Hoy sólo pedimos un día sin feminicidios. ¡Ni una más! Gritamos.

Hoy sólo pedimos un día sin feminicidios. ¡Ni una más! Gritamos.
Por:
  • larazon

En México, hoy es imposible aspirar a un día dedicado a la reflexión sobre el estado actual de las mujeres y su camino por la igualdad de derechos. Ojalá estuviéramos en eso, pero estamos muy ocupadas clamando por nuestras vidas, demandando seguridad e integridad.

En México, el Día Internacional de la Mujer se vive en un bombardeo de datos alarmantes, marchas y sí,  pintas, muchas pintas que describen una pequeña parte de nuestra frustración. La escalada de la violencia de género nos convierte en uno de los países más peligrosos para las mujeres en el mundo. México es víctima del rechazo, el machismo y el odio a la mujer.

No hay manera de negarlo: México vive diezmado por el feminicidio.

En 2009 el mundo entero supo lo que sucedía en Ciudad Juárez. La sentencia de la Corte Interamericana escandalizaba al mundo con la brutalidad de los feminicidios del Campo Algodonero. En 2010 Mariana Lima Buendía era asesinada por su pareja, un policía magisterial del Estado de México. Entre 2010 y 2015, su madre, Irinea Buendía Cortés, se adentró en las leyes y soportó amenazas inimaginables para lograr, junto con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), que la Suprema Corte de Justicia emitiera la sentencia coincidente a la investigación de la muerte violenta de Mariana Lima Buendía y el reconocimiento del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y discriminación. Algo que, en la práctica, aún no sucede.

En 2017, apenas dos años después de los avances motivados por Irinea, nos estremecía el feminicidio de Lesby Berlín Osorio, estrangulada con el cable del teléfono en plena Facultad de Ingeniería de la UNAM. Las primeras investigaciones ponían en evidencia la falta de ética y el desprecio de las autoridades: se culpaba a la víctima de su propia muerte, acusándola de “alcohólica y mala estudiante”.

Entre 2016 y 2017 se cuantificaban de siete a ocho víctimas de feminicidio cada día. Ahora, en pleno 2020 son entre 10 y 11 las mujeres asesinadas diariamente por el sólo hecho de ser mujeres.

Recordamos con dolor a Ingrid Escamilla, vejada en vida por su pareja y después de su feminicidio por los funcionarios —aún impunes— que exhibieron sin decencia alguna las fotografías de sus restos descuartizados. Nos lastima el feminicidio de Fátima, la niña de siete años que seguiría con vida si las autoridades hubieran actuado a tiempo. Hoy lloramos a Alicia Cortés Lara, víctima de su pareja sentimental y jefe. En lo que va del año hemos perdido a más 600 mujeres.

Son pocos los casos que se vuelven célebres. Son más las víctimas desconocidas, las muertes en el anonimato, siempre llenas de crueldad. También son muchos más los gritos de enojo y más los grupos de mujeres organizadas que exigimos seguridad y garantías básicas para nuestro género. La impunidad se ha vuelto intolerable. Nuestra indignación se desborda.

No podemos dejar de hablar del Feminicidio. No debemos. Es nuestro tema, tan nuestro como la identidad que con tanto orgullo ostentamos. Nuestra conciencia nos llama a hacer, a gritar. A clamar por la vida de las mujeres.

Si no lo atendemos, si no participamos, si no nos sumamos al clamor, seremos cómplices.

¡Ni una más!