Sueño Lúcido

Sueño Lúcido
Por:
  • raul_sales

Mis sueños fueron otra vez sobre ella, cada vez eran más frecuentes, cada vez más vívidos. Al despertar recordaba cada detalle, cada aroma, incluso sentía aún, el roce de su piel sobre la mía. Sólo había un problema... soñaba con una persona que me era totalmente desconocida.

Mi vida en vigilia durante un tiempo se presentaba normal, me levantaba apenas sonaba el despertador, tomaba una ducha, me ponía el traje para asistir a la oficina y pasaba las horas sentado haciendo decenas de cosas superficiales, automáticas, absurdas, me daba cuenta, después de minutos, que me había quedado viendo fijamente el cursor mientras divagaba recordando el sueño de la noche anterior. Mi productividad estaba por los suelos, mi vida social de por sí, reducida, estaba a punto de declararse muerta por falta de atención y tampoco es que me interesara mucho, conforme pasaban los días, fui perdiendo interés hasta de mi higiene personal y es que mis sueños se tornaban cada vez más complejos, más ricos en detalles, era como vivir otra vida, una que en la vigila no era ni por asomo, cercana a la que cada noche me visitaba.

Sin darme cuenta empecé a dormir más temprano y a levantarme más tarde, a pesar de que despertaba en las noches pues mi cuerpo así lo pedía, me obligaba a volver a la cama, me obligaba a dormir esperando retomar el sueño donde lo había dejado y casi siempre, así era. No obstante, estaba sufriendo un deterioro a ojos vistas pues mi mente no descansaba, era como permanecer despierto 24 hrs corridas en un doble turno de vida, mi memoria a corto plazo fue la primera que me dio la alerta, me era difícil recordar lo que acababa de decir o de realizar, mis reflejos se veían lentos y mi capacidad de resolución de problemas eran una tortura continua. Mis días eran nefastos pero, ¡ah! mis noches, esas estaban llenas de colorido, en ella era amado por esa hermosa mujer, la felicidad inundaba cada fibra, era exitoso, admirado y estaba en paz conmigo y con todo lo que me rodeaba. La sensación era embriagadora, como si todas las piezas encajaran en su lugar correspondiente, en el lugar en el que siempre debieron estar.

Mi cuerpo estaba consumiéndose, el despido de mi empleo había estado más que justificado, estaba irritable, distraído, provocaba conflictos en lugar de solucionarlos. A estas alturas, mi muy escasos amigos habían dado por concluida la amistad, mi casa era un compendio de empaques de comida rápida dejada en cada rincón, ropa sucia en la que con todavía un poco de decencia, la olía antes de ponérmela pero que, aún así tenía ese tufo agrio del sudor impregnado y no importaba, era solo para ir a retirar al cajero lo poco que quedaba de mis ahorros, el resto del tiempo, podía incluso permanecer en ropa interior acostado tratando de dormir.Los tobillos se hincharon, sabía que era por mi inactividad física, el rostro en el espejo era un remedo de lo que alguna vez fui, no quería tomar pastillas para dormir pues me dejaban en un sueño profundo que impedía que viviera mi vida onírica, la única que en estos momentos era la importante. Sé que están pensando que enloquecí, y seguramente eso pensaron todos los que en algún momento tuvieron contacto cercano conmigo y no obstante, yo sé que no es así, después de leer e investigar en la web cientos de casos similares y teorías de lo más variado, creo que lo que me sucede es que mi cuerda existencial se cruzó con otra de algún universo alterno y es en sueños cuando se abre la ventana que me permite atisbar los que mi otro yo, que soy yo, hace ahí. No tiene caso que intente explicarles la dualidad entre envidia y orgullo que me produce saber que yo, bueno, mi otro yo, alcanzó todo lo que no pude alcanzar, que sus decisiones fueron las correctas en ese otro universo, estoy seguro de ello, pues todos los sueños se concatenan, es casi como una secuencia que solo se interrumpe cuando él/yo duerme y eso hace que yo despierte.

Se ha desdibujado la línea entre mi vigilia y mi sueño, el obligarme a dormir durante los últimos meses ha acostumbrado a mi cuerpo aunque algunos efectos secundarios como las llagas de la espalda y la retención de líquidos que me indica que estoy teniendo una falla renal, hacen que tenga que tener un poco de cuidado. He dejado de lado esta vida para vivir mi otra vida, una vida en la que tengo todo lo que siempre, literalmente... soñé.

Sarah vio como el amor de su vida se consumía, de unos meses para acá, había padecido un insomnio terrible, por mucho que intentara dormir le era imposible y en los últimos días, incluso le daba miedo. Recordaba el día que se despertó llorando balbuceando incoherencias de su fracaso, de su soledad, de su decadencia. Ella lo abrazó hasta que se calmó y se estremeció al ver en sus ojos una avidez que antes no había ahí.

Llevarlo a un médico estaba fuera de discusión, sabía que intentar convencerlo de ello, terminaría en un pleito y últimamente presentaba una aversión inexplicable a los somníferos, ni él mismo, sabía la razón. Estaba preocupada, no sabía que hacer o qué decirle pero veía los cambios físicos y aunque aún era el hombre tierno y divertido que se convertía siempre en el alma de las fiestas, había momentos en los que se perdía en la melancolía o hacía cosas extrañas como el haber roto décadas de no comer carne por el antojo de comida rápida.

No importaba con cuantas ganas lo intentara, cuanta fuerza le prestara, cuanto amor le tuviera, lo que le pasaba estaba más allá de lo que podía hacer, cada día dormía menos y cuando lo hacía, era un sueño inquieto que lo cansaba aún más, que lo sumía en una desesperación como nunca antes le había tocado verlo, una en la que dejaba de ser lo que era para, ser lo opuesto.

Sucedió lo que tenía que pasar, una noche, ya no despertó y ella, a pesar de todo el amor que sentía, en sus lágrimas de dolor, se mezclaron las de alivio. Quizá ahora, podría descansar y tal vez, en algún otro plano, en algún otro universo, sus vidas se tocarían y se amarían... una vez más.