La máquina de los deseos

La máquina de los deseos
Por:
  • raul_sales

Se imaginan un mundo donde los adelantos tecnológicos estén al alcance de todos, donde no el hambre y el analfabetismo son sólo palabras que aparecen en los diccionarios y libros de historia. Se imaginan un lugar donde el petróleo es sólo un recurso más y que ni siquiera es muy usado por lo contaminante que puede llegar a ser. Pues bien, ese mundo existe, nada más que, no existe en este universo.

Abran su mente por un instante e imaginen que cada una de sus acciones y decisiones marcan caminos diferentes. En este universo fue Planck, Bohr, Einstein, Heisenberg, Dirac, Von Neumann y Schrödinger los que determinaron la teoría del quantum-in aeternum, perdón, aquí sólo es cuántica, no puedo hablarles de la teoría que se desarrolló por completo de donde vengo porque ni yo la entiendo pero, ahí es tan usada como aquí la gasolina (que por cierto, si Tesla no se hubiera muerto en este universo, seguro que hubieran disfrutado los transportes que desarrolló a las terriblemente asquerosas máquinas que ustedes llaman automóviles) pero, para darles una idea, baste que les hable de Schrödinger y su famoso experimento del gato en la caja. Sí, ese donde el gato está encerrado con un frasco de veneno y una partícula radioactiva del 0.5 que mientras no se abra, la onda se superpone hasta llegar al punto en que está vivo y muerto y ambas, son verdad.

Mi trabajo en ese otro universo consistía en darle mantenimiento a las maquinas solares de aire acondicionado del Centro de Estudios Relativistas, enorme elefante blanco si me preguntan a mí, que sólo malgastaba dinero de nuestros impuestos buscando la forma de viajar en el tiempo, cosa que hasta el más pequeño de nuestros niños sabe que no es posible, sin embargo, las teorías eran de lo más divertidas y como los "estudiosos" (así llamamos a los que pierden su tiempo en estudios sin sentido solo para demostrar que tienen o no tienen razón. Así de "importante" el asunto) en su ensimismamiento de las supuestas formas de evitar las paradojas, en el inexistente momento en que lograrían discernir el cómo, solían dejar prendidos los aires al máximo, terminaban por fundir los pequeños acumuladores que guardaban y administraban la energía para la conversión de la temperatura. En fin, el caso es que iba, abría el panel, cambiaba el acumulador y les descontaba el cargo directamente en el módulo de pagos poniendo mi huella.

En una de esas ocasiones tardé más de lo normal y no debido a holgazanería (eso existe sólo aquí, ahí el pago era en base a resultados de rendimiento... ahora que lo pienso, no sé cómo les pagarían a los "estudiosos" del CER si nunca daban resultados) sino porque me topé con una de esas bellezas que cuando las observas logran borrar todo lo demás de tu campo visual. Ella discutía acaloradamente con un anciano diminuto acerca de una de las kilométricas ecuaciones de la pared táctil y ampliaba y volvía ampliar el segmento de la ecuación y la tez del diminuto viejo se tornaba roja mientras su cabeza se movía de un lado a otro negando. Señalaban una ecuación de transferencia, muy similar a las que veíamos en la escuela de mecánica así que antes de darme cuenta, opiné. Mi razonamiento era simple, tan simple como puede ser el de un mecánico, que por lo que me acababa de dar cuenta era equivalente a ser invisible por el respingo que dieron los "estudiosos". Lo que dije fue: "Parece que les faltó la variable de temperatura en la ecuación".

Sus ojos se abrieron y sin decirme una palabra, empezaron a digitar sobre la pared; en pocos minutos medio CER estaba viendo por encima del hombro del que les quedaba enfrente en una estructura piramidal de cabezas despeinadas.

Me encogí de hombros y me encaminé a la puerta. Una mano me tomó del hombro y me detuvo, era la hermosa mujer que arrebolada me sonreía agradeciéndome por el gran avance que les acababa de dar y me besó con un beso rápido y luego dijo más, aunque, no supe que más dijo, sus labios rosados tenían un terrible efecto hipnótico y no pude concentrarme en nada más.

A partir de ese momento me volví visible y cosa extraña, iba aún no hubiera nada que reparar y hacía como que hacía, mientras hacía tiempo esperando que apareciera. Una cosa llevó a la otra y aunque era infinitamente más inteligente que yo y ambos estábamos conscientes, nos la pasábamos bien y terminamos por enamorarnos.

Cuando me mudé a su departamento que era mucho más grande que el mío (ella había despejado una de mis incógnitas, la mayoría de los "estudiosos" o vivían de las patentes o eran hijos de otros "estudiosos" que habían patentado) pasaba horas escuchándola hablar de sus teorías y como la variable de temperatura había roto ese punto muerto y aunque no las entendía en lo más mínimo, me encantaba oír su voz. Todo era perfecto hasta que le dije que por qué no, hacía realidad la teoría, la suya era una derivación de la pérdida de tiempo del viaje en el tiempo (aún me encanta ese paralelismo) que hablaba de la conjunción de múltiples realidades convergentes y divergentes y la frecuencia de sincronía. Sus ojos se iluminaron y no dijo nada más pues sus labios se pegaron furiosa y apasionadamente a los míos.

Los días y las noches siguientes seguimos con nuestra rutina hasta que una buena tarde llegaron decenas de paquetes, pequeños la mayoría, unos grandes y uno inmenso. Ella aplaudía, cual niña con regalo nuevo mientras me pedía que arrinconara todos los muebles de la sala, en el estudio.

Después de la interminable noche abriendo cajas que iban desde aparatos domésticos hasta un gran acumulador industrial, terminamos haciendo el amor sobre los cartones. Los siguientes días me dediqué a desarmar aparatos domésticos para sacar piezas de unos y de otros y siguiendo sus instrucciones, empezó a tomar forma una máquina kafkiana alrededor de una silla ergonómica de piel sintética. Ella me explicó que lo que haría el armatoste era determinar el punto exacto de probabilidad para incluir la variable deseada en el universo, ajustando la realidad a esa variable. Ella la llamaba "Maquina de exclusión probabilística quantum-in aeternum", yo la llamaba simplemente "La máquina de los deseos".

Cuando la conectamos al acumulador industrial una serie de pitidos y alarmas de encendido de los incontables aparatos domésticos se pusieron en marcha, ella conectó su consola quantum casera y se sentó en la silla pidió que abriera el traductor de variables y sonriéndome escribió su "deseo", las luces subieron su intensidad hasta el punto de cegarme momentáneamente para luego quemar sus resistencias explotando en chispas no incandescentes. Había desaparecido, ella sabía que eso podía pasar, así que me había escrito unas líneas para que las escribiera en el traductor si eso sucedía. Aterrado pero con una fe inquebrantable en ella me senté en la silla, abrí el traductor, tomé el papel y leí "Encontrarme con ella" lo escribí pero antes de apretar intro, dudé y luego introduje "Ser millonario y encontrarme con ella"-INTRO.

Sí, dedujiste bien, el "Y" indica una variable más y la primera es la válida. Así que aquí estoy, en una realidad diferente, absurdamente millonario pero... sin ella.

Espero que ella me esté buscando y que su universo no esté tan atrasado como este para que lo consiga. Mientras yo, estaré agonizando en la espera y tendré cuidado con lo que deseo pues puede que... trágicamente... se cumpla.