Presenta la escritora Luisa Reyes Retana su libro Arde Josefina

Presenta la escritora Luisa Reyes Retana su libro Arde Josefina
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  • carlos_olivares_baro

Arde Josefina (Literatura Random House, 2017), de Luisa Reyes Retana (Ciudad de México, 1979), fue la novela ganadora del Premio Mauricio Achar & Literatura Random House 2017. El manuscrito, presentado con el título Nos vemos en el infiernillo, se impuso entre 410 trabajos recibidos amparado por el dictamen de un jurado integrado por los escritores Cristina Rivera Garza, Emiliano Monge y Julian Herbert. Comité complementado con Jorge Lebedev, director de Ediciones Gandhi, y Andrés Ramírez, director literario de Penguin Random House México.

Fábula protagonizada por los hermanos Juan y Josefina, quienes, obligados por entornos de subordinación emocional desde su infancia, llegan a establecer una relación de dilemas extremos en que señales incestuosas juegan un papel clave. Jon y Holly, progenitores británicos marcados por una frialdad pasmosa, han criado a dos hijos en los bordes de la desidia, la abulia y el desapego. Juan crece a tumbos bajo el cuidado de Josefina: una esquizofrenia lo acosa desde temprana edad.

“Me propuse escribir una suerte de thriller psicológico en el que elementos como el humor, sucesos aciagos, apegos extraviados, sexualidad y acciones extremas se confrontaran en un diálogo delineado por la sordidez. El asunto central, quizás se mueva en los resortes de la locura: me vi obligada a crear un personaje que se debatiera en ambientes y situaciones excedidas. Una historia presidida por el caos y el descarrío de cuatro personajes”, comentó para La Razón Luisa Reyes Retana.

¿Por qué edifica usted esta relación entre dos hermanos en los bordes de la liviandad?

Quise describir a Josefina en el sentido de que fuera creíble. Ella necesitaba de la mancuerna con un personaje frágil, impulsivo, desatinado, excesivo: su hermano Juan, enfermo de esquizofrenia. Me interesaba mostrar la carga de una condena impuesta por muchas razones en los ejes de una vergüenza devenida por actos impúdicos. Ella resiste, sufre y, muchas veces, esquiva la locura del hermano. La vida de Josefina está determinada por la salud mental de Juan.

[caption id="attachment_702724" align="alignright" width="400"] Arde Josefina, Premio Mauricio Achar & Literatura Random House 2017. Autor: Luisa Reyes Retana. Género: Novela. Editorial: Random House, 2017[/caption]

¿De dónde floreció la idea de afrontar la esquizofrenia en un entorno familiar y una mujer que carga con todo ese peso?

Visité muchas veces el hospital donde mi madre era atendida: me pareció fascinante la ‘vida interior’ de un hospital, de ahí nace la primera imagen. Me incliné por un personaje femenino con obligaciones familiares impuestas por la indolencia de los padres y un hermano con una enfermedad mental. Quería mostrar un trecho del mundo de las mujeres que cargan con el adeudo, muchas veces, de una familia disfuncional.

Eros y Tánatos, incesto, culpa, zonas oscuras de las enfermedades mentales, sexualidad, desconcierto familiar...

Lo sé, es una historia presidida por la procacidad, por la sordidez. No tanto un ‘desconcierto familiar’, sino el despeñadero que se esconde dentro del seno de muchas familias ‘simuladamente felices’.

Estructura de dos planos espaciales-temporales y narración en primera persona... Descubrí que los recuerdos no tienen tiempo verbal determinado. Recurrí a contar en presente y en pasado, alternando los episodios: capítulos nones, el presente; pares, el pasado. La primera persona se incriminaba: era la voz de Josefina contando toda esa anarquía.

Arde Josefina (Fragmento)

Luisa Reyes Retana

Juan llora mucho. Un llanto atormentado y espasmódico, y su dolor es duro de presenciar. Su cuerpito se estremece y aprieta tanto los puños que se lastima con las uñas las palmas de las manos. Ramona y yo tratamos de contenerlo, pero Juan nos pone en situaciones imposibles.

Hemos desarrollado mañas que nos ayudan a protegernos física y emocionalmente. Le aplicamos llaves cuando amenaza con lastimarnos, y de inmediato nos insulta. Su elocuencia espanta. Para callarlo, pretendemos que no entendemos lo que nos dice, como si nos hablara un niño pequeño que no pronuncia bien las palabras. Se frustra, grita, llora y eventualmente para de hablar.