MÁSCARA

MÁSCARA
Por:
  • raul_sales

Decidí quedarme bajo el agua de la ducha dos minutos más, eso significaba que mañana tendría que limitar mi consumo de agua al máximo, tal vez sólo lavarme los dientes con un buche y humedecer una toalla para pasarla por mis partes íntimas y, no obstante, estaba valiendo la pena, el agua tibia resbalaba por mi espalda relajándome hasta que el pitido de uso excesivo de agua sonó antes de cortar el suministro. Adiós relajación, bienvenida realidad.

Me vestí con un traje negro estándar +1, a simple vista parecería más fino de lo que realmente era, me ajusté la nueva máscara de decoro y en el momento en que mi calor corporal activó su batería, se conectó con mi celular volviéndose transparente, era una maravilla de la tecnología, había trabajado casi seis meses para poder adquirirla y aunque por fuera todos vieran el mismo rostro inexpresivo de uso obligatorio, la diferencia con la otorgada por el gobierno era abysmal. Para empezar, pesaba mucho menos lo que seguramente aliviaría mi dolor crónico cervical pero, lo que realmente era fuera de este mundo era la purificación de aire, ajusté el control a “lluvia” y el característico olor a tierra mojada inundó mis fosas nasales arrastrándome a la infancia donde la lluvia era un fenómeno meteorológico aderezado con una buena dosis de incertidumbre y no la programada llovizna de hoy día.

Activé mi App de salud y desfilaron frente a mí todos mis indicadores de salud, tenía una cifra roja en uno de ellos, pero como no se activó la alarma, supuse que sólo sería cuestión de alimentación y eso era lo más sencillo pues estaba automatizado, si había algo que me hiciera daño, simplemente no pasaría mi crédito. Mi sensor de seguimiento se activó apenas abrí los ojos, nunca me he explicado cómo se hace, aunque leí en alguna red social que tiene que ver con una cuestión de enzimas, hormonas o alguna otra cosa que secreta mi cuerpo al entrar en vigilia, tampoco me interesaba mucho, aunque recordaba que, al inicio las protestas por la “vigilancia y seguimiento individual para control y protección social” había provocado disgusto y alguna revuelta rápidamente sofocada por las autoridades, las manifestaciones siguieron por un tiempo hasta que los índices delictivos cayeron drásticamente y si había que sacrificar libertad por protección, muchos estaban dispuestos a ello.

La máscara de decoro y los trajes uniformes quizá fueron la consecuencia pero la verdad era mucho mejor para nuestro desarrollo como ciudadanos, así no había clases sociales visibles ni nada que provocara envidia, tampoco existían ya los gestos de desagrado, de lujuria, de enojo, de burla, en fin, de nada que provocara una reacción emocional con el receptor de nuestras perversas emociones, la auténtica igualdad y equidad. Sí, la vida era más sencilla de esta manera, todos nos comportábamos como si estuviéramos bajo el ojo que todo lo ve y hasta cierto punto, es la absoluta verdad.

[caption id="attachment_802746" align="aligncenter" width="3307"] Ilustración: Norberto Carrasco[/caption]

Estamos en nuestra mejor época, cierto, con unas carencias producto de nuestra anterior conducta pero, si seguimos así, seguro que podremos resolverlas antes de que sea irreversible, ok, algunos animales nunca más estarán en el planeta pero vamos, ¿quién extrañará a los grandes depredadores?, al contrario, así nuestros niños estarán seguros al nadar en un mar sin tiburones, caminar en bosques sin osos y aunque es poco probable que visite la sabana alguna vez, también estaría tranquilo al saber que no hay leones, guepardos, hipopótamos o rinocerontes.

Agregó un pequeño estimulante a mi mezcla respiratoria, hoy puedo darme ciertos lujos, hoy es un día grandioso pues fui seleccionado para ser padre y eso significa que no sólo mi aportación a la sociedad, que francamente no recuerdo cuál pueda ser pero, seguro algo bueno hice pues, si no, jamás me hubieran considerado para preservar mi línea genética. En fin, no tiene caso que pierda el tiempo analizándolo, el hecho es que hoy me convertiré en uno de los pocos afortunados que continuaremos poblando el planeta.

Alguien me roza accidentalmente en el transporte público y después de la descarga de adrenalina por el terror, la ira me invade, tomo mi celular y mando una advertencia de invasión de espacio vital. ¡Carajo! Para eso están los cuadros amarillos en el piso, maldita gente inconsciente. El enojo se me pasa al ver a lo lejos la cúpula del Centro de Permanencia Genética. Regresa mi sensación de bienestar. Sí, hoy será un día perfecto.

-Por favor caballero, introduzca la mano derecha en la ranura.

Lo hice con cierto nerviosismo, que se sustituyó con exultante sonrisa al ver el aprobado destellar en verde. Los pisos de mármol impoluto reflejaban los rayos de Sol que incidían en la cúpula, se sentía como los libros describían que era entrar a una iglesia en los antiguos tiempos donde la religión era el control dominante.

Los colores se me subieron al ver el rostro de una joven enfermera, era bellísima pero al no tener máscara de decoro sentía que estaba haciendo algo prohibido e indecente. Cuando sonrió, volteé hacia el piso, estaba empezando a sentirme incómodo.

-Tranquilo señor, disculpe que no use máscara pero es que eso es obligatorio dentro del recinto, los bebés se asustan.

Claro, era lógico pero aún así, me sentía inmoral y lamentablemente para mi estado mental, excitado de manera tan evidente que tuve que meter las manos en los bolsillos del pantalón para disimular.

-Sígame-, Y seguí un par de zapatillas blancas que era lo único que me atrevía a observar.

El cuarto al que me llevó era el típico cuarto de hospital, blanco, con una mesa utilitaria, un sofá y una cama con controles a un lado para subirla o bajarla en diferentes posiciones.

-Espere aquí, en un momento llegará el doctor.

Cuando escuché la puerta cerrarse, sentí un inmenso alivio, hacía mucho que no me sentía tan violentado en mi paz emocional.

Conforme pasaban los minutos me tranquilicé y creo que estaban esperando que mis niveles llegaran a un estado normal para que entraran, pues apenas me sentí yo nuevamente, la puerta se abrió y entró el doctor que, agradecí profundamente llevara máscara pues así podría hablar de frente.

-Buenas noches caballero, ¿está usted bien?, ¿necesita algo? Supongo que ya sabe el motivo por el que está aquí, usted, amigo mío, se convertirá en padre y eso debe llenarlo de orgullo.

Empezaba a abrir la boca para hablar cuando levantó la mano.

-Disculpe usted, en un momento le dejaré hablar, déjeme describirle el proceso. Usted será padre pero sólo genéticamente, el Estado se hará cargo del niño como usted sabe. No, no podrá verlo, es más, nunca sabrá quién es su hijo o hija pero, eso es indistinto, usted sabrá que es padre y eso es suficiente reconocimiento.

-Claro, entiendo que esté abrumado pero, vamos, el asunto es que necesitamos que se convierta en donador y no, ni se le ocurra pensar que habrá contacto carnal, eso es indecoroso y aquí no hacemos esas cosas.

-Bueno, ya, ya, empecemos con el proceso-, Debe acostarse, le inyectaré un sedante y antes de que se de cuenta, estará en su hogar como orgulloso progenitor.-

-Pero...

-No, no, no, nada de peros, siéntase orgulloso- Y antes de que pudiera agregar algo más sintió como su máscara despedía un olor extraño y caía desvanecido.

El doctor se levantó la máscara y suspiró sonoramente, cada vez se le complicaba más esto, sí, efectivamente sería padre pero, también contribuiría a la continuidad de vida de un sector muy específico y que era quien pagaba por todo esto. Cuando empezó no le veía gran problema pero con el paso de los años, algo le susurraba en la consciencia que no era correcto eliminar a algunos especímenes para que sobrevivieran otros con más poder. Sacudió la cabeza, no, no caería en ese juego, haría el trabajo que había hecho por varios años, al fin y al cabo, la sociedad era mejor, eso era una verdad absoluta y el joven desvanecido frente a él, no sería extrañado por nadie, nadie se daría cuenta de su ausencia y si bien no era del todo ético, siempre habría que hacer sacrificios individuales por el bien de la mayoría. A fin de cuentas, al ponerse la máscara, nadie se daría cuenta de sus dudas y se repitió lo que se repetía cada vez con mayor frecuencia... Todo era para mejorar la sociedad.