Publica Los peones son el alma del juego

“La memoria es promiscua, se roba los recuerdos de otros”: Homero Aridjis

El poeta devela en su reciente libro retratos de Paz, Rulfo, Arreola...; asegura que es el reflejo de su propia vida y la nostalgia de una CDMX de vigor cultural

El ensayista, en 2015, durante un homenaje que se le rindió en el Museo de la CDMX.
El ensayista, en 2015, durante un homenaje que se le rindió en el Museo de la CDMX.Foto: Cuartoscuro
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A trayectoria de más de 60 años en las letras (48 libros publicados) del poeta, ensayista, dramaturgo, narrador, ambientalista, diplomático y escritor de libros infantiles Homero Aridjis (Michoacán, 1940) lo avala como una de las figuras cardinales de la literatura mexicana contemporánea. Obra traducida a quince idiomas, la cual ha sido distinguida con importantes premios en México, Italia, Francia, Serbia y Estados Unidos (Xavier Villaurrutia, Diana-Novedades, Grinzane Cavour, Elena Violani Landi de la Universidad de Bologna, Roger Caillois...).

Después de los recientes volúmenes Carne de Dios (2015), El testamento del Dragón (2018) y La poesía llama (2018), Homero Aridjis entrega Los peones son el alma del juego (Alfaguara, 2021): suerte de ‘autobiografía’ en los linderos de la ‘autoficción’ que colinda con los propósitos de El testamento del Dragón: un joven de 18 años de edad, con aspiraciones de convertirse en poeta, llega a la Ciudad de México a finales de los años 50 del siglo pasado y se imbuye en la intensa vida cultural de la capital. Asiste a talleres y peñas literarios que lo vinculan con protagonistas fundamentales del arte y la literatura de esa época marcada por una férvida creatividad (Arreola, Rulfo, Paz, Elena Garro, García Márquez, Buñuel, Nahui Olin...).

“Este libro es un poco el reflejo de mi vida desde el recuerdo de una Ciudad de México vital. Yo llego de Michoacán y arribo a una urbe muy dinámica y llena de cultura con las calles muy animadas: había mucha poesía, música, pintura, teatro, cine. Ese México se fue con la llegada del metro y la sobrepoblación, se convirtió en una urbe inhabitable. La ciudad y el tiempo son personajes dentro de la novela”, expresó a La Razón el autor del mítico poemario Mirándola dormir.

Me propuse ver a estas figuras como seres humanos, no como estatuas: no los glorifico; pero, tampoco los denigro. Mudo los apuntes de un diario secreto a espacios novelísticos

Homero Aridjis, Poeta

“Avanza el primer peón / y allí adonde llega / al impávido horizonte /sostiene la penumbra / y a Dios”: cito unos versos suyos. ¿Las estrategias del ajedrez para narrar? El ajedrez es para mí una metáfora de la vida, sus estrategias han quedado impregnadas en mi vida, es decir, en mi literatura. Me valgo de los sigilos que hay en cada desplazamiento de las piezas del juego para develar episodios de mi formación como poeta y escritor.

¿Usted le ganaba a Arreola en el ajedrez? Por el ajedrez nos hicimos amigos y cómplices. Lo jugábamos, hubo competencia dentro de la cordialidad y el enfrentamiento. Le gané muchas veces. Era un derrotado infalible: entre más perdía más pasión lo acompañaba; sin embargo, como tallerista literario, no he conocido a otro como él.

Hay disgustos por sus revelaciones como esa de un José Emilio Pacheco glotón, un Rulfo antipático y alcohólico, una Elena Garro ingrata, un Octavio Paz arrogante... ¿Lo sabe usted? Algunos estarán en contra de estas revelaciones. Para nadie es un secreto que Paz, por ejemplo, tiene muchos seguidores fanáticos, quienes estarán molestos. Me propuse ver a estas figuras como seres humanos, no como estatuas: no los glorifico; pero, tampoco los denigro. Mudo los apuntes de un diario secreto a espacios novelísticos.

¿Por qué revelar aspectos como los gestos sexuales? Recurro a ellos, pero sin hacer escándalo, muchas cosas que cuento son de dominio público. Refiero a Juan Ibáñez, por ejemplo, como erotómano compulsivo que era, imposible hablar de él sin mencionar su lascivia.

¿Memoria personal y social al dilucidar voces y rostros de otros? Tengo 80 años, los cuales me otorgan el derecho a revivir el pasado. La intención es trasmitir algo vivido, real. La memoria es una forma de conocimiento. Escribo pasajes de la vida de otros, empalmados con mi vida. Los espejismos y las efemérides se revuelven: quise trazar el retrato de una época que ha sido esbozada de manera solemne por la crítica y los historiadores.

¿Autobiografía que recurre al contexto histórico-social como premisa fundamental? Es la única manera de hacerlo. La memoria es promiscua: se roba recuerdos de otros, hábitos de amigos y se mezclan ecos de la ficción. Sé que es un libro controvertible en estas circunstancias donde lo cultural se mezcla con lo político.

Homero Aridjis
Poeta y narrador
  • Nació: 6 de abril de 1940
  • Galardones: Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores por Mirándola dormir; Premio Grinzane Cavour por 142: Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla; y Premio Roger Caillois de Francia, entre otros
  • Obras: La musa roja (1958), Perséfone (1967), Quemar las naves (1975), La montaña de las mariposas (2000) y Los invisibles (2010), por mencionar algunas.
Los peones son el alma del juego
Los peones son el alma del juego
Los peones son el alma del juego
  • Autor: Homero Aridjis
  • Género: Novela /Autoficción
  • Editorial: Alfaguara, 2021

Los peones son el alma del juego
​Por Homero Aridjis

Alex y Arreola llegaron en taxi a la Casa Azul. Se habían citado con Carlos Pellicer para visitar juntos el museo. Pellicer había sido buen amigo de Frida Kahlo hasta el día de su muerte, ocurrida en 1954, y mucho podía hablar de su vida y de su obra. Lo raro fue que, al llegar a la puerta, el policía que les pidió identificación y nombre les dijo que no podían entrar porque ya habían entrado. Exactamente los dos, y con la misma ropa. Para demostrarlo revisó su lista de visitantes y encontró sus nombres registrados. “Imposible que seamos los mismos, porque acabamos de llegar”, dijo Alex. Y aclarado el error, los dejaron pasar.

“El día que murió Frida Kahlo fue el final del México de la primera mitad del siglo XX. Murió con ella un tiempo de revoluciones, nacionalizaciones y reformas”, dijo Pellicer de entrada. “Al enterarme de la noticia de su muerte me pedí a mí mismo un año de silencio. Recuerdo que vine a la Casa Azul permaneciendo en el umbral como un heraldo medieval, y hasta el día de hoy todavía no sé si su muerte fue natural o un suicidio”. Pellicer se distrajo viendo a una mujer vestida como la artista fallecida [...]

FRAGMENTO TOMADO DEL LIBRO