Abordan dolor y majestuosidad de los "castrati" en la ópera

Abordan dolor y majestuosidad de los "castrati" en la ópera
Por:
  • adriana_gochez

Durante el siglo XVI en la ópera alcanzaron fama los intérpretes conocidos como castrati, quienes fueron castrados de niños para evitar el cambio natural de voz y así conservar el diáfano sonido infantil con la potencia y proyección de un adulto. Artistas que quedaron en el olvido en el siglo XIX cuando fueron reemplazados con la llegada de un nuevo grupo de tenores. Por eso, a través de la obra Nikos, historias de voz aguda,

se les rinde homenaje.

La puesta en escena, bajo la dirección de Arturo Rosales, combina el teatro, la danza y la música en vivo con con arias de ópera del siglo XVIII creadas para las voces de los castrati: Vedro con mio diletto y Ombra mai fu, son algunas que se interpretan.

[caption id="attachment_806780" align="alignnone" width="1181"] En la puesta en escena Nikos lucha contra la muerte.[/caption]

La historia se centra en Art Sebastian Nikolino, Nikos, uno de los últimos castrati, quien al llegar mal herido a un bosque mágico donde habitan una ninfa y un fauno, le curan las heridas causadas por una castración.

El dato: Con el fin del Barroco y la incorporación de las mujeres a la escena musical, las voces de los castrati desaparecieron; siguieron en los coros eclesiásticos.

La pieza inicia con una escena de la ninfa (Perla Perluti) y  el fauno (Alessandro Perera), quienes al compás de la música en vivo compuesta por el percusionista José Luis Guzmán, a través de la danza contemporánea recrean escenas eróticas ; mientras al fondo Nikos (Arturo Rosales) es perseguido por sus propios fantasmas.

Durante la puesta en escena destacan la actuación e interpretación de Arturo Rosales, quien con virtuosismo canta arias de los más grandes compositores barrocos: Ricardo Broschi, Nicola Pórpora, Georg Friedrich Händel, y Antonio Vivaldi.

Con su canto expresa el dolor de Nikos, quien en sus últimos días de vida a través de su convivencia con la ninfa y el fauno, encuentra a través del amor, el valor y la fuerza para enfrentar con su canto la amenazadora presencia de la muerte.

Durante el montaje también se va explicando la importancia que tenían los castrati cuando llegaron al punto más alto de su fama, pero también se habla de su decadencia, cuando el bel canto fue relegado por el romanticismo, dejándolos en el olvido, ya que sólo se les contrataba en la Capilla Sixtina y otras basílicas papales de Roma. Fue en 1902 que el Papa León dejó de admitirlos.

“Hablar de los castrati es un tema que toca los límites. Su virtuosa voz y tormentosa historia trastoca la frontera de los lenguajes. Ahí donde la palabra no llega, comienza a hablar el cuerpo y cuando éste agota su mensaje, nace el canto. El hecho escénico se convierte en un pequeño homenaje a aquellos que se atrevieron a desafiar los límites de su talento para alcanzar la libertad”, señaló Rosales.

Y es que cuando los niños eran sometidos a la castración, se les administraban dosis letales de opio o algún otro narcótico, o morían por estrangulamiento porque se les presionaba la arteria carótida en el cuello con la intención de dejarlos inconscientes durante la operación.

La puesta en escena se presenta hasta el 13 de octubre en Arthouse México. Cuenta con el trabajo de iluminación de Jacqueline Molina, el vestuario de Carolina Luévano y Karen Rodríguez; y la asesoría en movimiento escénico de  Elliot Islas Carreiro.