G. Inárritu: Migrantes son la reserva espiritual del mundo

G. Inárritu: Migrantes son la reserva espiritual del mundo
Por:
  • javier_solorzano_zinser

Dentro de las muchas cosas que has estado haciendo está Carne y Arena, en la que uno no sabe dónde está la realidad y dónde la virtualidad ¿De dónde sale la idea de pensar virtualmente la frontera? A lo largo de las películas que he hecho he tocado el tema de la migración, en Babel, en Biutiful, además vivo en Los Angeles, donde es muy difícil ser ajeno a la realidad de 5 millones de compatriotas que siempre están al borde de la línea con una sensación de orfandad como apátridas. Hace cuatro años tuve una idea, mucho antes de la situación que estamos viviendo ahorita. Pensé que para entenderlos la gente debía vivir un fragmento de la realidad de estos millones de personas en el mundo. Entender es la otra palabra del amor; si tú no entiendes, no puedes amar. Yo creo que el entendimiento es crucial para ver esta realidad que va más allá de los partidos e ideologías.

La historia, de seis minutos y medio, es una historia que se debe ver en dos marcos, primero el tecnológico, que llama poderosamente la atención, y luego está la historia social, las personas que ves en pequeños recuadros ¿Esas historias cómo las fuiste armando, cómo fue el proceso de acercamiento del cineasta. A veces da la impresión de que es un asunto de investigación periodística? Federico Bustamante, un colombianoamericano, y  su esposa (noruega) tienen una casa en Los Angeles, que se llama Casa Libre, en donde de manera legal le dan hogar, comida, estancia, ayuda y asesoramiento a refugiados, a muchos jóvenes sobre todo. A través de esa casa entrevisté y conocí por más de una hora a cientos de ellos. Una labor periodística de documental. Luego invité a participar en el proyecto a algunas de las personas que había conocido, tomé pequeñas anotaciones de los detalles que marcan una travesía de este nivel. Escribí un guion como si todos ellos hubieran viajado juntos en la noche, en el desierto. Es una especie de docuficción digital. Hicimos ejercicios de teatro para que pudieran reconocer sus emociones con su cuerpo y las pudieran representar. Todas las personas que están ahí, las que te cuentan y vives su experiencia, son personas a las que les pasó eso. Es real desde el policía hasta el coyote, que estuvo 15 años en la cárcel. Es una realidad que se autorrepresenta con algo de ficción y representación de sueño.

¿Dónde los colocaste?¿En un estudio? Primero hicimos ejercicios de teatro, una terapia, fue casi un proceso catártico muy emocional. Los rostros que ven en el tercer acto de Carne y Arena los filmé un día después de que ganó Trump. Estábamos todos desechos en Los Angeles así que los llevé al desierto y les pregunté: ¿Dime qué piensas y qué sientes sobre lo que pasó ayer pero no con palabras sino con la mirada? Esa complejidad es lo que ves ahí. Luego hice una toma para que me lo dijeran con palabras. Aun así nadie se expresó mal, incluso tenían la esperanza de que Dios cambiara el corazón de este hombre. Una  bondad y nobleza muy impactantes.

Uno de los testimonios que me parece brutal es el que dice: ”yo lo único que quería era el sueño americano”…La pesadilla americana, llamémosle ahora

¿Este trabajo es una obra inédita? Sí, no tiene precedentes. Temáticamente no se ha realizado algo así. Logramos encontrar la forma de que no sólo fuera un evento tecnológico, sino que tuviera un impacto emocional. La tecnología se subordinó a lo emocional.

Por momentos sientes que te hablan Hay un momento en el que dejas de ser visitante y te conviertes en inmigrante. Así lo quise hacer. A diferencia del cine, en donde observas de una forma pasiva, aquí eres una parte activa, comandas, visitas y te transformas. Es curioso ver cómo las personas cambian de identidad. Están detrás de los policías o hay gente que es empática con los inmigrantes y se tira al suelo, se esconden  tras los arbustos… no está mal ni bien, es algo que tiene qué ver con la identidad.

¿De qué tamaño es el problema migrante México-Estados Unidos? Es un problema que ya tiene mucho tiempo. A mí lo que personalmente me da mucha tristeza es que nuestro país no les ha dado a nuestros compatriotas esa oportunidad de trabajo educación y seguridad y que el 65 por ciento de los jóvenes está huyendo por sus vidas a lugares donde puedan vivir fuera de la impunidad. Ambos países tienen un déficit enorme. Se les ve como un problema pero en realidad son el segundo ingreso económico de nuestro país, la reserva espiritual del mundo. El inmigrante mexicano y centroamericano son los mejores que puede haber porque sólo quiere trabajar.

Si los traemos para acá ¿Qué significaría? Ganaríamos una de las mejores comunidades del mundo.

¿Has hablado con los dreamers? ¿qué te dicen? Que hay una sensación de impotencia, de tristeza, de indignación porque se les está acusando de un delito que no cometieron.

Esto es un reflejo de la frontera norte ¿Qué es la frontera sur, donde nos ligamos al famosos triángulo de Honduras, Guatemala y El Salvador? Es un problema mundial, no es un problema geográfico. En Europa pude observar la crisis de migrantes africanos y del Medio Oriente; es increíble lo que ves, pero las historias son las mismas sus océanos son nuestros desiertos. Es una crisis humana.

Eres un personaje metido en la sociedad estadounidense ¿Cómo la vives? Es una realidad compleja, algo que no se puede ver en blanco y negro, es una multirrealidad. EU tiene una severa división, pero hay que recordar que se fundó con migrantes.

Hay una poderosa narrativa… La instalación es uno por uno, no es una experiencia colectiva. Yo creo que si contamos historias de individuos la realidad se manifiesta con toda su complejidad.

¿Se ve muy deteriorado el país desde donde tú estás? El prisma de la realidad mexicana es tan complejo que veo que muchas cosas han cambiado y otras han empeorado. Por un lado están las alegría las fiestas y por el otro, la corrupción e impunidad; si no lo hubiera seríamos un gran país.