Bellas Artes presenta retrato íntimo de Cuba de Rubén Cortés

Bellas Artes presenta retrato íntimo de Cuba de Rubén Cortés
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En compañía del historiador Rafael Rojas, el escritor Julio Patán y el editor Julio Trujillo, el periodista Rubén Cortés presentó hoy en Bellas Artes su más reciente libro, Los nómadas de la noche.

El texto, escrito entre los límites de la crónica y el ensayo, es un retrato hecho en los primeros minutos posteriores a la muerte de Fidel Castro, sobre el legado y las cicatrices que éste deja en la vida de millones de cubanos.

Un ajuste de cuentas de un hijo de la Revolución cubana que no desea que la muerte de Fidel Castro “desdibuje los recuerdos” sobre un sistema que dictó a cuatro generaciones de su familia cómo vivir, qué elegir, dónde nacer e incluso dónde morir.

En palabras del escritor, el texto es un pincelazo de 58 años de historia cubana.

Los nómadas de la noche narra aspectos de la Isla que permanecen en zonas oscuras de la historia, como los campos de concentración a los que iban a parar homosexuales, rockeros, fiesteros, hijos de la noche o creyentes de diferentes religiones, a quienes la Revolución consideró un mal de la época anterior.

Aunque en anteriores ocasiones, el también Director General de La Razón de México reconoció que hubo una época de prosperidad económica en el país donde nació, ésto no se debió precisamente a que el comunismo implantara un sistema de progreso, sino que fue una especie de bonanza que se gestó desde 1902.

La educación y el acceso a la salud en el gobierno de la Revolución, cuenta, fueron de muy buena calidad pues el Estado contaba al principio con los recursos necesarios para financiarlas, pero para las generaciones posteriores, los nacidos a partir de 1990, eso sólo fue material de un sueño pasado. En cambio la falta de libertad para escoger qué música escuchar, qué libros leer, la escuela a la que tenían que asistir e incluso la clínica en la que debían nacer eran y son una realidad imperante.

La narración de Cortés es también un recurso de la memoria para trazar los recuerdos compartidos con amigos y familiares que fueron entrañables.

“Ninguno de los que se fue renunció para siempre a su patria. Ninguno era menos cubano que los que se quedaron o no pudieron irse. Pero la condena dictada por la inspiración divina de un déspota, provocó que yo dejara de ver diez años a Toto, mi tía más querida, que la negara tres veces en la escuela...”, se lee en una parte del texto.

En este libro, el escritor y periodista nacido en Pinar del Río, Cuba, en 1964, pone al descubierto el sentir y el impacto de aquellos que vivieron bajo el régimen .

Rubén Cortés es autor de otros textos, entre los que figuran: Un bolero para Arnaldo: una memoria personal de Cuba; ¡Cuba, Cuba!: 9 historias verídicas de la vida en la Isla; Nueve meses en la eternidad: historia de tres náufragos mexicanos y Crónicas de guerra: Afganistán e Irak en el frente de batalla.

Los nómadas de la noche

Rubén Cortés

La perfecta máquina de moler personas y conciencias, que es el sistema político fundado por Fidel Castro, anuló también la capacidad de imaginar. Le sucedió a nuestros abuelos, que ya eran adultos formados cuando Fidel Castro tomó el poder, y a nuestros padres, que eran veinteañeros. La bonanza económica que en los años 1950 provocó un crecimiento impactante de la clase media y la democracia que venía en progresión creciente desde 1902, aquel largo intervalo de estabilidad, les hizo perder el sentido de lo trágico. Olvidaron que los Estados pueden morir, que los levantamientos pueden ser irreparables, y que, como escribió Henry A.

Kissinger, “el temor puede convertirse en un medio de cohesión social”. Pero estas cosas las explican mucho mejor los poetas. Escribe el francés Michel Houllebecq:

Cuando muere lo más puro

Cualquier gozo se invalida

Queda el pecho como hueco,

Y hay sombras por donde mires.

Basta con unos segundos

Para eliminar un mundo.

Los abuelos y los padres de quienes nacimos en los años 1960 vieron muy rápidamente, en apenas nueve años, cómo la doctrina comunista de Fidel Castro desapareció todo una forma de vida y todo una cultura. Pero yo también lo recuerdo. Tenía cuatro años cuando el régimen lanzó la Gran Ofensiva Revolucionaria de 1968, que consistió en la confiscación masiva de todos los pequeños establecimientos que habían sobrevivido a las continuas expropiaciones realizadas desde 1960, y que convirtió al gobierno revolucionario en el único propietario de Cuba.

Fragmento,

págs. 36 y 37