeza; es una caligrafía particular que él se inventó, que es difícil entender y una vez que uno lo hace es muy interesante porque no tacha. Salvador escribía primero en su mente y luego en papel”.

Salvador Elizondo. Diarios 1945-1985 es un primer acercamiento a la vida y obra del escritor mexicano. Pero, Lavista ya prepara una segunda parte, que corresponderá a los últimos años de su vida.