La Conspiradora reivindica a la Güera Rodríguez

La Conspiradora reivindica a la Güera Rodríguez
Por:
  • carlos_olivares_baro

María Ignacia Rodríguez de Velasco (1778–1850), más conocida como la Güera Rodríguez, constituye una de las leyendas más seductoras de la Historia de México. Hermosa, atrevida, enérgica, rica, idealista, intrigante, libertina, encantadora y descomedida,  se codeó con las altas esferas  de la sociedad novohispana en disfrute de enormes riquezas; pero, lo comprometió todo en aras de ideales patrióticos por la Independencia de México.

Olvidada en la historiografía oficial, donde no se ha destacado su protagonismo determinante en la Guerra de Independencia de México, la Güera Rodríguez aparece estigmatizada moralmente por los maridos y amantes que rondaron su existencia. Incondicional de Agustín de Iturbide, tuvo una relación sentimental con el libertador Simón Bolívar y, asimismo, con el naturalista alemán Alexander von Humboldt.

Aparece La Conspiradora (Editorial Planeta Mexicana, 2019), del guionista y comunicador Guillermo Barba (Ciudad de México, 1951): thriller histórico que narra con vehemencia, como no lo han hecho los anales de la Historia de México, los trances, gestos y acciones de una mujer extravagante y liberal, quien fue amiga de virreyes y protectora de Hidalgo, Allende e Iturbide. Fábula que trenza la biografía con el relato de suspenso para exponer talantes inéditos, o deliberadamente silenciados, de una fémina a contracorriente de los preceptos

éticos de su tiempo.

“Sólo he querido reivindicar a María Ignacia Rodríguez de Velasco, la extraordinaria y controvertida Güera Rodríguez. Hay pocos estudios sobre ella. La misoginia ha desdeñado el papel de la mujer en la Independencia. Libertina ilustrada, la vida de la Güera ha sido empañada por el embuste, la especulación, el morbo y el escándalo: es casi imposible delimitar la frontera entre el mito y la realidad. Esta novela está basada en hechos históricos, pero la ficción juega un papel concluyente”, expuso, en entrevista con La Razón, Guillermo Barba.

El Dato: En dos ocasiones la Güera logró escapar del tribunal de la Inquisición por actos de rebeldía contra lo establecido.

¿Por qué recurrió a un discurso narrativo de tensiones emocionales? La vida de la Güera está imbuida de obscuras maniobras, conspiraciones políticas, clandestinajes, entresijos libertarios, misterios y traiciones amorosas. Hay un respeto por lo histórico, pero decidí darle un tono de suspenso, de thriller cinematográfico, a la novela.

¿Tercera persona narrativa donde un yo se interpola a la manera de Flaubert? Leí, antes de comenzar a escribir sobre la Güera,  Madame Bovary  con el objetivo de observar asuntos de la época. El modo de afrontar la tercera persona omnisciente de Flaubert se impregnó en mí. También Balzac estuvo rondando mientras escribía.

Relato muy visual con montaje de planos cinematográficos. ¿La adaptaría al cine? Tengo propuestas para una serie de televisión, pero todavía no se concreta nada.

Mujer temeraria, esta Güera Rodríguez... El historiador Martín Quirarte me introdujo en su fascinante vida. Me aboqué a una investigación rigurosa. Sí, una mujer admirable: qué pena que el chisme y los supuestos, muchos artificiosos, empañen sus actos.

Guillermo Barba

Profesión: Guionista y comunicador

Nació: 1951, CDMX

Otros trabajos: Juan sin sueño (libro), Amar no es querer (película)

La conspiradora

Autor: Guillermo Barba

Género: Novela

Editorial: Planeta, 2019

 

 

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SOBERANÍA POPULAR

1808

Sentada en un cómodo sillón del pequeño y lujoso teatro del Palacio Real, la Güera reía a carcajadas por las ocurrencias de los comediantes. En la obra se había incluido a un mono vestido de general francés con la intención de ridiculizar a Murat —cuñado de Napoleón—, asunto que provocaba constantes risotadas al selecto grupo de invitados. Sin embargo, a media función los comediantes suspendieron sus parlamentos y miraron hacia el virrey, quien en ese preciso momento recibía correo de España. Al leer en silencio las primeras líneas se puso de pie con el rostro desencajado y se alejó de inmediato hacia su despacho, seguido por la virreina y dos de sus más cercanos consejeros.

Tras breves minutos, un oficial entró al salón y solicitó amablemente a los comediantes e invitados que abandonaron el palacio. La Güera, decidida a permanecer y enterarse de lo acontecido, intentó dirigirse hacia donde se hallaba Joaquina de Aranguren, dama que administraba los negocios de doña Inés y vivía allí mismo; sin embargo, el oficial la interceptó a medio camino.

—Disculpad, madame, el virrey ha ordenado que los invitados deben abandonar el palacio.

—No se preocupe, don Jacinto. —La Güera conocía bien al oficial que servía de asistente a don José—. La virreina me ha solicitado que la espere.

-Son órdenes del virrey; no puedo desobedecerlo.

—Ni yo a la virreina, a quien debo lealtad por ser dama de honor— dijo sin inmutarse, prosiguiendo su andar.

EXTRACTO RETOMADO DE LA NOVELA LA CONSPIRADORA