"Salvar el fuego" está sustentada en mi vida: Guillermo Arriaga

"Salvar el fuego" está sustentada en mi vida: Guillermo Arriaga
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El galardonado con el Premio Alfaguara de Novela 2020, Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958) por Salvar el fuego, debutó como narrador con la publicación de Escuadrón guillotina (1991), una mirada lúdica sobre la Revolución mexicana; prosigue su incursión novelística con Un dulce olor a muerte (1994), El búfalo de la noche (1999) y El Salvaje (2016) —Premio Mazatlán de Literatura 2017 al Mejor Libro del Año—. Asimismo, escribe las cintas Amores perros, 2000; 21 gramos, 2004; y Babel, 2006: trilogía fílmica que reflexiona sobre las correspondencias de los incidentes de la existencia y la abrupta aparición de la muerte.

El dato. En esta edición del Premio Alfaguara, Juan Villoro presidió el jurado integrado por Laura Alcoba, Antonio Lucas, Edurne Portela, Jesús Rodríguez Trueba y Pilar Reyes.

“Hay un equívoco al querer relacionar mis novelas como resultado de mi trabajo en el cine. Son dos maneras de contar historias que, en mi caso, se han dado de manera simultánea. En 1997, entro al mundo cinematográfico con el corto Campeones sin límite. Después vienen las tres películas que me ubican definitivamente en el séptimo arte. No olvidar Los tres entierros de Melquiades Estrada, Mejor Guion en Cannes 2005, y el estreno como director en 2008 con The Burning Plain. Cine y literatura: dos actividades que se entrecruzan en mi labor creativa”, glosó en entrevista con La Razón, Guillermo Arriaga.

¿Es cierto que la novela El salvaje quedó finalista en la convocatoria del Premio Alfaguara 2016? Así es. Ese año lo gana Eduardo Sacheri con La noche de la Usina. El salvaje estuvo en la deliberación del jurado hasta el último momento. Alfaguara México decide publicarla ese mismo año, la edición ha corrido con muy buena suerte. Será vertida al turco próximamente, para completar 12 traducciones.

Usted ha dicho que se considera ‘más como un cazador que escribe que como un escritor’. ¿Por qué? La caza es una pasión. Me gusta cazar por todo el rito que hay en hacerlo. Diálogo de la vida con la muerte, de la sublimidad con el pavor. En realidad, mis protagonistas, mis personajes, se admiten en los gestos de cazadores. Insisto, lo he dicho otras veces: la caza nos avecina con la exactitud de los hechos. Amo a los animales, me gustan: respeto sobre todo a los que cazo. La literatura tiene su origen cuando los hombres alrededor de la hoguera, al final del día, contaban la faena de la caza.

"Hay un equívoco al querer relacionar mis novelas como resultado de mi trabajo en el cine. Son dos maneras de contar historias que, en mi caso, se han dado de manera simultánea"

Guillermo Arriaga / Escritor y cineasta

 

¿Cercano a otro cazador-escritor: Ernest Hemingway? Soy cazador de arco y flecha. Hemingway lo hacía con escopeta, quizá con la misma con la que se suicida. Me alimenta el deseo de estar en el monte, en el disfrute de la jungla.

El jurado sustenta que Salvar el fuego es “una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles”. ¿Puede comentarnos esa dictaminación? Tuve en la cabeza esa historia durante muchos años, está sustentada en experiencias de mi vida. Ya había esbozado algo en otro texto; pero, decidí desplegarlo con más profundidad en una articulación de lo real con la imaginación. Todas mis novelas abordan la temática del amor. En ésta, la presencia de la violencia y el amor se remata con una conjetura de la esperanza.

¿Novela polifónica en sentido faulkneriano? Soy devoto de Faulkner, el maestro de la polifonía. Pero, también de Shakespeare, Rulfo, Hemingway, Dostoievski y Stendhal. Me interesa una narrativa no lineal, de planos superpuestos y voces interpoladas.

Cuarto mexicano que gana el Premio Alfaguara. ¿Qué relación tiene con los otros tres premiados? Reciprocidad de admiración y respeto por Elena Poniatowska, Xavier Velasco y Jorge Volpi. Tratamos temáticas diferentes, nos une la tradición y el peso de la novela mexicana.

¿Proyectos inmediatos y futuros? Actualmente, sigo corrigiendo el manuscrito de Salvar el fuego hasta que la editorial me lo quite de las manos. Trabajo con mis hijos, Mariana y Santiago, en la película que ellos dirigen, basada en la primera obra que escribí, Cielo abierto. La novela sale de imprenta el 19 de marzo próximo. Me espera una larga gira por España, Hispanoamérica y Estados Unidos.

 

La Razón presenta un fragmento inédito de la novela ganadora del Premio Alfaguara.

Salvar el fuego

La mujer corre por la avenida. Avanza a grandes zancadas. Los hombres que la persiguen se rezagan. Ella lleva un revólver en la mano. Se aproxima a una familia. Sin perder el paso trata de disimular el arma. La pega a su cadera. Una anciana no se percata y se mueve hacia su derecha. La mujer gira el cuerpo para evadirla, pero termina por arrollarla. La anciana cae de espaldas. La mujer farfulla un «perdón» y acelera. Uno de los hombres del grupo la increpa, pero la mujer avanza con rapidez. «Estúpida», le grita mientras ayuda a la anciana. La mujer mira hacia atrás. Ve a sus perseguidores como diminutos puntos. No van a alcanzarla. Carecen de la potencia de sus piernas. Ella mantiene la velocidad. No puede detenerse. No puede. «Si nos llegan a descubrir, huye hacia los callejones», le advirtió él. Ahí debería estar a salvo. Perderse en el estrecho laberinto de andadores. La mujer prosigue. Su tranco es largo, el de una atleta musculosa y alta. A lo lejos vislumbra los pasadizos. Debe entrar ahí. Salvarse. Jadea. Suda. Sus perseguidores corren tras ella para matarla. Unos minutos antes sintió los disparos pegar cerca. Dos tronaron en un auto junto a ella. Varios más zumbaron por encima. Le apuntaron a la cabeza. Deseaban que cayera reventada. Tal y como cayó el hombre que ella mató. Fue un relámpago. El tipo se plantó frente a ella y alzó el arma. Ella jaló el gatillo más rápido. Ni siquiera apuntó. Solo levantó el revólver y tiró. La bala le dio al otro en el cuello. Salpicó sangre en el muro blanco. Ella lo vio caer muerto. No tuvo tiempo de asustarse ni de arrepentirse. Ella sigue corriendo. «La Sectorcito», el barrio donde él creció, está solo a sesenta metros. Una vez dentro ella perderá a sus perseguidores. Acelera. La entrada al callejón se vislumbra. Hacia allá se dirige cuando suena una detonación. Ella rueda sobre la calle y queda despatarrada junto a un árbol. Una bala ha entrado por su pecho y le ha estallado el esternón. Ella mira la herida. Un círculo de sangre se expande en su camiseta. Se trata de incorporar. No puede. Se aferra de la rama de un árbol y jala hacia arriba, pero se desploma hacia atrás. Siente una quemazón en los pulmones. Tose sangre. Un hombre se acerca con una pistola escuadra en la mano. Ella busca con la mirada su revólver. Está tirado a unos pasos. El tipo levanta el cañón del arma y le apunta a los ojos. «Hasta aquí llegaste, pendeja.»

Si precisara elegir el momento que transformó mi vida, ese sería cuando Héctor nos invitó a pasar el día en su casa de Tepoztlán. «Marina, vengan el sábado, invité a los Arteaga, a Mimí, a Klaus, a Laura y su novio, a Aljure, a Ruvalcaba, a Ceci, a Julio, más los que se cuelen.» Acepté a sabiendas de que a Claudio le chocaría ir. No soportaba a mis amigos «hippies», a quienes llamaba «artistillas mamones». Le aburrían y no tenía nada en común con ellos. A Claudio una buena película era lo que le divertía, las comedias comerciales chambonas, «las que me hacen olvidar la tensión del trabajo». No toleraba las largas estáticas cintas dirigidas por Héctor. «Son la cosa más aburrida que hay», reclamaba mi marido, sin importar los Cannes o los Venecias que las avalaran. Pero ese sábado terminamos por ir a Tepoztlán y ahí, justo ahí, empezó todo. Si yo hubiera rechazado la invitación, si Claudio se hubiese empecinado en que fuéramos a comer con sus padres como todos los sábados, mi vida ahorita seguiría igual, feliz, ordenada y previsible, y la relojería del desastre no se habría echado a andar.

Cortesía de Alfaguara.

 

Guillermo Arriaga

Profesión: Escritor, narrador y director

de cine

Trayectoria: Es autor de guiones de películas como Amores perros, 21 gramos, Babel, Los tres entierros de Melquiades y The Burning Plain; escribió las novelas Escuadrón guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994) y El Búfalo de la noche (1999), entre otras

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