Wenses y Lala es una oda a las ganas de vivir

Wenses y Lala es una oda a las ganas de vivir
Por:
  • adriana_gochez

La historia de dos huérfanos —Wenses, quien vio cómo asesinaban a su familia; y Lala, cuyo padre migró a Estados Unidos y nunca regresó— quienes durante su niñez se prometen permanecer juntos hasta el final de sus días a pesar de las tragedias que enfrentan, es una de las obras que reestrena el actor y director Adrián Vázquez.

Tras un recorrido en festivales internacionales y nacionales las obras Wenses y Lala, Los días de Carlitos, El hijo de mi padre y Algo de un tal Shakespeare, escritas, actuadas y dirigidas por Adrián Vázquez, se presentan en el foro La Teatrería.

Para el dramaturgo, la primera, Wenses y Lala, es “una oda a las ganas de vivir porque vemos a dos personajes entrañables que nos cuentan su vida a partir de los pequeños detalles que da la cotidianidad”, comenta en entrevista con La Razón.

Wenses es un campesino tímido y malhumorado; pero también, es honesto, leal y solidario. Mientras que Lala es una mujer parlanchina, jocosa y sociable.

Teté Espinoza, quien da vida a Lala, cuenta que en esta obra ambos personajes pasan muchas travesías pero saben que uno está para el otro. “Ellos ya están muertos y vienen a contar su historia, más allá de un relato de amor se trata de una historia de vida, que retrata los lazos amorosos y que enlaza todas las tragedias”.

Por su parte, la obra Los días de Carlitos, escrita en 2005, aborda la historia de un niño que cuenta lo maravillosa que va a ser su vida, pero al mismo tiempo demuestra que no va por ese camino. Refleja la relación que lleva con su hermano, con su madre, con la niña que le gusta, sus compañeros de clase y su maestra.

“Esta obra nace de recordar la relación que llevaba en mi infancia con mi hermano, de ver el reflejo de esta lealtad, complicidad, de cómo se llevan mis hijas como hermanas. También, de valorar lo que nos da la infancia, de entregarnos completamente a una complicidad, de intentar decirle a este niño que algún día fuimos que no dejemos de serlo”, señala Vázquez.

En tanto, Los hijos de mi padre, contextualizada en Tijuana en la década de los 70, relata la historia de Maxi, quien crece en un entorno de violencia, es un viaje interminable de regreso en busca del ser, la identidad, la verdad y la conciencia.

Y, Algo de un tal Shakespeare es una invitación a acercarse a la obra del dramaturgo inglés de una forma divertida y con un lenguaje cotidiano.

“Es una puesta en escena arriesgada en la que hacemos énfasis en la irreverencia. Contamos con tres textos del dramaturgo en menos de una hora, lo hacemos sobre una mesa de cocina. La potencia de la obra está en la puesta en escena, vamos hilando las historias que están unidas por la violencia, la venganza, la sangre. Nosotros hacemos un juego intentando demostrar cómo en la humanidad están arraigadas estas acciones y que lo válido sería darles la vuelta”, concluye Vázquez, quien es integrante de la compañía Los tres tristes tigres.

Durante el montaje se recrea la historia de Romeo y Julieta, el primero representado por un betabel, y la segunda, por una cebolla de cambray.

También se retoma una de las historias más sangrientas de Shakespeare, Titus Andrónico.

Con información de

Martha Cotoret

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