Rubens. Pintor de bocetos

Rubens. Pintor de bocetos
Por:
  • miguel_angel_munoz

A Pablo Ortega, que me acompañó en este viaje….

Madrid. España. Un día de mayo me encuentro en Madrid, y por la mañana temprano decidí acercarme al Museo del Prado a contemplar las salas principales del reciento, siempre, detenido en Velázquez y Goya, pasando detenidamente en El Bosco, Tizziano, Tintoreto, Rafael, Zurbarán, Riepolo, El Greco, Poussin…. ¡ Divina locura…!. Sí…Todo el espacio es magia, es un ritual que llevo haciendo desde más de veinte años. En el recorrido para llegar al nuevo espacio del Museo el edficio Jerónimos voy descubriendo algunas obras – Las tres gracias - de Pedro Pablo Rubens (Siegen, Westfalia, 1577-Amberes, 1640) que es, sin duda, uno de los grandes maestros de la pintura; no tiene tiempo, ni espacio, simplemente es un genio. A lo largo de su carrera, sobre todo a partir de su temprana estancia en Italia entre 1600 y 1608, estudió, dibujó, utilizó y transformó la obra de los principales artistas del Renacimiento italiano: Da Vinci, Miguel Ángel -por el que sentía una auténtica pasión-, Correggio, Tiziano, Tintoretto, Veronés. A lo largo de ocho años (1600-1608), Rubens recorrió los principales centros artísticos italianos y copió obras maestras para la colección de su mentor, el duque de Mantua. Durante el período italiano produjo sus primeras obras (La exaltación de la cruz, El bautismo de Cristo), muy influidas todavía por la pintura italiana y alejadas de su estilo de madurez. Lo más relevante de esta época es seguramente la serie de retratos aristocráticos que pintó en Génova. El Museo del Prado y el Museo Boijmans Van Beuningen presentan la muestra “Rubens. Pintor de bocetos”, una exposición, que profundiza en el estudio de Rubens como el pintor de bocetos más importante de la historia del arte europeo.

Viajero, políglota, erudito, coleccionista y bibliófilo, Rubens suma a todos sus récords el de ser el pintor de bocetos más importante de la historia del arte europeo. De sus pinceles -sin intervención esta vez de sus discípulos- salieron cerca de 500. De esta cantidad de bocetos que pintó Rubens a lo largo de su carrera artística, para esta exposición se han logrado reunir 73 procedentes de importantes instituciones de todo el mundo como el Louvre, el Hermitage, la National Gallery o el Metropolitan de Nueva York  que, junto a una selección de los conservados en el Prado y el Boijmans -dos de las mayores colecciones que existen-Un total de 93 obras; se pueden contemplar algunos dibujos, estampas y pinturas del propio Rubens que dan contexto a los bocetos. En 1608, el delicado estado de salud de su madre le obligó a regresar a Amberes. Allí se casó con Isabella Brant en 1609, fue considerado el pintor más importante de Flandes y requerido como pintor de corte del archiduque austriaco Alberto y de su esposa, la infanta española Isabel, que gobernaban los Países Bajos como virreyes al servicio del rey de España. La fama de Rubens se extendió a todas las cortes europeas y recibió tantos encargos que tuvo que crear en su casa un gran taller, en el que él sólo realizaba el boceto inicial y los toques finales, mientras que sus aprendices se encargaban de las fases intermedias.

[caption id="attachment_741619" align="aligncenter" width="750"] La victoria de la Verdad sobre la Herejía Rubens Óleo sobre tabla, 64,5 x 90,5 cm Hacia 1625 Madrid, Museo Nacional del Prado[/caption]

La exhibición del Prado es de carácter temático que, además de llamar la atención sobre la importancia de Rubens en la historia del boceto; y desde luego, es una aportación fundamental para comprender sus peculiaridades como bocetista. Una exhaustiva investigación, dirigida por Friso Lammertse, conservador de pintura antigua del Boijmans Van Beuningen Museum, y Alejandro Vergara, jefe de conservación de pintura flamenca y escuelas del norte del Museo del Prado, ambos comisarios de la muestra. “Hay un lenguaje formal que es específico de sus bocetos”,- dice Alejandro Vergara, especialista en Rubens-, y asegura que “definir las formas y encajar las composiciones, describir las expresiones de las figuras y establecer un esquema de luz y color, todo ello ahorrando tiempo al no llevar los bocetos al mismo nivel de acabado que vemos en sus otras obras. No significa que sean obras por terminar: es que son así. Algunas, de hecho, solo difieren de las pinturas finales en su carácter preparatorio: Aunque son obras terminadas, dan la impresión de no estarlo, de ser obras en las que el pintor aún está trabajando. De ahí que la exposición del Prado desprenda una impagable atmósfera de taller”. La práctica de realizar bocetos al óleo como parte de la preparación de un cuadro se inició en Italia en el siglo XVI. Artistas como Polidoro da Caravaggio, Beccafumi, Federico Barrocci, Tintoretto o Veronés fueron los primeros que utilizaron bocetos pintados al óleo como herramientas para probar sus ideas a la hora de pintar un cuadro. Sin embargo, lo hicieron en muy contadas ocasiones porque utilizaban sobre todo el dibujo para preparar sus obras.

En las realizaciones de los años 1601-1614 (Adoración de los Magos, Anunciación, El descendimiento de la cruz), la personalidad artística de Rubens ya se ve claramente formada: grandiosidad y sentido dramático, dinamismo intenso, pasión por el dibujo. Paulatinamente, los intereses del artista se amplían y añade el género mitológico al religioso, así como el paisaje y el género costumbrista. Mitológicas son, de hecho, algunas de sus obras más conocidas, como Las tres Gracias, el Rapto de las hijas de Leucipo o Diana y las ninfas, en las que resulta evidente la inclinación del artista hacia las musculaturas poderosas, las carnes sonrosadas y exuberantes y las tonalidades claras y alegres.

[caption id="attachment_741621" align="alignleft" width="196"] PrometeoRubens1636 - 1637Óleo sobre tabla. 16,6 x 25,7 cm.Museo Nacional del Prado[/caption]

Rubens usó fundamentalmente el lápiz y el papel como método para pergeñar futuras obras –se conservan 9.000 de sus dibujos-, la producción de bocetos al óleo sobre tela o tabla se convirtió en parte fundamental de su trabajo. Sobre todo a partir de los ocho años que, siendo un veinteañero, pasó en Italia. Allí habían empezado a emplearlos esporádicamente artistas como Polidoro de Caravaggio, Federico Barocci, Tintoretto o Veronés. Si el tamaño de esas obras oscila entre los 9x7 centímetros y los 150x120, sus destinatarios podían ser tres: el propio artista, un cliente o un ayudante. El estilo de Rubens se caracteriza por los contrastes de color, de gran riqueza cromática y los juegos de luces y sombras. Sus composiciones están llenas de dinamismo, sensualidad y sensibilidad emocional. Por ello para plantear la composición de una futura pintura (o guardar memoria de una ya realizada), mostrar a un comitente lo que luego recibirá terminado y más grande (a veces son dos opciones para que elija) o servir de modelo a los tejedores encargados de realizar un tapiz eran las funciones básicas de un tipo de pintura que -sin perder su carácter instrumental- terminó por convertirse en un género en sí mismo: el boceto pintado. Cada boceto es una lección plural de la mejor pintura: equilibrio de volúmenes, estrategias de geometría formal a la búsqueda de una arquitectura interna – como ejemplo: Inglaterra, Escocia, Minerva, Cupido y dos Victorias, 1632-, circunscrita al reducido espacio dramático de la representación, que ahora cede al color y a la iluminación, abiertamente arriesgad que sólo un creador como Rubens sabía hacer.

Se cuenta en la historia del arte que cuando los responsables de la Iglesia de los Jesuitas de Amberes preguntaron al artista si podían quedarse con las tablas preparatorias de los 39 cuadros que le habían encargado para el techo del templo, Rubens prefirió, en su lugar, pintar un lienzo para un altar. Ese es el reflejo sencillo del aprecio que tenía por sus apuntes. Cinco de ellos cuelgan en la muestra del Museo del Prado junto a dos de sus célebres series para tapices: la de la Eucaristía, destinada al monasterio madrileño de las Descalzas Reales, y la de Aquiles, la última serie de tapices diseñada por un artista cuyo taller dedicó al héroe griego uno de sus lienzos más narrativos: el imponente Aquiles descubierto por Ulises y Diomedes que puede verse en la galería central del museo. Por otra parte, revalorizó el cuadro de caza y de batallas, un género muy adecuado a su preferencia por el dinamismo y las composiciones complejas, y sobresalió también como creador de escenas costumbristas (El jardín del amor) y de cartones para tapices, con grandes ciclos como la Historia de Aquiles y el Triunfo de la Eucaristía.

Altares, cuadros de caza, ciclos decorativos para palacios e iglesias en toda Europa, portadas de libros, esculturas, tapices o construcciones efímeras estuvieron en el origen de las pinturas preparatorias que realizó y guardó Rubens. Sus abundantes dibujos muestran, que Rubens fue dotado de una sensibilidad cromática y lumínica que lo consagra como uno de los grandes maestros. Una pintura dramática, llena de una belleza interminable, poética; una gran pintura para quien exige del arte destreza, imaginación… y fantasía. Cuando menos, a la mirada contemporánea. Rubens. Pintor de bocetos, una muestra inédita que nos descubre la pasión de un artista por los pequeños espacios, por los materiales más sencillos, que muchas veces son donde el artista vuelca toda su locura creativa. Un pintor que siempre vamos a necesitar en nuestro recuerdo.