World Press Photo y el arte del fotoperiodismo llegan a México

World Press Photo y el arte del fotoperiodismo llegan a México
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La imagen de la muerte del embajador ruso Andrei Karlov a manos de un miembro del Estado Islámico que se hizo pasar por un guardia de seguridad en Turquía, es la primera que tienen los visitantes del Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, en un recorrido de arte y de lo más destacado del fotoperiodismo en el mundo.

Cada una de las 173 imágenes del World Press Photo 2017 cuenta una historia propia relacionada con un hecho periodístico, como el paso del cortejo fúnebre de Fidel Castro por varios rincones de Cuba, en medio de la bruma de las carreteras custodiadas por militares soportando los embates del clima.

Familias desconsoladas ondeando banderas desde sus hogares adornados con carteles del “Líder revolucionario” o desde las calles cargando retratos de un Fidel sonriente ataviado con su uniforme militar.

En el patio principal, asesinatos y bombardeos producto de la guerra en Siria quedan congelados, para “revivir” una y otra vez el sufrimiento de las víctimas y la destrucción de casas, hospitales y monumentos históricos.

El Dato: La muestra tiene un costo de 50 pesos por persona, con descuentos para estudiantes y maestros, y estará abierta hasta el 24 de septiembre.

La impotencia se apodera de cada mirada que se posa en los estragos del ataque químico arrojado en Aleppo, ordenada por el presidente sirio, Bashar Al-Assad, con armas prohibidas por la ONU, debido al sufrimiento que causan en especial en los niños, quienes fueron atendidos en hospitales improvisados.

Yacen cuerpos cubiertos de sangre y lágrimas, de hermanos y familiares que murieron en el atentado, mientras una madre llora en silencio con el cuerpo de su pequeño sobre el regazo en medio de la penumbra.

Cuerpos inertes y vivos amontonados en una diminuta celda de Filipinas, junto a una escena digna de Hollywood con una sirena en una patrulla, policías y una cinta amarilla con un cadáver en el centro, rebasan la realidad que se vive debido a la reciente guerra contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte.

Las playas de México purifican el ambiente al empapar los pies de los japoneses que recuerdan, también, a sus difuntos que los trajeron desde lejos sin saberlo, pues muchos no habían nacido.

Sombrillas de bambú y trajes típicos nipones, ya con un toque mexicano, pasean sobre la arena, luego de 500 años de que los samuráis enfundaron sus catanas.

En la planta alta, el humo de las guerras comienza a disiparse para dar paso a la vida cotidiana y deportiva, donde la naturaleza juega un papel fundamental en la composición de la fotografía.

Al cambio de mirada aparecen estampas de carreras de caballos, la fauna marina y terrestre, urbana y del campo, que ahí convergen.

Rudos jugadores de Rugby abren la puerta a su mundo dentro y fuera de las canchas, donde cambian las medias de algodón por unas de red, los shorts por faldas y las camisas cubiertas de barro por blusas coloridas y lápiz labial de un rojo encendido, como cada noche de fiesta del primero y único equipo transexual en ese deporte.

El manto estrellado africano, con constelaciones de cebras, leones y elefantes dan muestra de la vida que nunca se apaga ni duerme en la estepa.

Luego de seguir la Estrella del Norte, en este caso se llega a playas de California para contemplar la lucha muda de una pequeña tortuga por liberarse de una red de pesca y ahogar en más de un espectador una súplica de ayuda.

Con ella, el recorrido por 25 naciones concluye y deja a la deriva, como algunos de los refugiados que perecen antes de pisar tierra, la pregunta latente del trabajo periodístico y hasta qué punto quienes lo realizan se ven obligados a intervenir o no, en los cuadros vivos de personas que tal vez nunca las verán.