ÁNIMA-L

ÁNIMA-L
Por:
  • raul_sales

Cerré la puerta, en la fría mesa de acero yacía el último espécimen del gran felino, su muerte, a las 4:30 a.m. del día de hoy era el final de su paso por este mundo y el único que soltó una lágrima fui yo, mis colegas fumaban un "cigarrillo alveolar", el nuevo descubrimiento de las farmacéuticas que consiguieron convertir un vicio en la propuesta de salud para sobrellevar el incremento del CO2 en nuestra atmósfera, yo no fumaba antes y no empezaría ahora aunque fuera socialmente aceptado y médicamente recomendado, tomé mis convertidores y los introduje en mis fosas nasales, con eso justifiqué el enrojecimiento de los ojos "me dan ganas de estornudar" dije mientras los dejaba atrás riendo y bromeando en que la piel del tigre de bengala se vería mejor en colgado en el comedor que en el museo del Conservatorio Natural. No tenía caso reconvenirlos, así era nuestra sociedad ahora, en lo que iba del mes, esta era la sexta extinción y después de los primeros golpes de pecho y manifestaciones, nos adaptamos como llevamos haciéndolo cientos de miles de años.

Dejé atrás el laboratorio y sentí alivio, desde pequeño sentí una fascinación por los animales que me llevaron a estudiar Biogenética Zooconstructo, quería salvarlos, cuidarlos, mejorarlos para sobrevivir en entornos cada vez más complicados y no, terminé disecando mis adorados animales y creando aberraciones que eran útiles pero que solo eran animales de nombre como el "cerdo de carne" que era la modificación genética de un cerdo con hiperplasia acelerada, adicionado con genes de regeneración provenientes del Ambystoma mexicanum y un cerebro atrofiado que sólo servía para las funciones autónomas, ergo, teníamos un inmenso animal, conectado a una sonda nutrimental que podía ser fileteado sin descanso y que se regeneraba constantemente. Cierto, acabamos con el hambre, fuimos héroes, creamos "granjas" que podían proveer de carne a una ciudad, con el espacio de un edifico mediano. Para mí, era una tortura constante el saber que se torturaba sin cesar a un ser vivo, aún a sabiendas que no tenía ni ápice de consciencia y no obstante, veía como la enorme masa de carne, se estremecía cuando la sierra automática le rebanaba sangrientos filetes en una carrusel silencioso para alimentar al único animal que valía...  al hombre.

Solíamos adaptarnos al entorno, ahora adaptamos el entorno a nuestra comodidad, ese simple cambio, está llevándonos al garete, no importa que el CO2 aumente, hacemos filtros; no importa que deforestemos, las ciudades tendrán jardines verticales; no importa que las aves caigan muertas del cielo, habrá menos suciedad que limpiar de los parabrisas; no interesa que nuestros mares tengan nuevos continentes hechos de plástico, quizá los usemos para construir encima; no importa que la temperatura del planeta suba, instalaremos aires acondicionados en nuestras calles y, no importa que los grandes felinos desaparezcan, así no habrá depredadores que compitan con nosotros. Sabemos que estamos acabando nuestro hogar pero, no interesa menos que nuestros planes de fin semana, por el contrario, las pocas especies que no nos son de utilidad inmediata, las recluimos en reservas donde podemos hacer turismo y si tenemos el suficiente dinero, pedir uno de los exóticos platillos que contienen su cuerpo y su sangre.

[caption id="attachment_670603" align="aligncenter" width="696"] Ilustración: Lizzeth Huerta[/caption]

Aún veo esos enormes ojos verdes apagarse mientras irradiaban temor, soledad y dolor, aún siento el suave pelambre bajo mis guantes y el palpitar del enorme corazón que dejó de latir. Hacía mucho que no vibraba con tanto coraje, con tanta impotencia, con esa sensación de que nos merecemos, cual niños malcriados, una paliza que nos haga entender que somos unos idiotas.

Felicia contempló el pin de garra con la uña media extendida de Ánima-L, se le hacía de muy mal gusto e incluso medio vulgar pero, eso era lo de menos, si se encontraba ahí era debido a que era el único grupo ambientalista en forma, a pesar de sus prácticas poco ortodoxas rayando en el terrorismo. Tampoco era que les hubieran dejado alguna opción, desde la pérdida de fuerza de la ONU por la salida de los EE.UU. y el posterior olvido de su agenda como el Protocolo de Kioto, a la mayoría de los habitantes del planeta les importó poco lo que sucediera con PNUMA, PETA, Greenpeace, WWF, Earth Action hasta que una a una fueron desapareciendo por desinterés o falta de recurso o, como en el caso de Ánima-L, transformándose en activismo "criminal" y pasando a la clandestinidad.

Felicia esperaba frente al laboratorio de "Alimento Orgánico y Conservatorio Natural", el nombre le provocaba espasmos en la quijada mientras rechinaba los dientes de coraje, ni eran orgánicos ni conservaban la naturaleza, eran una aberración, una empresa trasnacional armada por gobiernos de papel que siempre habían demostrado que les importaba un bledo la gente y los animales, ni siquiera entraban en su lista de prioridades a menos, claro, que les significaran dinero o control social a través de propiciar hambre o eliminarlo dependiendo del interés del momento. Se había enterado del traslado del último tigre de bengala para "dormirlo", sabía que el macho era ya un gato viejo pero, no dejaría que lo embalsamaran y lo pusieran en una vitrina con bambú plástico en derredor suyo. Su grupo quería incendiar los laboratorios, la granja y el museo pero ella sabía que de hacerlo, pasarían de la indiferencia al odio social y tener tantos frentes abiertos limitaría aún más sus posibilidades de acción.

Rodearían la granja y se arrastrarían hasta el cuarto frío del laboratorio y ahí, le echarían ácido a la piel, así no podrían exponerla y luego venderla como trofeo. Estaban rodeando cuando se topó con un "carnicero", por definición odiaba a los pseudo investigadores que tenían complejo de Dios así que golpear hasta la inconsciencia a uno, era un bono agradable.

No puedo evitar divagar, estoy haciendo todo lo contrario a lo que tenía intención de hacer, de hecho, odio lo que hago, lo odio en cada fibra de mi ser pero, aún creo que para cambiar algo, sólo es posible desde dentro, aunque en el proceso pierda mi alma, mis principios y mi paz. Espero que pronto...

La cachiporra envuelta en cuero sintético sirvió a las mil maravillas, sólo necesito un golpe en la base del cráneo para que cayera como el cerdo que era... No, cerdo no, ningún animal merecía ser usado como adjetivo con tipejos así. Le dio la vuelta para escupirle en el rostro y se quedó petrificada. Desde la escuela no veía ese rostro, un rostro que conocía a la perfección, que había amado profundamente y por el que habría dejado todo por seguirlo.

El dolor punzante sigue el ritmo de mis latidos, por como se siente debo tener una fisura en la cabeza. Me cuesta pensar coherentemente, veo luces danzando frente a mis ojos y me cuesta distinguir las sombras de los rostros entre las sombras de este lugar desconocido. Siento miedo por un instante antes de que éste, se torne en alivio, quizá sea más fácil morir que vivir.

-Hola Francisco, hace años que no te veo.- Esa voz desciende por mis oídos y acelera mi corazón y el dolor agudo de la cabeza. Esa voz que creí nunca escuchar otra vez.

-¿Felicia?- La pregunta está de más, sé que es ella, lo siento en cada rincón pero no quiero creerlo.

Se para sobre el círculo de luz y me olvido de todo, del dolor, de la angustia, del miedo y del alivio, sólo está ella... Felicia.

-Cuando te fuiste, me quedé meses esperando que volvieras, no quería moverme para que al regresar, supieras donde estaba.- Su voz traslucía anhelo, tristeza y un enorme rencor acumulado y por mucho que deseara negarlo, justificado. No tenía palabras que decirle, me fui porque no tenía cara para decirle que había sido contratado por lo que siempre consideramos "el enemigo", sabía que explicarle que desde dentro podría cambiar las cosas no sería creíble, carajo, apenas y yo las creía aunque en ese tiempo, me pareciera obvio. Vi el pin de la garra y supe que si tenía esperanza de ser perdonado por mi ausencia, jamás lo sería por la bata de "AliCon" que portaba.

-Veo que tus principios eran igual de "sólidos" que tu amor.- El rencor se transformaba en odio y del anhelo y la tristeza, sólo quedó el recuerdo.

-No es así, nunca fue así.- Mi argumento sonaba incluso, más débil que mi voz.

-¡Mientes! ¡Lo hiciste antes y lo haces ahora!- Soltó gritos y lágrimas ante la mirada extrañada e incómoda de los sujetos que la acompañaban.

-Me reclutaron, y tenía que entrar para mejorar las cosas, para salvar a los animales, para evitar que la humanidad y el planeta, se fueran por el caño.-

-No hiciste mucho, no hiciste nada, excepto crear un animal Frankenstein, una aberración, una afrenta a la creación.-

No tenía caso que siguiera justificando lo injustificable, lo que dijera, sonaría falso. Ella tenía razón excepto por algo.

-Suéltame las manos, déjame explicarte...-

-¡Calla!- Sentí como la bofetada me partía el labio salpicando de rojo la blanca bata.

-Felicia...-

-Nada, absolutamente nada de lo que me digas puede borrar lo que hiciste.-

-Intento salvar al mundo-

La carcajada fue más dolorosa que cualquier golpe, era hiriente, no era la de un antiguo amor, era la de un enemigo jurado.

-Lo siento, Francisco, de verdad, lo siento...- Quise responderle pero antes de hacerlo, sentí el pinchazo en la yugular... Sólo pude verla llorar.

Lloraba, podía odiar aquello que era ahora pero, lo había amado, quizá, aún lo hacía pues el dolor que sentía en el pecho era imposible de sobrellevar. Maldito fuera, si se hubiera quedado, si le hubiera pedido que se fuera con él... Maldito y mil veces maldito... Le hubiera... No existe.

-Disculpe... ¡Ejem!... El "carnicero" tenía un drive adicional en la conexión subcutánea, se lo quitamos cuando le removimos el GPS pero estaba ocupada hablando con él.-

-Dámelo y déjame sola.-

El drive era igual a los genéricos usados para llevar los datos financieros, llaves e identificaciones que permitían a esta sociedad absurda funcionar, se compraba, se vendía, se votaba, se multaba, se casaba, se manejaba y se controlaba cada paso de cada uno de los borregos, sólo con pasar la muñeca encima de un lector. Nada extraño excepto el hecho de que tuviera otro pues desde su implementación legal no se podía cambiar de identidad ya que se fijaba al código genético, a lo más que se podía llegar, era a removérselo y ser unos parias en una sociedad tecnológica tal y como habían hecho los elementos de Ánima-L. En ese cuartucho no había un lector externo y si hubiera sido de cualquier otro sujeto, lo hubiera tirado al bote de basura pero era de Francisco por lo que sacó su navaja y se reabrió la pequeña cicatriz de la muñeca derecha, era probable que no funcionara pero nada perdía con intentarlo.

Conectó el drive e inició el enlace con su celular para probar si existía la conexión, el enlace se realizó y pidió una contraseña, el simple hecho de conectarse era extraordinario, un drive que saltaba la conexión genética. Tecleó su fecha de nacimiento sin resultado, probó con su apodo y también falló, eran las más simples pero Francisco nunca había sido simple, era uno de los hombres más complejos que había conocido así que su password seguramente sería una combinación única así que daba igual si probaba lo que danzaba por su mente, la carta que le había escrito en el inicio de su relación que constaba solamente de números y que era la sustitución de las letras del abecedario por números así que introdujo Felicia "65129391", marcó contraseña inválida, era demasiado su ego intentó una vez más con Felina que era, según él, el nombre que creyó escuchar en la primera clase con ella y lo que le hizo fijarse en ella, tecleó "65129141" y se abrió la pantalla, sintió una enorme culpa, él nunca había dejado de pensar en ella.

En el enlace aparecían dos carpetas "Fase-I" "Fase-II". Abrió la primera y eran las especificaciones genéticas del "Cerdo de Carne" en azul aparecían las conocidas por todo el mundo y no obstante, aparecían en rojo una adición que no entendía. Abrió la segunda era un galimatías de fórmulas y combinaciones pero había una sub carpeta con su nombre, la abrió y leyó.

"Querida Felicia: Sé que nunca leerás esto, pero sigo con mi loca idea de hablar contigo  (o con tu recuerdo) cada noche, ojalá cuando termine esto podré buscarte y pedirte de rodillas que me perdones.

Seguramente sabes que soy el creador del monstruo del cual se ha alimentados a mayoría de la población depredadora de este planeta, lo que no sabes es que oculté en el código genético un inhibidor dormido, el consumo de esa carne acumulará en el cuerpo receptor elementos que no serán desechados por el organismo humano, permanecerán ahí hasta que llegué el percutor, esa será una enzima que se incluirá en el agua para potabilizarla. Quisiera ver su cara cuando sepan que la "nueva maravilla" modificará la fertilidad de los "carnívoros", tus hijos serán hermosos, lo sé porque su madre lo será siempre y porque jamás comerías un pedazo de cadáver animal. Así que, mi adorada felina, serás de las afortunadas que impedirán la desaparición de la especie pero, al evitar la sobrepoblación quizá este mundo pueda regenerarse, esa es mi esperanza y que los hijos de aquellos que aún tienen un poco de consciencia ambiental, le enseñen a nuestras futuras generaciones que hicimos mal.

Te quiero Felicia, siempre te querré aunque nunca te vuelva a ver."

No pudo dejar de llorar... ¿Qué había hecho? Siempre fue impulsiva pero ahora su error era irremediable. Mientras ella luchaba batallas perdidas, él había ganado la guerra, él... había salvado al mundo.