Como los niños, narro lo peor para que no me ocurra: Marie Darrieussecq

Como los niños, narro lo peor para que no me ocurra: Marie Darrieussecq
Por:
  • miguel_angel_munoz

París, Francia

Después de su primera no­vela, Marranadas, Marie Darrieussecq (Bayona, Francia, 1969), explora en Nacimiento de los fantasmas (Anagrama), su más reciente publica­ción, una nueva forma de me­tamorfosis: cómo la desapari­ción del ser amado transforma hasta lo más profundo la quí­mica de los cuerpos. Retrato psicológico, minucioso y defi­nitivo, en el que la dimensión del narrador-protagonista está compuesta de múltiples aristas, de lados oscuros y claros, de esa contradicción que compo­nen las almas.

[caption id="attachment_799286" align="alignleft" width="299"] La escritora francesa Marie Darrieussecq[/caption]

Con el paso del tiempo se convirtió en una figura de la literatura francesa. Truismes fue finalista del Premio Goncourt de 1999, esta novela fue traducida a más de 30 idiomas, entre ellos el español, apareciendo publicada en España, bajo el título de Marranadas y en Latinoamérica como Chanchadas. Desde entonces se ha dedicado profesionalmente a la escritura habiendo publicado más de una docena de novelas, de las que varias han sido también traducidas al español. Entre de sus noevelas sobresalen: Le mal de mer, 1999 (Respirando bajo el agua, 2001), Précisions sur les vagues, 1999, La plage, 2000, Bref séjour chez les vivants, 2001, Le Bébé, 2002 (El bebé, 2004), White, 2003, Claire dans la forêt, 2004, Le Pays, 2005, Zoo, 2006, Tom est mort, 2007 (Tom ha muerto, 2008), entre otras.

En esta novela el perso­naje femenino se libera del fantasma de un marido ausen­te, ¿podría ser una historia personal? En cierta forma, sí. Escri­bí El nacimiento de los fantas­mas antes de separarme. Pero como los niños, narro lo peor para que no me ocurra. Ahora, creo que desde que publiqué Marranadas, mi vida cambió. Esta es la historia de la angustia de una mujer de treinta años que ve un buen día cómo su marido se va a comprar el pan.

¿Hay exploraciones hu­manas y personales en su re­ciente propuesta literaria? Escribo del paso de la adolescencia a la edad adulta. Cuando se toma conciencia de que uno es uno y de que nadie puede darte lo que te falta, quiere decir que estamos del otro lado. No quiero que suene al nuevo concepto de feminis­mo, pero mi personaje busca ser una mujer independiente, conquistar un mundo propio, donde sólo tenga dos opcio­nes: morirse o vivir, y nadie muere de amores. Me interesa también la gente que ve el mundo como si fuera la prime­ra vez, y ésa es la mirada de la protagonista.

¿Cree que el personaje se separa por aburrimiento o es un simple capricho de la his­toria? No creo que existan los caprichos en la literatura, y menos en la novela. Las muje­res estamos muy acostumbra­das a pensar de una forma psi­cológica de tanto leer prensa femenina. Y conste que vengo de una sociedad francesa muy conservadora. Yo me siento so­la desde muy pequeña, soy hija única. Pero hay que compren­der que siempre estás sola y que tampoco es una tragedia.

¿Cuáles serían esos te­mas urgentes de nuestra so­ciedad que nos reprocha su protagonista? Guerra, fascismo, sexo y comunicación. La guerra que ahora nos toca en Europa, cuyos errores se remontan a década, cuando en Francia, por ejemplo, aceptamos la idea de una Croacia independiente. El fascismo tiene raíces pro­fundas en nuestro continente y no nos vamos a librar de él, pe­ro siento que somos capaces de controlarlo. El problema está en países como China o Rusia, donde son muchos los nacio­nalistas a ultranza. El naciona­lismo es la respuesta más fácil a los problemas de un pueblo.

¿Y qué hay en la sociedad del primer mundo en cuanto al sexo y la comunicación? En España, por ejemplo, si se habla tanto de se­xo es porque le tienen mucho miedo. Nos obliga a tomar de­cisiones, saber lo que nos gus­ta. Cada persona está sola fren­te a su sexo y ésa es una gran aventura. No hay recetas y eso asusta. Cuanto más se habla de sexo menos se dice. Con res­pecto a la comunicación, hay que entender y contestar. El nuevo invento, Internet, es co­mo una muchedumbre que ha­ce mucho ruido y yo no oigo nada.

¿Cómo surgen los fantas­mas de una literatura plástica más que caótica? Nacen de los secretos, de lo que no se dice en una fami­lia, una pareja o una sociedad. Hay que mostrar eso de otra manera, con el mar, fantasmas, animales, paredes que se mue­ven... Me parece más eficaz que el realismo. De todas for­mas, no me gusta la palabra do­lor aplicada al libro, me parece mejor hablar de "angustia", que pue­de ser algo muy excitante por­que te pone las neuronas en funcionamiento, es como si te tomaras una droga. Me resisto a que desaparezcan mis fantas­mas de la adolescencia, porque hacerse adulto es pactar con ellos, mantenerlos a distancia sin abandonarlos.

¿Entonces por qué caer en novelas psicológicas? Es que las novelas con tin­tes psicológicos ya se escribie­ron muy bien en el siglo XIX. Es más fácil explicar cómo las cosas cambian físicamente, có­mo se mueven como si nos hu­biéramos tomado un tripi (drogas). Si un adulto no ve cómo se mue­ven las paredes, es que las mira con menos interés que cuando era niño. Tenemos una mirada demasiado práctica sobre las cosas.

¿Mucha imaginación o mucha poesía en sus narracio­nes? Yo sí veo ese tipo de co­sas. He crecido rodeada de científicos conocedores de la física cuántica: esa gente te cuenta cómo este vaso de hor­chata puede realmente no es­tar aquí o que esas macetas de atrás pueden ser otra cosa y sólo convertirse en lo que pa­recen cuando poso mis ojos sobre ellas. La ciencia es muy poética. La imaginación tam-ién, por qué no pensarlo de esa forma. Eso es la literatu­ra, para eso sirve leer, para li­berarse.