Presentan El silencio Luminoso

Presentan El silencio Luminoso
Por:
  • larazon

Foto Especial

Lo primero que se ve es la espalda con sus juntes óseos serpenteando la plaza, las hebras castañas transfieren una alabanza al arco preludiado que oculta las extremidades y configura el redondel del apetito carnal. Después se ve la sombra de la vagina, mejor: se ve el resplandor de la vulva en el crepúsculo de la bragadura. El pájaro se aloja en el vientre. El pájaro consume la hondonada del ombligo. Sabanillas: rompientes: espumas. El charco del camastro entretejido por armónicos afilados.

Por la ventana, el bosque presagia la tentativa de la luz. Un par de zapatillas escolta el llavero: cifra en la oscura sospecha del anagrama. Hojas almagres, barro pantanoso: la jarcia conjetura el anuncio de la tribulación.

“Varias experiencias del erotismo y la muerte, muy personales, me han llevado a elaborar este ensayo fotográfico. Experiencias vividas por mí y por otras mujeres.”, comenta Yamina del Real.

El cuerpo femenino como una alegoría representativa del sentido (todo lo contario a las “fotos-impactos” cuestionadas por Roland Barthes): saga suscrita en la elipsis. Los signos de los retratos de Yamina reverberan en la provocadora dicotomía saussureana de significante/significado: no hay un esquema biunívoco, todo lo contrario: los significantes edifican significados polivalentes, múltiples, desde una prosodia de infinitas codificaciones.

Almanaque visual: el plano de la expresión se revela en forma ambigua: hojarasca que explora y escarba en la semántica del mito. “Un nido de ágata protege el ensalmo: / así se repite el ritual / que junta las manos en oración / y llena tus ojos de mareas azules”, apunta la poeta Sandra Lorenzano. No olvidar que el mar es azogue: cristal desolado en medio de una llovizna solitaria desmoronándose. Hay que celebrar estas aventuradas imágenes de Yamina del Real: cartografía mítica en una suerte de ubicuidad espacial perturbadora y radiante.