Marcos Castro lleva a Zona Maco sus fábulas de identidad nacional

Marcos Castro lleva a Zona Maco sus fábulas de identidad nacional
Por:
  • raul-campos

Entre las propuestas que aglutina la oferta de arte contemporáneo de Zona Maco, la feria de arte más importante de América Latina que inicia hoy, destacan las creaciones de Marcos Castro, artista visual que reinterpreta elementos simbólicos de la identidad mexicana y los plasma en su obra mezclados con ciencia ficción y generando una estética romántica de lo antropológico.

Precisamente, para la feria Zona Maco, el artista construyó un mural de cerámicas hechas y pintadas a mano, en donde se muestra a un ser híbrido levantarse. La pieza forma parte de la colección El Color del Sur, compuesta de jarrones, mosaicos y dibujos, en donde el azul es protagonista, siendo el color que los mexicas asociaban con Huitzilopochtli, Dios de la guerra, y con el Sur como punto cardinal.

En este mural también representó la imagen de un cuerpo en plena mutación. También pueden apreciarse rasgos icónicos de la Virgen de Guadalupe.

La historia de Marcos Castro es peculiar, abandonó la escuela de artes La Esmeralda no por falta de vocación, sino porque ya no le daba tiempo de asistir: “tuve mi primera exposición individual mientras estaba en la escuela, fue una serie de dibujos en la galería Proyectos Monclova. A partir de eso me empezaron a invitar a otros lados, hice algunas residencias y la tuve que dejar porque ya no me daba chance de ir”.

“Desde que era niño dibujaba y pintaba porque la mía es una familia de artistas; mis tíos y mis padres son pintores”, recuerda en entrevista. Ahora, es un creador multidisciplinario en cuyo repertorio dominan el dibujo y la instalación; su obra ha sido expuesta en galerías como Dot Fiftyone Miami, Luis Adelantado, Arróniz Arte Contemporáneo, Machete, el Museo de la Ciudad de México, el Ex Teresa Arte Actual y el Museo Experimental del Eco.

El Dato: Ha realizado diversas exposiciones individuales.Objetos Necesarios en la Galería Dot Fiftyone Miami, es una.

En su trabajo pictórico, entidades salidas de la fauna y la fábula actúan los cataclismos que componen a la condición humana: “no sé en qué momento comencé a hacerme de dibujos que, según yo, hablaban de cosas que estaba sintiendo y viviendo entonces, hacía animales para hablar arquetípicamente de mis emociones, mismos a los que empecé a otorgar roles muy definidos en una especie de narrativa-fábula”.

“No me gustaba hacer muy literal lo que vivía, se me hacía fácil emplear los animales. Además, cuando iba en la escuela había algo con una chava, un juego de

dibujarnos como animales; empezó como algo naif que después comenzó a adquirir otro sentido”, rememora.

Cuando se dio cuenta, Marco vio que osos, lobos, venados y aves eran los protagonistas de su obra. Posteriormente, comenzó a apropiarse de iconografía mexicana utilizada para generar una idea de identidad, como el escudo nacional, para con ellas “jugar respecto a lo que estaba pasando en el mito fundacional”.

“De ahí creé una especie de ficción en la que tomo pasajes de la historia de México y los remixeo. Me gusta pensar mucho hacia el futuro y gran parte de mis referencias son de ciencia ficción, por ello me imagino paisajes o situaciones sobre qué pasaría si los hechos que estamos viviendo fueran diferentes”, explica.

Por ello para él, la historia que se nos enseña en la escuela no es más que una ficción generada por el Estado, para crear una identidad nacional a partir de fábulas de héroes y mártires. “Creo que esta búsqueda de la identidad antes era personal; y al final todas estas proyecciones de apropiarse de los pasajes históricos son viajes míos de reflexión hacia el futuro y el crear un compendio histórico propio, porque al final

son cosas que no pasaron”.

Le es difícil definir al mexicano y a la “identidad nacional”: “son una mezcla de situaciones, historia y viajes, de eso estoy seguro. Es difícil definir una cultura a pesar de que existen todos estos rasgos en común que le dan la identidad, no me gusta utilizar lenguaje descriptivo de Estado: chambeador o guerrero, pues son cosas muy arraigadas del porfiriato y la Revolución, son esta idea de grandeza de lo prehispánico, ante lo cual paradójicamente también se le tiene un rechazo brutal”.

Ejemplo de esto es su muestra El color del sur  (2017, galería Machete), para ella realizó una serie de cerámicas azules, resultado de una investigación sobre cómo los mexicas interpretaban este color: está ligado al punto cardinal sur y a Huitzilopochtli, el Dios de la guerra.

“El Sur lo tomé en términos de identidad pensando en Latinoamérica: México hacia abajo,  esta noción de arriba y abajo que está impuesta en mapas como orden jerárquico: arriba los ‘desarrollados’ y abajo los ‘subdesarrollados’; hay una cosa aspiracional de México: cuando nos enseñan que somos parte de Norteamérica, pero me he dado cuenta hablando con amigos gringos que a ellos les dicen que nosotros somos Sudamérica. Y esa región  es con la cual realmente tenemos una relación mucho más cercana”, detalla.

Es por esto que para él todo arte es político “y aunque no es panfletario siempre va a tener una posición sintomática de lo que uno está viviendo”.