El amor adúltero

El amor adúltero
Por:
  • larazon

Carlos Olivares Baró/carlos.olivares.baro@hotmail.com

Philip Milton Roth (Nueva Jersey, 1933) viene, desde los 70, sorprendiéndonos con una obra narrativa que dilucida de manera fehaciente los factores morales y psicológicos de identidad de la comunidad judía norteamericana. El lamento de Portnoy (1969), Pastoral americana (1997) —Premio Pulitzer—, Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000) conforman un sumario donde la particularidad de los nudos del deseo sexual con el medio y las circunstancias se delibera desde la proyección sutil de un humor que desenmascara miserias y limitaciones de personajes siempre en la disyuntiva de la autenticidad y el disimulo.

Cercano al cosmos de Bellow y Malamud, algunos pasajes de sus libros nos recuerdan a Woody Allen. Hay en los cuatro una preocupación por abordar la problemática del rasgado espíritu de culpa y desasosiego de la identificación cultural de los judíos en Estados Unidos.

Una de sus narraciones más celebrada, El animal moribundo (2001) explora con eficaz tono irónico, los paralelismos entre deseo y muerte.

Eros y thanatos en la configuración dicotómica de un hombre común que envejece acosado por la avidez sexual. Engaño (Planeta, Seix Barral, 2009) se adentra en el sombrío laberinto del amor adúltero. Estructurada en diálogos minimalistas, ambivalentes en sus connotaciones, difusos en las mudas disertadas y eficaces en las revelaciones de mundos interiores: los personajes enhebran sus infortunios en el friso de la realidad y la invención.

Espacios cerrados. Escondidos, los adúlteros dialogan: susurros entre paredes. El mundo exterior desaparece, el intercambio de voces se entrecruza con signos inquisitivos de inteligente proyección dramática.

Relator concurrente de los ímpetus humanos: ante nuestros ojos despliega toda la pesadumbre del “amor” cosido en la hoguera del engaño.

Apunte y mudanza de la imposibilidad comunicativa de la pareja moderna.

Amor lóbrego, bajo la sombra tenue de moteles, puntualizado con precisión de relojero.

Engaño, turbadora y perspicaz historia. Ácida, fisgona, pone los pelos de punta al más convencido de la fidelidad de su pareja. Consonancia convincente de la narrativa norteamericana contemporánea.

Ay del amor

“Sólo el amor engendra melodías” (Martí) porque sólo su acento acompasa el deseo. “¿Cómo sujetar mi alma para / que no roce la tuya?” se pregunta

Rilke. Los amantes se desbordan desnudos y se confiesan ante Dios. Toda ciudad es un cuerpo. Tiempo, la apetencia que nace en las aguas grises de los ríos. El amor, fiereza, ritmo de la carne: cálices que almacenan sospechas. Amor, fruto de un árbol espinado, rosa de un tallo huérfano.

Ay del amor que fortifica. Ay del amor que nos subyuga. Febrero es brutal: más que el abril amenazante. Azorado andamos en la fronda vinculada con el viento: aturdida y maltrecha la procesión por las sendas de su arbitrio: “Es amor fuerça tan fuerte, / que fuerça toda razón” (Manrique). Ay del amor en su encantado y breve pronunciamiento. Ay del amor y sus peregrinaciones. Amantes somos. Qué mejor compañía que un prontuario de apuntes que desnude las arrogancias de semejante indolencia. Antología de la Poesía Amorosa española e hispanoamericana (EDAF, 1993), edición de Víctor de Lama. Recopilación desde el Siglo XI a nuestros días. Desde las Jarchas a Roque Dalton. Yo la llevo conmigo cada vez que penetro las ruinas de la codicia amorosa y el erotismo desafiante.

Frente a un cuerpo desnudo y apetecido se necesitan versos, muchos versos.

Varios autores/Las más bellas cartas de amor

14 de febrero. Comenta el cartero de mi barrio que por estas fechas, el trabajo se duplicaba: “Repartía yo muchos sobres con corazones, y estampillas con angelitos. Las muchachas esperaban inquietas mi llegada en las puertas”. Nadie escribe cartas: el correo electrónico sustituyó esa práctica tan llena de sorpresas para el destinatario. Dicen que ahora es mejor por la rapidez de la red. Se equivocan. Lo emocionante es la espera. Las más bellas cartas de amor (Oveja Negra, 2007) acopia unas 70 epístolas amorosas de personajes como Napoleón, Borges, Bolívar, Neruda, Cervantes, Manuelita, Keats, Miller… “…tus besos, tus lágrimas; tu celos deliciosos y los encantos de la incomparable Josefina atizan incesantemente una llama viva y quemante en mi corazón” (Napoleón a Josefina). “Podría ser martirizado por mi religión; el amor es mi religión” (Keats a Fanny). “Cuando tú eras mía, yo te amaba más por tu genio encantador que por tus atractivos deliciosos” (Bolívar a Manuelita). Imprescindible manual de esquelas cocidas con los tizones del deseo.

Jaime Labastida/La sal me sabría a polvo

El lenguaje es la casa del ser. (Referencia a la frase del filósofo alemán Martin Heidegger.) Palabras y tiempo. Decir y presencia. Ritmo y acaso. El hombre es su habla. “Cuando las palabras, oh diosas, / cuando las palabras odiosas / se aglomeran en el cráneo/ y entonces hablamos…”Cuando las palabras nos precisan. Cuando las palabras nos columpian. Cuando las palabras salen a “borbotones / como si se ahogaran” y el filo de nuestros ojos cicatriza la hendidura de su prisa. La sal me sabría a polvo (Siglo XXI Editores, 2009) de Jaime Labastida (Sinaloa, 1939) es un poemario de prosapia metafísica. La vida, encrucijada de signos verbales que comienza en “el difuso amanecer” de los párpados de un río que corre inagotable por los crepúsculos. Las estaciones se alimentan de verbos, se tragan la cordialidad, mastican con áspera indolencia todo lo que la sombra sugiere. Eros y piedad. San Juan en elegante cadencia. Antífonas ariscas: “Dos lenguas tengo yo: una es de carne. / Otra es aquella hecha toda de voces.” Labastida confirma sus valores de poeta mayor de nuestra lengua.

J.D. Salinger/Narrador norteamericano

Jerome David Salinger (1919 – 2010), autor de la emblemática novela El guardián en el trigal (1951). Periodista en sus inicios. Holden Caulfield, personaje que se burla del modo de vida norteamericano: símbolo de rebeldía e inadaptación. “Un día perfecto para el pez banana”, enigmática obra maestra del relato moderno. Admirador de Melville, crítico mordaz de Hemingway. 65 millones de copias vendidas de El guardián... Murió el pasado 27 de enero en el hermetismo de su silencio voluntario.

fdm