Szyszlo, artista abstracto que tendió puentes creativos en AL

Szyszlo, artista abstracto que tendió puentes creativos en AL
Por:
  • miguel_angel_munoz

Este año ha sido fatal y terrible para el arte de América Latina. Dos muertes recientes han cimbrado sus pilares: la de José Luis Cuevas y la del pintor peruano Fernando de Szyszlo. Los dos abrieron brecha para romper las fronteras con su arte. Cuevas a través de una figuración radical y total; Szyszlo con una semiabstracción colorista y poética.

A Fernando de Szyszlo lo conocí por Cuevas y Bertha. Nos hicimos amigos y pronto realizamos un libro de poesía juntos: Grafismos (Editorial Praxis 2000). Nos vimos infinidad de veces en casa de José Luis Cuevas y Ricardo Martínez, casi siempre con Octavio Paz y Mari Jo, que fueron la unión entre Szyszlo y México.

Su última exposición en nuestro país la hizo en la Galería Pablo Goebel. Fine Arts de la Ciudad de México, en  2015. Se veía vital como siempre, enamorado de la vida. Meses después supe que paso unos días en Madrid con su amigo Mario Vargas Llosa, para celebrar sus 90 años de vida… Madrid, Barcelona, París, Nueva York, Lima, Ciudad de México fueron ciudades que descubrió, conoció de memoria y amó siempre.

El arte de Fernando de Szyszlo (Lima, Perú, 1925- 2017) no pretende representar una cultura prehispánica, antigua o moderna: es manifestación de un espacio innegable. En su obra hay una mirada despierta que está interrelacionada en su globalidad en un juego poético. Estudió en la escuela de arquitectura de la Universidad  Nacional de Ingeniería, pero no concluyó esta carrera y, en 1944, ingresó a la Escuela de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. A los 24 años viajó a Europa, en donde estudió las obras de Rembrandt, Tiziano y Tintoretto.

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Szyszlo fue uno de los primeros artistas latinoamericanos que vivió de cerca la aventura “revolucionaria” del París de los años 50, madurando pronto un lenguaje pictórico abstracto, intenso y austero, que algunos han identificado con una influencia poética y pictórica de  Roberto Matta,  Wilfredo Lam  y Rufino Tamayo.

“Su primera adhesión fue al cubismo y luego, muy pronto, a la no figuración, de la que, al cabo de los años iría evolucionando hacia una realidad mágica o mítica de gran sutileza y elegancia en la que, además de destreza y buen gusto, se percibe la presencia de otra de sus pasiones, la buena literatura”, aseguró Vargas Llosa.

Lo relevante fue la coherencia y el extremo rigor de la trayectoria de Szyszlo durante los últimos 50 años de su vida cuya agitación, la mayor parte de las veces alocada, no afectó ni su temple personal, ni su pintura.

“Nunca tuve influencia de la pintura surrealista. Mi manera de pensar el arte fue estructurada por el pensamiento surrealista. Creo que la explicación del surrealismo sobre la creación artística es la más válida y perenne. Mi pintura era abstracta en un comienzo; ahora tiene mucho de surrealista por la libertad de la mezcla de la perspectiva con la pintura plana”, decía Szyszlo.

Es cierto que el pintor desarrolló su primer estilo entre 1956 y 1968, pero su postura personal y artísticamente, comparativamente más equilibrada, le permitió seguir un curso independiente en medio de la comprometida situación de los diversos movimientos plásticos que tomaban fuerza en esos años.

Le ayudó no necesitar una ruptura abrupta con el modelo surrealista europeo, y el cultivo de sus orígenes, pero también supo comprender y aprovechar, al modo americano, cierta fuerza de lo gestual y una visión más libre del cambio pictórico. Por todo ello, en el momento de la crisis del informalismo europeo, del expresionismo abstracto de Nueva York y de los movimientos de vanguardia en América Latina, Szyszlo prosiguió con su peculiar modo de entrelazar dos culturas.

Cuando se observan las piezas del artista, esta secuencia de imágenes horizontes y verticales, a veces de cuadrados, imponen un orden negro en el que, paulatinamente, se percibe que está habitado por un drama luminoso, generándose así una curiosa dinámica de profundidad/superficie o viceversa.

Aún sin conocer el impacto que pudiera tener hoy día la obra de Fernando de Szyszlo en las nuevas generaciones, estoy convencido de que el efecto será el de situar al espectador un poco más allá de la belleza y mucho más cerca de la creación, aun con las limitaciones propias de un lenguaje estético, cada vez menos presente, y desde ahora ausente…