“Mi escritura es naufragante y tortuosa... es anticanónica”

“Mi escritura es naufragante y tortuosa... es anticanónica”
Por:
  • carlos_olivares_baro

Publicado originalmente en 1984 bajo el titulo De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos, elogiado por Carlos Monsiváis, Jean Franco y Diamela Eltit, aparece ahora corregido y aumentado por su autora Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) como La cabellera andante (Alfaguara, 2015): texto-muestrario de asociaciones disímiles que abundan en la presencia del cabello en muchos gestos humanos: del erotismo a la muerte, de la represión a la protesta, del fetichismo a la frivolidad... En fin, la cabellera en el imaginario de la galardonada con el Premio Xavier Villaurrutia (1984) por Síndrome de naufragios, desde una soflama oblicua y sinuosa, lúdica y perturbadora.

“Retomé un texto que no fue bien comprendido, quizás, por su estructura poco canónica cuando lo publiqué en 1984. Lo reedito ahora con venturoso optimismo porque el tema se ha vuelto popular: juego con el cabello, me peino y me despeino al compás de una escritura en que entrecruzo tonalidades y géneros literarios”, comentó en entrevista con La Razón la distinguida con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, 2010.

Tiene el lector en sus manos una bitácora, un talego de incidencias, muestrario, señas que abordan la presencia de la cabellera en distintas culturas del pasado y de las actuales. ¿Por qué abundar en ese asunto? Primero, porque me fascina el tema: el cabello es, junto a las unas, lo que más perdura en el cuerpo humano sin vida. La forma en que se amolda el cabello es signo de moderación o de independencia: la gran liberación sexual e ideológica de los años 60 del siglo pasado se hizo evidente cuando los hippies se dejaron crecer el cabello. Le digo algo: el cabello cautiva y también puede producir repulsión. El cabello es nuestra más cercana relación con lo ancestral, con lo animal. Creo que la crónica de la moda en el amolde del pelo va en sentido análogo con la historia de la cultura universal.

En todos sus libros hay un sentido discursivo que rompe con los cánones tradicionales: una suerte de escritura ‘naufragante’, sinuosa, oblicua, intertextual... Aquí recurre usted a la misma tonalidad. Sí, nado a contracorriente. Mis primeros libros nadie los quería publicar. Hasta que gané el Villaurrutia en 1984, más o menos, fui tomada en cuenta. Estoy de acuerdo con usted: mi escritura es naufragante y tortuosa, anticanónica. Pero, escribo así desde siempre: me interesa el fragmento, la cita, el recurso intertextual, el apunte, la conjetura. Mezclo el ensayo con la narrativa, la autobiografía con el diario, trazo puentes entre la erudición y la frivolidad; viajera incansable que soy, cada puerto que arribo se convierte después en asunto literario. No creo en los géneros, creo en la escritura.

¿La cabellera andante como un encrespado de obsesiones de Margo Glantz? Sí lo es. Un rizado, una trenza de textos en ‘diálogo andante’ con muchos de mis fantasmas literarios, cinematográficos y musicales. King Kong, Poe, Ava Gardner, Hemingway, Sansón, los hippies, Robinson Crusoe, Casanova, José Martí, Garcilaso... Me gusta eso de que “La pelada es también la muerte”. Si no hay obsesión no hay literatura.

Cuentos cortos

“No es tan fiero el león como lo pintan, sobre todo si le han cortado las uñas y le han rizado la melena”

“Las barbas, los cabellos y los dientes de un ahorcado pueden encontrarse en los humilladeros: ayer colgaron a cinco asaltantes.

“La escuela de Novgorod es el triunfo de la enumeración y los santos se alinean alargando las cabezas y despojándolas de sus cabellos”

Fragmento del libro

La cabellera andante (2015)