Preocupada por cambio climático

Preocupada por cambio climático
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Por María Teresa Adalid

Ningún hombre de la antigüedad, y menos uno de las cavernas, hubiera podido imaginar que la especie humana fuera capaz de alcanzar tanto desarrollo en pro de la ciencia y tecnología basado en la fuerza de la razón.

Aunque esta época resulta fortuita por todos los adelantos tecnológicos, también se escribe un nuevo y controversial conflicto en el siglo XXI: la guerra entre el medio ambiente y las necesidades del hombre.

Esta batalla se plantea en dos flancos debido a la incompatibilidad de fusionar la naturaleza con las necesidades del hombre y viceversa. Por eso se entiende la preocupación de la dramaturga Berta Hiriart sobre el tema del calentamiento global en su nueva propuesta, Mientras el mundo respira, espectáculo lúdico dirigido para todo público, y que cuenta con las actuaciones de Estela Enríquez y Leticia Valenzuela. La escenografía de Alejandra Dorantes plantea un pequeño cuarto alfombrado con un escritorio y un panel que marca la división con otra pieza.

La obra cuenta la historia de Simona, una chica de doce años cuya claridad de pensamiento y fantasía le ayudan a construir universos plásticos y etéreos para encontrar soluciones ecológicas. Se entiende que Simona utiliza la fuerza positiva de la conservación: cierra las llaves del agua y apaga los aparatos eléctricos para ahorrar energía. No obstante, el sol calienta la atmósfera de manera sofocante y su gato Galileo padece las consecuencias de la sequía.

El felino debe su nombre al genio de la ciencia y humanidad, prescinde de palabras y se comunica por medio de acciones que se perciben a través de su verde y acolchonado cuerpo. Es un observador pasivo de la naturaleza, como una evidente muestra de las personas indiferentes ante estos fenómenos y lo enajenado de nuestra civilización, preocupada por obtener recursos materiales y riquezas.

Ambos amigos utilizan un teles-copio que los lleva a descubrir las leyes que rigen el universo, logran caminar sobre la Luna con su baja gravedad y se deslizan por uno de sus cuantiosos cráteres. La atmósfera espacial se vuelve un silencio en el que únicamente la belleza natural predomina con los chispeantes destellos y oscilaciones de las estrellas.

De esta manera, Simona es capaz de crear un mundo de tolerancia para cohabitar con la Tierra, y la dramaturga también lo hace al poner un tema relevante sobre la mesa.

No obstante que la propuesta muestra los problemas con el hábitat, no utiliza el tono alarmista, pero deja una semilla de inquietud acerca de lo que podría llegar a suceder si el cambio climático queda fuera de control. Quizá por este medio resulte viable recapacitar acerca del desarrollo humano junto con los ecosistemas y servicios naturales.