Confesiones de un adicto a los poppers

Confesiones de un adicto a los poppers
Por:
  • carlos_velazquez

Desde hace unos años la etiqueta gonzo se puso de moda en la literatura mexicana. Decenas de escritores se colgaron el título a placer. A tal nivel que autodesignarse gonzo en estos días se antoja hasta ñoño. El gonzoperiodismo no se ejerce desde un escritorio. Pocos autores pueden presumir el contar con la calle suficiente para figurar en la categoría. No conozco a nadie que merezca más dicha denominación que Wenceslao Bruciaga. Y jamás lo he escuchado alardearlo.

La Wencesloca es un cronista incombustible (explorador del under gay más pedestre y mítico reseñista de conciertos de rock), narrador (autor del libro de relatos Tu lagunero no vuelve más

y de la novela Funerales de hombres raros) y columnista incendiario (sostiene “El Nuevo Orden” en el diario Milenio desde hace una década). Una selección de sus columnas acaba de ser publicada bajo el título Un amigo para la orgía del fin del mundo (Discos Cuchillo, 2016), las delirantes confesiones de un adicto a los poppers tatuado, punk, melómano, fan del Santos y gay enemigo del matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Mientras en la literatura mexicana se desarrolla una batalla campal, becados vs. no becados, antologados vs. no antologados, publicados por transnacionales vs. no publicados por transnacionales, Bruciaga irrumpe con un libro publicado por un sello discográfico. Para demostrar que las letras nacionales no están en bancarrota y que existe vida más allá de la Secretaría de Cultura. Bruciaga está tan afuera de las guerras culturales que ni siquiera lo tocan. Y no, Un amigo para la orgía del fin del mundo no es un libro autopublicado más. Si lo deseara, su autor podría haberlo colocado en una editorial comercial, hipster o indie. Pero no. Y existe una explicación. No se trata en lo absoluto de golpes de pecho. Se debe a la fascinación de Bruciaga por el under.

Educado sentimentalmente en las subculturas, a Bruciaga no le interesa si apareció en tal o cual lista, si se ganó tal o cual beca, su proyecto narrativo prospera alejado de las instituciones. En Milenio, Noisey, Time Out (y tantas otras publicaciones) Bruciaga publica a destajo. Su carácter prolífico es casi incomparable. Y jamás se ha detenido a preguntarse por su permanencia en la literatura oficial o no oficial. Trabaja y en eso se consume su tiempo. Y en las investigaciones que realiza para nutrir sus obsesiones y sus compulsiones (una que otra orgía, no para el fin del mundo, para el principio de la noche).

No hay dolo cultural en el arte de Bruciaga, nada de resistencia en el campo de las letras, si existe alguna angustia es la de ser gay en estos tiempos. No se asume literato marginal. Si sufre es por joto. No porque jamás haya tenido la beca del FONCA. Un amigo para la orgía del fin del mundo fue construido a base de fiestas. Parys en las que todas las ganancias se acumulaban para destinarse a la publicación del libro. Nada de crowdfounding. Si algo posee Bruciaga es orgullo. Y una cultura de salir adelante por sí mismo. Como el joto que es. Y no es que pretenda poner un

ejemplo. Pero está claro que no necesita del stablishment. Ha conquistado una legión de fieles seguidores

que muchos de los aburridos autores que abundan en el panorama mueren de envidia por atesorar.

Cualquiera que haya pasado de la segunda cerveza con Bruciaga se puede cerciorar de que no es ningún personaje. Que detrás de su facha de tipo duro se asienta una auténtica angustia. La angustia de estar vivo. Y para colmo ser gay en México. Todos los textos que publica están impregnados con esta desazón existencial que lo aqueja desde niño. Desde su espacio semanal Bruciaga se ha dedicado a escandalizar

(a unos) y deleitar (a otros) con su angustia transpolar. Cúmulo de contradicciones: fan de Morrissey pero come carne; bien jota pero fan de Black Flag; enamoradizo pero practicante de boxeo. Joto y buga que se le ponga enfrente le parte su madre.

Y entonces uno se pregunta de dónde saca la fuerza Bruciaga que siempre ha peleado a la contra. De su amor por el rock & roll. De su devoción por la música. Es puro corazón. Y con eso y un par de güevos ha conseguido varios de los relatos más entrañables de la Ciudad de México. Y varias de las columnas más explosivas de la prensa escrita. El astro rey de la Zona Rosa.

Si existe un gonzo en México es Wenceslao Bruciaga.

El libro Un amigo para la orgía del fin del mundo se presenta el martes 9 de agosto en la Ciudad de México a las 7 p.m. en Sodome (Mariano Escobedo 716).