“Decidí no ser un don nadie con éxito, renuncié a todo y me puse a escribir”

“Decidí no ser un don nadie con éxito, renuncié a todo y me puse a escribir”
Por:
  • larazon

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Cuando el escritor Francisco Martín Moreno decidió abandonar su trabajo como oficinista para cumplir su sueño: escribir su primera novela México Negro, perdió su matrimonio y sus padres le dejaron de hablar. Tenía 40 años y desde ese momento se puso como meta “no ser un don nadie con éxito”. Desde su infancia se caraterizó por ser un contador de historias, incluso, uno de sus tíos comentaba: “en esta casa hay un niño poeta”, cuenta en entrevista muy personal el autor de Los mexicanos a contraluz.

Bibiana Belsasso: Platícame un poco de tu infancia, tuviste un papá durísimo.

Francisco Martín Moreno: Sí, en la escuela también pase muy malos ratos porque fue durísima, era el Colegio Alemán, esta combinación fue una pinza muy severa, porque mi padre era muy rígido e intolerante, y en la escuela también. Para mí, la vida escolar fue una maldita pesadilla.

Belsasso: ¿Eras bastante inquieto?

Martín Moreno: Sobre todo creativo, tengo una mente muy fantasiosa, pero reprobé todos los años “palitos I, palitos II y palitos III”, pero no por flojo.

Belsasso: ¿Tuviste que repetir años en la primaria?

Martín Moreno: Primero de primaria, tercero y sexto, fue un desastre, pero no por flojo. Salía el profesor Bayer, que era de Física, entonces se ponía la mano izquierda extendida pegada en la espalda y con la derecha desarrollaba la ecuación en el pizarrón, cuando lo veía con la mano extendida en la espalda, yo decía: El Capitán Tormenta desenvainó la espada y señaló ‘vengan aquí prueben el filo de mi espada’. Claro, en ese momento me decía el profesor, ‘ven Martín Moreno y termina la ecuación’. ‘¿Cuál ecuación?, si yo estoy en el Caribe, descolgando a mi hermano que lo ahorcaron en Maracaibo y me lo voy a llevar al corsario negro, me lo voy a llevar en los hombros’, decía.

Belsasso: ¡Inventándote historias!

Martín Moreno: Me encanta inventar historias, tú dime si yo tenía tiempo para fijarme en la ecuación x, todas esas cosas que inventaban, fue una pesadilla.

Belsasso: Pero dicen que hay escuelas para todos los niños, ¿qué hacías en un Colegio Alemán, tan estricto y estructurado?

Martín Moreno: Mi tío Luis le decía a mi papá, ‘tiene usted en casa a un niño poeta, saque a este niño y póngalo en una escuela de Humanidades y deje a sus otros hijos en una escuela científica, técnica, matemática’. —No, es un zángano, decía mi papá y nunca me sacaron de la escuela. Ese fue el desastre.

Belsasso: ¿A los cuántos años acabaste la preparatoria?

Martín Moreno: Creo que salí a los 19.

Belsasso: Pero aun así te matriculas en la carrera de Derecho.

Martín Moreno: Sí, pero no quería estudiar eso sino Filosofía y Letras.

Después de mi currículum académico en la escuela, le dije, ‘papá quiero estudiar Filosofía’. Y me respondió: ‘Ya sé que vas a llegar con arracadas, con la nariz perforada, con unas barbas larguísimas y el pelo hasta la cintura, con huaraches y morral. No, esa no es la Filosofía, no’. Tenía muchos conflictos, entonces decidí estudiar Leyes, por estudiar algo.

Belsasso: ¿Terminaste la carrera?

Martín Moreno: Terminé la carrera de Leyes y luego ingresé al fisco. Fueron trabajos que me estructuraron mucho como la carrera de Derecho y la Secretaría de Hacienda, una institución donde te pones realmente a trabajar y a aprender, no cuentan más que tus conocimientos.

Belsasso: Yo no era tan estructurada y muchas veces el orden externo sí te hace centrarte.

Martín Moreno: Eso fue lo que me pasó a mí y luego ya pensé en la vida adulta. Una vez escuché la sentencia de una poeta inglesa: “Las mentes geniales rara vez son ordenadas”, y dije, esto me queda al pelo.

Belsasso: Pero también sin orden no llegas a ningún lado.

Martín Moreno: A ningún lado. Mi abuelo, un prusiano-alemán, siempre me decía: ‘si quieres tener éxito en la vida, apréndete tres palabras de memoria y serás un triunfador: Disciplina, Disciplina y Disciplina’.

Belsasso: Claro, si no cómo escribes un libro. Y tu madre, ¿cómo era?

Martín Moreno: Mi madre era nacida en Berlín, también era muy rígida, hormada, disciplinada, amante del orden y también, muy poco consentidora.

Belsasso: Cuando recibes el Premio Nacional de Periodismo por Artículo de Fondo tu mamá te dice, ‘no te vayas a creer mucho porque cuando la gente entre más se cree, más tonta es’. ¿Qué tan de acuerdo estás con esa reflexión?

Martín Moreno: Absolutamente, estoy de acuerdo con eso. Dejas de tener contacto con la gente, de enriquecerte en lo personal porque te conviertes en un déspota porque crees que eres superior a la gente; me parece una absoluta falta de inteligencia, de sensibilidad y de talento. Mi mamá me ayudó mucho en eso porque si algo tiene es muchísimo sentido del humor, eso la ha hecho vivir muchos años porque se toma la vida con mucha alegría y siempre le busca el lado cómico a las cosas, y el lado fácil.

Belsasso: Está un poquito enferma.

Martín Moreno: Está un poco enferma, pero bien, va luchando. Ella fue una parte muy importante en mi formación así como mi abuelo y mi padre, todos finalmente dejan algo importante de su personalidad en ti que te sirve para construir tu futuro.

Belsasso: Dicen los datos duros: Francisco Martín Moreno, abogado, formal, casado, tres hijas y un de un día para otro decide “yo quiero ser escritor”, a pesar de lo que decían tus papás, tu exesposa, tus hijas, todo mundo. ¿En

qué momento agarras esa fuerza y tomas esa decisión?

Martín Moreno: ¡Qué buena pregunta!, la sangre se me estaba convirtiendo en veneno, trabajé en la Secretaría de Hacienda en los últimos años, odiaba el tráfico porque trabajaba en Palacio Nacional, odiaba llegar a mi oficina, mi trabajo, mi ambiente, a mí mismo, a mi familia, todo lo odiaba porque no estaba contento conmigo mismo. Me cayó en las manos un libro de Henry Miller, en que le preguntaban ‘qué consejo le daría usted a la juventud’, y él contestaba: ‘escucha tus voces internas y respétalas, antes de que te conviertas en un don nadie con éxito’. Entonces dije: yo voy a ser un Don Nadie con éxito, si llego a ser secretario de Hacienda, así que un buen día dije, esto se acabó, quiero ser escritor y renuncié a todo.

Belsasso: Muchas veces platico con mi hijo y me dice estas son las carreras que más pagan, ¿en cuál me va a ir bien?, pero yo le digo si te gusta lo que haces es donde vas a tener realmente éxito y vas a triunfar.

Martín Moreno: Fue lo que hice y me costó mi matrimonio; me dejaron de hablar mis padres un año y pico; me encerré a escribir, yo decía: tengo que sacar mi primer libro.

Belsasso: Publicas México Negro, un éxito literario que nadie esperaba.

Matín Moreno: Nadie, ni yo, qué te voy a decir, cuando sale el libro a la calle y empiezan a llamarme de los medios, de la radio, de la televisión, del periódico para entrevistarme, yo era el primer sorprendido.

Belsasso: ¿Cómo nace este libro?

Martín Moreno: De la Secretaría de Hacienda, me pregunté ¿cómo se financió la Revolución Mexicana? En México, en 1910 no había una industria de armamento, como tampoco la hay ahora, no había una industria militar, entonces para importar armas, rifles, municiones, necesitabas dólares, marcos alemanes, francos suizos, lo que fuera, oro y plata; pero, en México no había nada de eso durante la Revolución. Ningún proveedor de armas te iba a vender ni siquiera un cartucho con dinero que Villa había hecho en su furgón de ferrocarril, imposible, entonces, qué pasó, dije, ¿cómo es posible que si en México no había una industria militar, ni dólares, ni libras esterlinas ni marcos, ni oro, ni plata, sí había armas para que nos matáramos entre todos nosotros? ¿quién financió la Revolución Mexicana?, ésa fue la pregunta que me volvió loco y trabajé en este tema. Y salió muy bien, ahorita ya llevamos prácticamente un millón 600 mil ejemplares vendidos, el año que viene se conmemoran 30 años de que apareció México Negro.

Belsasso: También abordas temas en contra de la religión, ¿por qué?

Martín Moreno: Estoy convencido de que el principal enemigo de la historia de México ha sido el clero católico, no es que yo sea un enemigo de la religión, porque no soy un teólogo, no puedo criticar la Santísima Trinidad o dogmas de este tipo, no estoy en contra de la religión.

Belsasso: ¿Crees en Dios?

Martín Moreno: No.

Belsasso: Le tiras durísimo a la Iglesia en tus libros, a mí me impacta.

Martín Moreno: Soy enemigo del clero católico porque es el gran causante del atraso mexicano, entre otras razones. Si te pones a ver quién era el encargado de la educación durante toda la Colonia, de 1521 a 1821, era el clero. Cuando llega Iturbide al poder, en 1821, en México, 98 por ciento de mexicanos no sabía leer ni escribir, ellos eran los encargados y mira el fracaso.

Luego empiezan a acaparar durante toda la colonia cantidades enormes de propiedades y de dinero. El clero católico en el siglo XIX, y lo dice Lucas Alamán, tenía el 52 por ciento de la propiedad inmobiliaria del país, territorios gigantescos de manos muertas porque nadie las explotaba ni las trabajaba.

La gente se moría de hambre mientras el clero detentaba todo eso, además tenía la Inquisición, donde murieron no sé cuántas personas. La Inquisición prohibió que llegaran libros del Enciclopedismo y de la Ilustración europeos; tampoco educaron.

Cuando se da la conformación de todos los territorios de la Nueva España, Estados Unidos abre sus puertas para que llegaran chinos, japoneses, coreanos, europeos, africanos. Qué hizo México, la Iglesia dijo, solamente vamos a admitir en nuestro país a católicos. Se detuvo la migración y se dejaron de poblar los territorios de Texas, Nuevo México y California, ante un vecino goloso. La Iglesia es la culpable de que esos territorios no se poblaran.

Belsasso: Muchos novelistas se mueren de envidia de las maravillas que haces y muchos historiadores se enojan porque dicen que no eres historiador. ¿Tus novelas están basada en la historia, pero también son ficticias?

Martín Moreno: Sí, yo soy abogado no soy historiador y nunca me he ostentado como historiador, soy un investigador de la historia, eso sí, me gusta investigarla y contarla. Siempre nos pusieron a un Morelos, a un Hidalgo, a un Vasconcelos, a un Moctezuma Xocoyotzin, a un Pancho Villa —a él no tanto—, pero como seres sacralizados, santificados, purificados, pero son mujeres y hombres de carne y hueso.

Belsasso: Nos hablas de eso con base en datos duros de historia, pero también, no puedes saber si Carranza hacía el amor con calcetines o no.

Martín Moreno: Otra vez pones el dedo en la llaga, el historiador se estrella contra la puerta de la habitación nupcial donde van a pasar la primera noche de bodas Carmelita Romero Rubio y el presidente Porfirio Díaz en 1880, el historiador no puede pasar.

Belsasso: Pero el novelista puede recrear los hechos.

Martín Moreno: Claro, el historiador te dice, se casó Porfirio Díaz, tenía 52 años de edad cuando Carmelita tenía 16 años, eso sí es un dato duro, pero hasta ahí, no puede entrar a la habitación y yo me meto como novelista por debajo de la puerta, o paso a través de las paredes, o me meto por una ventana y contemplo lo que pasa en esa habitación, es un complemento maravilloso porque tengo la información histórica dura, porque en cada libro mío hay 40 o 50 páginas de bibliografía. Aquella noche de bodas del tirano con Carmelita, yo estaba sentado en la mecedora en la habitación de ellos y estaba viendo lo que sucedía. Todo es la imaginación del autor, nada lo he vivido.

Belsasso: ¿Nada, nada?

Martín Moreno: Nada, bueno algo he vivido.

Belsasso: Tienes un libro que es autobiográfico, tu última novela, En media hora narras cómo descubres que provienes de una familia judía. Ahí hay una historia muy sexual de un tío tuyo con una amante francesa, ¿los viste?

Martín Moreno: No, esa historia me la contó mi tío Luis porque estaba perdidamente enamorado de ella. Adele era una mujer guapísima y preciosa. Tuvieron una relación amorosa maravillosa en una coyuntura para mi tío muy difícil, porque él había acabado de salir de la Guerra Civil española y lo encerraron en un campo de concentración en Francia, en el Argelès-sur-Mer, en el Mediterráneo, pasó cuatro o cinco meses hasta que Hitler bombardeó Varsovia.

La relación amorosa de ellos fue maravillosa, porque ella era una mujer tremenda, le interesaba dinamitar los cuarteles de la Gestapo en Francia, ella ponía bombas en las carreteras, en los hoteles y cuando podía, mataba a balazos. Cuando descubres esas historias piensas cómo no me las contaron antes, sino hace apenas cinco años.

Belsasso: Ahora preguntas cortas, respuestas cortas. ¿Tu libro favorito?

Martín Moreno: México secreto puede ser que sea mi libro favorito, la historia de por qué México fue el detonador de la Primera Guerra Mundial.

Belsasso: ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Martín Moreno: Oír música. Me fascina cerrar las puertas, las ventanas, apagar la luz y poner las bocinas a todo lo que dan y escuchar música; también me gusta mucho correr en las mañanas.

Belsasso: Eso de escuchar música, ¿de dónde te nace?

Martín Moreno: De mi abuelo, fue el primero que me enseñó a amar la música, sobre todo la alemana. La única manera que tengo de agradecerle esto de haberme enseñado el placer de la música, es escuchándola todo el tiempo mientras escribo.

Belsasso: Para ti, ¿qué es la amistad?

Martín Moreno: Es una compañía permanente, incondicional y sólida, en donde tú conoces a tus amigos y no necesitas explicaciones de nada.

Belsasso: ¿Y si esa amistad te traiciona?

Martín Moreno: Ya me ha pasado de manera recurrente, hay personas en las que tienes depositada toda tu confianza que te hacen mucho daño, pero tú tienes que tener la capacidad de poderle dar la vuelta a la vida y verla de otra manera y pensar que lo que te pasa no siempre va a ser así y que no todas las personas son iguale. Sí me ha pasado, pero no he dejado que me destruya, ni permitiré que me destruyan.

Bibiana Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?

Martín Moreno: Es difícil decirte cuál, pero uno, sin duda, es cuando terminé mi primer libro, México Negro, lo llamé así no tanto por el petróleo sino por todo el trabajo que me costó hacerlo, el día que me dieron mi libro en la editorial se me subió la temperatura tres grados.

Belsasso: ¿El día más triste de tu vida?

Martín Moreno: El día que perdí a mi hermano Enrique, quien tenía 29 años, se acababa de casar, tenía una bebé y venía en camino su hijo Enrique. Murió de una peritonitis, hace ya muchísimos años, yo tenía 28 años. Hay dolores de los que jamás te recuperas, y vacíos, que jamás vuelves a llenar y ése fue el caso de mi hermano Enrique.

Belsasso: Después de esta tragedia llegaron mujeres maravillosas a tu vida.

Martín Moreno: Sí, cinco con mi esposa. Las mujeres son una maravilla de cariño, de presencia, de atención, de dedicación, de ternura, me siento bendito entre las mujeres.

Belsasso: Te dejas consentir

Martín Moreno: Me encanta.

Belsasso: Complétame esta frase, Francisco Martín Moreno es…

Martín Moreno: Un soñador, un quijote, un hombre lleno de fantasías y de esperanzas, soy naturalmente optimista.