VOYERISTA

VOYERISTA
Por:
  • raul_sales

Cuando descubrimos la existencia de universos paralelos, la ciencia se revolucionó. De hecho, todo aquello que dábamos por sentado, lo tuvimos que revisar, era un salto enorme, apenas estábamos entendiendo el funcionamiento del nuestro y nos encontrábamos con infinidad de universos. Éramos niños con juguete nuevo, si antes tuvimos carrera espacial, ahora, todos nuestros recursos se enfocaron al multiverso. Teorías iban y venían y lo mejor del caso, es que, con lo que sabíamos del multiverso, todas y cada una de ellas deberían ser ciertas, quizá no en este universo pero, seguro, en algún otro.

A diferencia de otros descubrimientos, este era de tal alcance, que en lugar de mantenerlo en un muy cerrado círculo, se abrió al mundo entero y todos entraron al debate, a las hipótesis, proponían líneas de investigación, se abrían miles de blogs intercambiando información, las grandes empresas entraron de lleno con investigación propia, concursos, patrocinios y lo que quizá habría tardado décadas, en apenas unos años tuvimos nuestro primer gran avance, logramos enviar partículas subatómicas pero, esos quarks, nos abrieron, literalmente, un universo de posibilidades.

Tener a las mentes más grandes del mundo enfocadas en algo y tener millones proponiendo diferentes enfoques nos hacía dar brincos cualitativos en la investigación, de los quarks pasamos a los átomos, a las moléculas y de ahí, un buen día, ante la vista de los miles de millones de personas, enviamos la primera microcámara transuniversal de transmisión directa y vimos... Lo que pudimos ser.

En nuestros pantallas conectadas en tiempo real, vimos una ciudad de exuberante vegetación, parques en cada esquina, avenidas amplias donde transitaban unos  cuantos vehículos unipersonales de factura extraña y una estructura delicada por la que transitaba lo que a todas luces parecía un tren elevado. Lo que supusimos eran edificios no rompían el paisaje, por el contrario, lo realzaban y creaban composiciones diversas dependiendo el punto de vista en que la cámara se moviera dejando hermosos cuadros cambiantes a cada paso. Las personas que veíamos en los parques vestían ropa holgada y los niños que creímos corrían sin supervisión, eran seguidos por un pequeño dispositivo semejante a nuestros drones que, dado el caso, podían detenerlos en microsegundos evitando caídas o riesgos potenciales.

Cuando la transmisión terminó, sentí un vacío inmenso y una envidia terrible de ese idílico universo. Me avergoncé de inmediato ante mi mezquindad, veía un mundo idílico y lo primero que sentía era envidia. Yo, preocupado, ocupado y dedicado a mejorar mi entorno, veía lo que podíamos ser y en lugar de querer alcanzarlo, deseaba que ellos no lo tuvieran. Lo peor, es que no fui el único. Después de ver aquel universo, nuestra investigación se aceleró, nos mentíamos a nosotros mismos diciendo que buscábamos aprender de ellos e incluso, entablar algún tipo de intercambio transuniversal. Muy dentro de nosotros, bajo capas de decencia hipócrita y de interés pintado con una delgada capa de altruismo, la oscura verdad yacía, deseábamos tenerlo o quemarlo hasta las cenizas.

Con el tiempo, las microcámaras se convirtieron en algo usual, pequeñas motas con un increíblemente zoom flotando en un mundo de otro universo igual y a la vez tan distinto. Pasábamos horas en un voyerismo transuniversal, en una relación unilateral de amor-odio pero, tener tantos ojos en el cielo observando vidas ajenas tenía un costo, el desapego de nuestra realidad. Descubrir que teníamos un doble exactamente igual en ese universo terminó de enloquecernos, empezamos a vivir a través de sus acciones, de sus amores, de sus ilusiones, sus hijos eran nuestros hijos, sus trabajos nuestros trabajos, perfeccionamos el situar microcámaras en posición de simular la vista por sus ojos. El voyerismo... a nivel de arte.

[caption id="attachment_696509" align="alignnone" width="696"] Ilustración: Norberto Carrasco[/caption]

Era como una droga, estábamos conectados las 24 hrs, llegamos al punto de tener un sistema de alertas para cuando "hiciéramos" cosas interesantes que prendía nuestras pantallas en los lentes y nos deleitábamos con "lo que hacíamos"... Sí, era un droga y nos volvimos unos adictos que preferían sus vidas en ese otro universo que en este, de la envidia y del odio pasamos a la admiración y a odiarnos por no haber podido convertirnos en ellos... Nos perdimos... Encontrándonos.

Hizo un gesto con la mano y la persona enfrente de él, elevó un extraño aparato que emitió unas pulsaciones lumínicas, revisó un indicador y asintió.

-Listo, podemos hablar con tranquilidad y si les soy franco, es un alivio el no saberme observado todo el tiempo. ¡Ni ir al baño se disfruta como se debe!-

Las risas, quizá un poco histéricas, resonaron entre los asistentes, estaban los descubridores del problema, los líderes de las facciones y en una esquina, el pequeño hombre de grandes lentes que no podía ocultar su incomodidad pero que, gracias a él, se había resuelto la peor crisis de todos los tiempos.

-¿Y? ¿Ya podemos regresar a la normalidad?- La voz había permanecido firme, pero las manos le temblaban un poco, que él hubiera tenido que tomar la decisión de exhibir a toda la humanidad como si de un circo se tratara, le pesaba, aún sabiendo que era eso o la extinción.

Todos vieron al pequeño hombre del rincón. Abrumado por la atención, empezó a sudar copiosamente. Se aclaró la garganta ruidosamente, vio a hacia ambos lados como si buscara una salida, estrujó sus papeles. Sus señales no verbales eran confusas y todos esperaron su respuesta.

-Sí.- Eso fue todo lo que dijo antes de que un grito de alivio, júbilo y rabia contenida saliera de la boca de los presentes.

El portavoz levantó la mano hasta que todos estuvieron en silencio -¿Está seguro?-

-Sí. Ya no hay peligro alguno, las micro perforaciones en el tejido que separa los universos paralelos permitió que la eliminación de esta realidad se consumara. No obstante, me preocupa lo que ocasionamos en el otro universo...-

-¡Al diablo con el otro universo! Bola de enfermos voyeristas, que se termine su realidad es lo menos que se merecen.-

-Pero... Nosotros somos los culpables.-

-¿Nosotros? ¿Nosotros les dijimos que metieran cámaras para observar cada uno de nuestros movimientos? ¿Nosotros les dijimos que despreciarán sus patéticas vidas para vigilarnos? ¡NO! ¡Por mí, que desaparezcan!-

-Nosotros seleccionamos el universo, nosotros les enviamos la teoría del multiverso y los guiamos en su descubrimiento.-

-¡Y ya! Los necesitábamos pero esperábamos que enviaran sondas, hicieran pruebas, que buscaran algún tipo de contacto. ¡No que enviaran cámaras para observarnos hasta cuando nos picábamos el ombligo! Pero, ¿sabes qué? Eso ya no importa, lo conseguimos, nuestra más grande crisis, nuestro evento de extinción es ahora historia y hablando de historia, ¡nosotros ya somos parte de ella!-

-Pero...-

-¡Nada! A partir de este momento, aquel que mencione la parte oscura de lo que tuvimos que hacer, el terrible acto de invasión a la privacidad de nuestra raza, no sólo será desacreditado públicamente... Será lenta y metódicamente destrozado hasta que sus días en estasis psiquiátrico sean un sueño de paz.-

Todos permanecieron en silencio y asintieron solemnemente, si la población conocía esa parte, el estasis psiquiátrico sería la gloria en comparación a lo que les harían.

-¿Está el aparatito, ese de luces listo?-

Asintieron.

-Bien, conéctenlo a la red planetaria y opriman el maldito botón, ya no puedo esperar a desnudarme sin sentirme observado.-

Oprimieron el botón.

El gran apagón, la pérdida de transmisión, el golpe final. Éramos adictos y todos sabemos cómo se ponen los adictos... Sin su droga.