Dos muestras en el Museo Jumex

Corre aprisa el arte de la militancia ambientalista

Atendamos a los creadores y a los ambientalistas que, como lo hiciera Samir Flores Soberanes, se oponen a la explotación injusta, corrupta y discriminatoria de los recursos naturales

Gama Térmica se presenta en el Museo Jumex.
Gama Térmica se presenta en el Museo Jumex.Museo Jumex
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Arrancamos el año con una inexactitud que no quiere irse. Amenazante para todos los amantes de las certezas, la zozobra se reviste con la fuerza de Omicrón, la posibilidad de un nuevo cierre, las clases pospuestas y un reto más para la economía, diezmada por dos años de pandemia.

Hay pocos recursos capaces de explicar la realidad tan bien como el arte que, por ser intérprete y un asiduo acompañante de la humanidad, es el más certero cronista de su tiempo. Hoy, las manifestaciones artísticas de calidad ahondan en lo que sucede ante nuestros ojos. Quizá sea por eso que muchas de ellas se sumen a los debates apocalípticos y a las discusiones que nos previenen sobre el principio del fin del mundo.

Entiendo a los creadores. Basta con hurgar en lo más representativo de la Historia del Arte para ponernos en sus zapatos. Hagamos un recorrido visual: los arquitectos del medioevo usaron las alturas de las catedrales góticas y los emplomados de colores con sus mágicas vibraciones para aludir a la presencia divina.

Centurias más tarde, los artífices del Renacimiento salieron a buscar la perspectiva para ubicar al hombre en el centro de todas las cosas, con un fervor parecido al de la teatralidad barroca y sus intentos por dotar de poder a la Iglesia. En el Siglo XX, sucedió algo parecido con la abstracción y su rechazo por la representación de la figura humana a consecuencia de la deshumanización y la barbarie de los genocidios de la Segunda Guerra Mundial. También entonces los artistas tenían razón: ¿Cómo validar un ente destructor de su propia especie?

Con la intuición de sus antecesores, los artífices que dieron vida a los discursos posmodernos de fines del siglo pasado y los que le apuestan a la digitalización y la mercantilización de lo intangible como las criptomonedas o criptoarte (NFT-non fungible tokens) del nuevo milenio, dialogan con la denuncia por el daño que corre el planeta a causa de la utilización de combustibles fósiles, el agotamiento de los recursos naturales, la tala desmedida y el exceso en las emisiones de gases de efecto invernadero, entre muchos otros factores.

Nada mejor para ejemplificar lo antes dicho que dos de las exhibiciones que ofrece el Museo Jumex, en la CDMX. La primera se titula Gama Térmica y se materializa a partir de la obra de la artista Sofía Taboas. Esta muestra se vincula a su vez con la exposición Temperatura ambiente, curada también por la mexicana y resuelta con la obra de artistas internacionales como Tacita Dean, Olafur Eliasson, Alicja Kwade, Marc Dion y el mexicano Gabriel Kuri entre otros. 

De esta propuesta museológica llama la atención la forma en que dos proyectos se funden al calor de un mismo tema, centrado en algo tan actual como los efectos del clima en las personas, —sobre todo del calor en los ámbitos de lo privado y lo público—, los alcances —ya conocidos— del cambio climático en nuestro planeta y por supuesto, la influencia que el consumo supone en la contaminación, la radicalización de los fenómenos naturales y la extinción de las especies.

Pieza de la exposición Gama Térmica.
Pieza de la exposición Gama Térmica.Museo Jumex

Fascinante, el museo opera como espejo: nos reflejamos en ese culto a la domesticación de los recursos igual en un frigorífico que atesora las camisas, aparentemente recién salidas de un proceso de lavado industrial, colgadas en ganchos de metal y cubiertas con fundas de plástico de la inspiración de Gabriel Kuri, que en la devastación de los océanos en el enorme Ictiosauro cargado del desperdicio, o en el fragmento de una piscina de Taboas, que nos remite a la sensación de frescura que nos alcanza al sumergirnos en agua fresca. 

Todo nos dirige a las problemáticas actuales y más que nada, al vulnerable lugar de la humanidad en un entorno devastado y de temperaturas limítrofes: calores y fríos, extremos causados por más de un siglo de desatención entre el surgimiento de la Revolución Industrial y el momento presente.

El arte es contundente por qué resuena en las fibras sensibles de sus usuarios. Atendamos a los creadores y a los ambientalistas que, como lo hiciera Samir Flores Soberanes, se oponen a la explotación injusta, corrupta y discriminatoria de los recursos naturales.

Samir fue asesinado en 2019 por oponerse a la termoeléctrica de la Huexca, en Cuautla, Morelos. El año pasado fueron asesinados más de treinta ambientalistas en México y más de 227 en todo el mundo. Su lucha tenía el propósito de salvar al planeta y procurarnos más vida. Reconozcamos el problema. No queda mucho tiempo. 

AG