Cuerpo enfermo centra lucha entre el dolor y el erotismo

Cuerpo enfermo centra lucha entre el dolor y el erotismo
Por:
  • carlos_olivares_baro

La novela El exilio del cuerpo (Editorial UAEM, 2016), de la escritora y poeta mexicana María Esther Núñez, ganó el Premio de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano 2015-2016, que convoca la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Parábola edificada en las dársenas de un cuerpo enfermo que se debate en las especulaciones de Eros y trenza un diálogo con las cicatrices y la presencia del tiempo.

Viaje de una joven fotógrafa mexicana a Francia, Diana Artigas, quien ha sido reconocida por su trabajo visual y va a montar una exposición con sus imágenes en la importante galería Renoir de París. Núñez aborda los sinuosos cruzamientos de enfermedad y muerte desde la perspectiva del desarraigo: el cuerpo como un acarreo en los linderos de la existencia. Tributo a Diane Arbus: “Una fotógrafa suicida con quien se identifica no solamente por llevar su nombre y tener la misma profesión: una mujer cuyas fotografías buscan develar lo que nadie quiere ver: la belleza monstruosa, las almas oscura, quitar los velos a lo trivial”.

Cuerpo adolorido. Viaje. Trasiego. Madre enferma. Grises robados a Cartier-Bresson. La cámara dibuja las grietas de los espejos. Cámara cómplice. El dolor de la pierna se ha incrementado. Cementerio Père-Lachaise. Diana caza huellas. Diana Zurce el vuelo de un pájaro. Clic sobre la tumba de un muerto de bronce. Obsesión. Eros como estremecimiento. Dolor que es un tufo: pestilencia que el organismo humano colecciona.

La autora del volumen de cuentos Amores tóxicos (2008) rubrica un almanaque de visiones preconizadas en la extrañeza. Consciente de que un poema de amor se borda con cifras de contaminadas presunciones, presenta un inventario suscrito sobre pétalos marchitos y semen desparramado en residuos de yerbas y hojas de estaciones fugaces.

“En este libro desnudo mi alma y me muestro frente al lector tal cual soy, aunque no tengo muy claro quién soy. Habito un cuerpo, lo sé. Pero, me gustaría dejar al descubierto a esa que soy por dentro, esa que me habla de noche cuando se abren los silencios. Me interesan los cuerpos mutilados. El dolor que emanan. ¿Por qué la gente no habla de su cuerpo enfermo? Yo me arriesgué hacerlo en El exilio del cuerpo”, comentó en entrevista con La Razón la integrante del Taller Literario Los Juevecinos, fundado por Elena Poniatowska.

¿Qué es para usted el cuerpo? Sé que no soy la carne que soy, ni siquiera soy mis manos ni mi rostro ni mis caderas o mis piernas. Si algo me define un poco son los ojos: pero, reflexionando un poco más, descubro que se debe a que tienen el brillo y la forma de los ojos de mi padre; el iris que rodea mi pupila, como un pequeño sol tostado, se lo robé a mi madre. ¿El cuerpo es eso? No lo sé. En la novela Diana convive con los vericuetos de su pierna enferma, pero no le impide escrudiñar los lances de la sensualidad.

Tributo a una artista visual que fotografió seres deformes. ¿Diana, la protagonista de su novela, es una alegoría de Arbus, álter ego de usted, quien también practica la fotografía? Fue en la adolescencia cuando me surgieron estos cuestionamientos. Me daba cuenta de que personas sin brazos, sin piernas, seguían siendo ellas mismas. Cuerpos mutilados: pero eran ellos. Sino somos cuerpo completo: qué somos. Hurgaba cuanto orificio encontraba en mi cuerpo, en la carne que me cubre. Seguía sin saber dónde estaba yo misma y me di cuenta que no estaba en mi cuerpo. Diana no soy yo. Ella se define por mis dudas, mis preguntas. He admirado desde siempre las imágenes de Diane Arbus.

El exilio

del cuerpo

ME DIJERON que en un rato más entraré sin remedio a la anestesia y entregada como puta dejaré que hagan con mi cuerpo lo que quieran. Un rumor de tambores en mi abdomen me hace saber que tengo miedo Unos hombres embozados de azul me colocarán en un camastro angosto y duro En el quirófano ya no soy yo una pierna pienso y eso siempre me da frío ¡Si al menos fuera un poco tibio! Aunque es cierto que me gusta la anestesia y su alquimia que me introduce a ese sueño artificial privado de imágenes oníricas porque mi inconsciente también duerme y cuando despierto no recuerdo nada gracias al anestesiólogo chamán que me mata y resucita y esta vez espero volver a nacer muy limpiamente Cuando llegue al quirófano sé que me espera el cirujano con el rostro cubierto como cualquier ladrón. Miraré solamente sus ojos él no sabe cuán importantes son porque será lo último que vea antes de morirme por un rato O para siempre Sus ojos de color café no tienen nada de especial sin embargo son ojos y me miran…

FRAGMENTO TOMADO DEL LIBRO

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