“En el fondo los novelistas llevamos a un filósofo dentro”

“En el fondo los novelistas llevamos a un filósofo dentro”
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  • carlos_olivares_baro

El narrador David Toscana (Monterrey, Nuevo León, 1961) acaba de ganar el Premio Xavier Villaurrutia 2017 por su novela Olegaroy (Alfaguara, 2017): un sujeto de 53 años de edad, ensimismado, introvertido y acosado por el  insomnio desarrolla pensamientos filosóficos en medio de la noche. Su alma infantil lo lleva a preguntarse sobre los acontecimientos de la vida cotidiana; pero, retoma ideas de grandes filósofos como Nietzsche o Heidegger.

El Dato: El premio se estableció en 1955, por el escritor y crítico literario Francisco Zendejas Gómez, y desde entonces se entrega cada año como un reconocimiento de los escritores para los escritores.

Se advierten ciertos guiños a La conjura de los necios, de John Kennedy Toole: Olegaroy sostiene una relación enfermiza con su madre y, desde una ‘visión inocente’, se obsesiona y especula con el tema de la muerte. Decide escribir la Enciclopedia de la desgracia humana, en la cual describe ‘todas las formas posibles de morir’. El autor de Estación de Tula nos entrega un personaje aparentemente insubstancial, pero que se crece frente a las circunstancias que lo abruman.

El brutal asesinato de una joven estimula a Olegaroy  a tomar la pesquisa de las causas del homicidio por su cuenta: en el transcurso de la indagación se enfrenta a las vacilaciones que más importunan al ser humano  desde siempre. Inicio de ‘relato policíaco’ que se bifurca por otros senderos en juego constante con el insomnio: “El insomne  le tiene miedo a la noche, escribió Olegaroy en un trozo de papel que acabó por perder. El insomnio es peor que una pesadilla porque no existe la escapatoria de despertar, escribió Olegaroy en otro papel que también se perdió”.

Olegaroy es un ‘artefacto narrativo-filosófico’ en el sentido  de la edificación de una fábula en que intricadas reflexiones que recrean el universo teórico del pensamiento griego, Spinoza, Kant, Kierkegaard, Newton, Leibniz, Nietzsche o Heidegger dialogan con un personaje acosado por la duda y la perplejidad.

“La novela siempre ha estado cerca de la filosofía. En el fondo los novelistas llevamos dentro a un filósofo; si no, vean con detenimiento los gestos del Quijote. La propuesta en Olegaroy está en integrar en el narrador a una especie de crítico literario, filósofo, historiador e ‘imaginador-fabulador’ que le dé vueltas de tuerca a las ocurrencias e ideas de los personajes, así se le encuentra un fondo aun a lo que parece superficial”, ataja el autor de la  novela  Evangelina (2016).

¿Novela ‘quijotesca’? Igual que don Quijote, Olegaroy se transforma con una lectura: cuando lee la noticia del asesinato de la joven. Esa noticia le hace concluir que casi todo lo que nos conmina en la vida es resultado de las palabras, del lenguaje que sirve para hacer enunciados auténticos y/o discutibles: la dualidad  de verdadero o falso. Esto lleva a Olegaroy a adentrarse en un asunto complejo: las correspondencias entre realidad y ficción.

Se aprecian puntos de contactos con tus novelas anteriores, sobre todo la temática de la muerte... Sí, es cierto. Pero, no sé si Olegaroy es, a ciencia cierta, una novela. Filosofía y humor se dan la mano en este texto de extrañezas y de criterios olegarianos.

Un jurado integrado por Vicente Quirarte, Silvia Molina y Vicente Garrido, en coordinación con la Sociedad Alfonsina Internacional, concedieron a Olegaroy, de David Toscana, el Premio Xavier Villaurrutia 2017, el cual será entregado el 17 de abril a las 12 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

 

Olegaroy

David Toscana

El que hubiese personas despiertas cuando él no podía dormir era una obviedad. Mas ésa no era razón para que Olegaroy pensara en ello. Nunca había pensado en incontables obviedades. Por ejemplo: que ni su madre ni su abuela ni su bisabuela ni su tatarabuela habían sido estériles. Que ya habían muerto todos los  eles que besaron la mano del papa Gregorio XVI. Que en un orden alfabético, Espronceda viene después de Damián o que varias personas nacieron el 4 de enero de 1017. Nadie, hasta el día de hoy, había pensado en la obviedad de que Olegaroy al revés es Yoragelo, y que el orden de los factores altera el sonido de dos de estas letras. Por eso para Olegaroy fue una revelación el asesinato de Antonia Crespo. Se trataba de al menos dos personas despiertas en la madrugada. Y al combinar el hecho con el postulado de que los enamorados acuchillan más que los ladrones, amasó tanta satisfacción como si su cerebro acabase de inventar el solenoide.

Por la tarde se sentó a la mesa con su madre. Merendaron un plátano con crema. Olegaroy le dijo:

—Estoy para grandes cosas.

Esa noche se metió vestido en la cama. Incluso con zapatos. Esperó a que la madre apagara la luz de su habitación. Antes de diez minutos Olegaroy escuchó el silbido de la mujer dormida.

Fragmento.