Así fue el homenaje a José Luis Cuevas en Bellas Artes

Así fue el homenaje a José Luis Cuevas en Bellas Artes
Por:
  • Carolina Lopez

Dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan, aunque para el lluvioso martes 4 de julio, cuando Bellas Artes despidió al "niño terrible mexicano", el artista de la ruptura José Luis Cuevas, el fuego no cedía sobre sus cenizas.

Hasta en el último adiós nos recordó que no sólo lució por sus trazos o sus reproches a la Escuela Mexicana de Pintura de los afamados muralistas que tomaron por asalto el siglo XX posrevolucionario, sus problemas familiares que casi siempre lo metieron en las páginas del espectáculo rosa no dejaron de montarle guardia en Bellas Artes.

Hasta el poeta Homero Aridjis, quien no estaba contemplado en el programa de discursos, avivó la controversia al protestar por qué ha tenido que aparecerse en su homenaje para despedirlo cual presagio bíblico, hecho polvo. "¿Por qué lo han cremado tan rápidamente?", cuestionó a manera de lamento el escritor que fue interrumpido por la tribuna de amigos y familiares que exigían en todo momento "la verdad", que porreaban a las huérfanas con un "!no están solas!"y que honraban a Bertha, uno de los grandes amores en la historia del Cuevario.

Por la guardia que abrió la serena diplomacia de doña Cristina García, secretaria de Cultura, y el conmocionado político Porfirio Muñoz Ledo, quien por cierto dio gracias ante las cenizas de José Luis por ser el artista que amasó la rebeldía, pasó el aliento a tabaco de Patricia Reyes Espíndola, quien apenas dio el pésame tomó carrera junto a los cientos de peatones que escapaban de la Alameda.

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Afuera, advertidos por la muralla de cámaras que impedía ver el foco del evento, jóvenes y señoras se preguntaban quién había muerto. Nadie les respondió con la misma certeza que la adolescente vendedora de hules para la lluvia, "quién sabe, pero adentro está el cuerazo de Giménez Cacho".

El gentío mermó, las palabras de consuelo público y admiración por el fallecido dejaron de escucharse en las bocinas para dar paso a los violines que hicieron de banda sonora fúnebre y los murmullos del pésame íntimo a las herederas de la ruptura.