Bob Dylan, ¿Premio Nobel de Literatura?

Bob Dylan, ¿Premio Nobel de Literatura?
Por:
  • carlos_olivares_baro

El Nobel de la polémica

Uno de los Grandes músicos actuales, el hombre que siempre fue un enigma y que ha hecho de la huida un estilo de vida recibirá el máximo galardón mundial de las letras, lo que también ha despertado reacciones encontradas

Un desacierto de la Academia

Lo primero fue el canto: lugar común que se repite en estos días para justificar el desatino de la Academia Sueca al concederle el Premio Nobel de Literatura 2016 a un gran compositor de canciones (no un buen cantante: su voz nasal de tenor ligero ha convencido a muy pocos). Sara Danius anunció: “El galardonado es Bob Dylan por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. El mayor intérprete de folk de los años 60 se ha alzado con el galardón literario más codiciado del planeta por cantar y hacer giras interminables y porque el jurado ve en sus textos “grandes valores literarios”: dejó en la lista de espera a Philip Roth, Adonis, Haruki Murakami, Don DeLillo, Joyce Carol Oates, Cormac McCarthy y Ngugi wa Thiong’o, entre otros candidatos. Robert Allen Zimmerman decidió adoptar el nombre artístico de Bob Dylan en tributo al poeta británico Dylan Thomas (1914 – 1953), autor de esa obra maestra que se llama Bajo el bosque lácteo. Después se sumerge en los versos de Arthur Rimbaud y traba amistad con Allen Ginsberg y Kerouac. La Academia Sueca premia a un músico de innegables valores artístico que no es escritor. Compositor de incisivas coplas alimentadas con textos habitados por imágenes poéticas de gran ímpetu: canciones, nunca poemas. Dos libros: una breve novela experimental, Tarántula (1966), la cual es un remedo de la prosa de Kerouac y Burroughs, y Crónicas. Volumen 1 (2004), relato iniciático, suerte de autobiografía en que destacan los comentarios corrosivos sobre su entorno. Premio Nobel de Literatura a un señor que sólo ha publicado dos libros. (¡!?). Bob Dylan ha dado a conocer, sin embargo, más de 40 fonogramas desde 1962 (Bob Dylan) hasta 2016 (Fallen Angels). Rock surrealista en uno de los grandes momentos de la música americana: Highway 61 Revisited (1965) de donde se desprende el gran éxito “Like a Rolling Stone”. Lo primero fue el canto: repiten los bobdylanianos. Mejor sería decir que el hecho literario se fundamenta en lo oral (Homero). Se justifica este desacierto alegando que el intérprete de “A Hard Rain’s a-Gonna Fall” ha sido capaz de insuflarle a los textos del rock razones literarias: pero, sus piezas siguen siendo canciones (excelentes textos articulados con prosodias de folk, jazz, blues, rock, Rockabilly, pop, country…). Alguien escribió en Facebook: “Si a Dylan le dieron el Nobel Literario por sus tonadas; entonces, a Murakami hay que darle un Grammy por Tokio Blues”.

Carlos Olivares Baró

Porque es moderno y lo merece

El club de poseedores del Premio Nobel es un salón de mentes privilegiadas. En su nómina figuran Obama, Henry Kissinger y Yaser Arafat. No están, en cambio, ni Borges, ni Nabokov, ni Kafka, ni Cortázar, ni Proust, ni Joyce. Es decir, no está el grueso de escritores que probablemente cambiaron para siempre la literatura del siglo XX. Eso pone perspectiva a la concesión del Nobel de Literatura a Bob Dylan. Como letrista y rockero, me gustaría pensar que el objetivo del jurado ha sido reconocer la contribución hecha por el folk y el rock a intentar elevar el tono de la cosa escrita durante el siglo XX.

También pasaría de puntillas sobre el valor intrínseco de la prosa dylaniana, porque entrar a fondo en un análisis riguroso de sus recursos literarios sería como hacer bajas con fuego amigo. Alegrémonos simplemente porque le hayan dado un premio universal a Bob. Se lo merece, aunque sólo sea por sus canciones, por su insistencia en seguir en la carretera con una especie de concierto de juglar eterno e inacabable y porque, sin él, nunca hubieran sido posibles las letras de los que vinieron después, desde Lou Reed a Paul Weller.

Como músico, podría ser más escéptico. Los argumentos que ha dado el jurado, según los cuales Dylan ha renovado toda una tradición de música norteamericana muy antigua, podrían aplicarse con mucha más razón a Franco Battiato o a Paolo Conte (quienes han renovado todavía mucho más la canción italiana, aún más antigua). Como escritor, tendría que reconocer que la retórica de Dylan pierde mucho si no va acompañada por la interpretación de su inigualable dicción personal. Sus recursos estilísticos no son muy allá, pero sus matices interpretativos son inmensos. Tira de mecanismos muy estereotipados, creyendo que sólo por cambiar los elementos o el orden de la metáfora innovará algo. De joven, le habían impresionado comprensiblemente los simbolistas. En él, convivían el artista y el predicador.

Su tendencia al sermón laico tomaba a veces un enojoso aire curil, sobre todo cuando se juntaba con Joan Baez, y eso explica el sectarismo casi inquisitorial de sus fans más acérrimos. El Dylan que intenta ser escritor se estrella cuando busca el misticismo ramplón (“Tarántula”) y en cambio ilumina cuando cincela hechos diáfanos (“Crónicas”).

Como candidato al Nobel, nos interesa el artista y no el predicador. Ahí resulta imbatible: imágenes sencillas pero de una gran penetración, como las frases de “Blowin’ In The Wind” que encajan perfectamente con la música. O la capacidad para hacer de un simple rock algo épico: “It’s All Over Now, Baby Blue”. Ese es el Dylan que se dispara a los cielos y que se resume de la manera que hace encajar sonido y lenguaje en “Like a Rolling Stone”.

Darle un Nobel está bien. Por un lado queda moderno y por otro se lo merece. Se lo podían haber dado de la paz, de política, de radiofonía o de musicología. Dylan consiguió demostrar que la música popular podía admitir letras serias y no sólo banalidad.

Me alegro del galardón en la medida que contiene todo un arte específico. Ser letrista se parece mucho a ser poeta, pero en realidad es una disciplina diferente; tan respetable eso sí como la poesía pero, a veces, incluso más compleja y difícil. Tiene sus propias magias. A Bob Dylan le han dado un Premio Nobel como letrista.

Sabino Méndez