“El nacionalismo es una ideología obsoleta que no ayuda a la gente”

“El nacionalismo es una ideología obsoleta que no ayuda a la gente”
Por:
  • j._ors

Con camisa blanca y corbata a juego con el traje, como un verdadero dandi, un gentleman de la literatura, Ken Follett, reflexionó sobre historia, política, actualidad, lecturas y desgranó, ya de paso, las claves y secretos que envuelven la trama de su última novela, Una columna de fuego, la continuación de Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin.

El autor afirmó que nadie es capaz de anticipar el futuro y lo que sucederá en Europa durante la próxima década, pero comentó que, sin embargo, no alberga dudas de que “el nacionalismo no es una ideología del siglo XXI, es una ideología obsoleta, que no ayuda a la gente ni tampoco a mejorar la sociedad. El futuro es la integración de los países, no la independencia”.

Además confesó que el verdadero argumento que traspasa cada una de sus novelas históricas es “cómo la gente ha luchado por la libertad, porque la libertad, incluso hoy mismo, es un valor excepcional”.

[caption id="attachment_645326" align="alignleft" width="194"] Una columna de fuego Autor: Ken Follet Editorial: Penguin Random House Sinópsis: Una columna de fuego arranca cuando el joven Ned Willard regresa a su hogar en Kingsbridge por Navidad. Corre el año 1558, un año que trastocará la vida de Ned y que cambiará Europa para siempre.[/caption]

Y, para aclarar sus palabras, sacó a relucir, su último libro, donde los lectores asisten al largo conflicto que enfrentó a protestantes y católicos durante el siglo XVI, “aunque en realidad yo me centro en la tiranía de la religión y, en el lado opuesto, a todas esas personas que ya defendían la tolerancia religiosa, que es precisamente lo que me interesa resaltar en esta ocasión: la libertad de culto, que era una idea revolucionaria entonces”.

Capitalismo y libertad. Ken Follett, que es un autor contradictorio, que aparenta una distante seriedad, se expresó con inteligencia y piensa con un fino humor, aseguró que “la historia me ha enseñado economía, acontecimientos y episodios del pasado, política y hasta análisis histórico, pero poco sobre el hombre. Lo cierto es que sólo se aprende cómo es el hombre en realidad cuando contrae matrimonio, entra en una empresa a trabajar o si hay una guerra, claro”. Follett, que es un autor de best seller, se reveló sin embargo como una inteligencia contracorriente cuando habla del comercio, que aparece en su último libro, y discrepa de aquellos que creen “la libertad de empresa camina al lado de la libertad de los individuos. Eso es un cliché. Lo podemos observar en la actualidad a través de China, que es una forma de capitalismo, que funciona muy bien, pero que se desarrolla sin libertad individual. Ojalá viva lo suficiente para contemplar qué sucede con él”. Follett, quien toma con un prudencial distancia los elogios y los méritos que recibe, reconoce que su aportación al novela histórica, la innovación que él ha traído a este género es introducir en sus argumentos “las presiones económicas y políticas sobre los personajes que las protagonizan. Antes únicamente se relataba, por ejemplo, el amor de un conde con una dama, pero he incluido los problemas económicos que afronta ese conde y las fuerzas políticas en las que está envuelta”

El novelista, que reconoció que no le importaría participar como actor si se realizara una miniserie de Una columna de fuego, que está ambientada en la época de Isabel I de Inglaterra y que, entre conjuras palaciegas, historias de espionaje y guerras, narra la vida del Ned Willard, un joven que regresa a su hogar natal, Kingsbridge, en la Navidad de 1558. Aunque Follett, que no descarta continuar esta serie con un cuarto título, cambia de humor cuando se refiere al Brexit: “Puede que Gran Bretaña vuelva a la UE, pero dentro de cien año. Los jóvenes no apoyaban esta idea, pero la gente mayor sí. Es una división de la sociedad”. Después añadió: “El peor enemigo actual es esa gente que cree en las soluciones falsas. Los que culpan a los inmigrantes del desempleo y del mal funcionamiento del servicio público, aunque son ellos los que ocupan puestos que nadie quiere, los que se matan a trabajar y, al ser tan jóvenes, apenas acudan al médico. Pero si dices eso, mucha gente no me creería. Ese es el verdadero drama”.