XIBALBÁ

XIBALBÁ
Por:
  • raul_sales

Descubrieron la caverna mientras hacían los trabajos del tren, si no se hubiera hundido buena parte de la vía junto con los materiales y casi toda la cuadrilla de trabajadores, quizá hubiera quedado en una anécdota más perdida en la abrumadora cantidad de información pero, fue una tragedia que hizo temblar a la nación, que atrajo la solidaridad internacional y que nos hizo replantear todo lo que creíamos conocer.

A: inha_solicitudes@gob.mx

De: dro_tmaya@gong.com

ASUNTO: Descubrimiento de vestigios

Estimada Directora:

En los trabajos de rescate de la tragedia acontecida hace unos días, utilizamos una grúa para levantar parte de los escombros en una de la terrazas de piedra de la caverna en donde ocurrió el lamentable percance y el motivo de este correo es para informar que si bien, contamos con los permisos para la construcción de la vía férrea, estamos, a petición suya, obligados en el caso del descubrimiento de vestigios a detener todo tipo de obra con maquinaria hasta obtener su venia. No obstante, considerando que la vida de nuestros trabajadores es más importante que cualquier otra consideración, proseguimos con la remoción de escombro sin importar que tuviera glifos, grecas o fueran estelas monumentales. Lamentamos el no haber informado con prontitud y asumiré la sanción que sea correspondiente.

Me alegra decir que no tuvimos pérdidas fatales por nuestra pronta respuesta y la ayuda internacional pero, en las últimas acciones nos encontramos con algo que si bien podría describir aquí, sonaría increíble por lo que, solicitamos mande a un grupo de especialistas a su cargo.

Sin mas por el momento, le envío un cordial saludo y quedo de usted como su seguro servidor.

El equipo estaba embelesado, si creían que Tulum frente al mar era perfecto, si el efecto óptico y sonoro de Chichen era una genialidad, si la inmensidad de Calakmul era majestuosa, no esperaron ni en sus más delirantes sueños, encontrar una ciudad maya  perfectamente conservada dentro de las profundidades de una caverna sostenida por enormes pilares conteniendo pedazos inmensos de cuarzo que se iluminaban por refracción, la hipótesis era que de alguna forma, un trozo del material asomaba a la superficie captando los rayos de sol. La ciudad, protegida del desgaste de los elementos había permanecido en perfecto estado, solo la humedad se apreciaba en las piedras, sin embargo, lo que los tenía en un estado de alucinación y estupefacción era que la ciudad estaba construida a escala 1:50, una perfecta representación de las impresionantes construcciones de Calakmul a la mitad de su tamaño, en un espacio de tierra bajo decenas de metros que colindaba con un abismo que pensaban que en algún otro momento debió ser un cenote y que por algún movimiento de tierra quedó aislado de los acuíferos centrales hasta vaciarse por absorción con el paso de los siglos.

-Es impresionante.- dijo Julia por quincuagésima vez.

-Sí, lo sé, lo sabía desde la primera vez que lo dijiste.-

-Caray, tenme paciencia, ver esto es el sueño de todos nosotros, es más, ni soñando me hubiera imaginado algo así, no tiene explicación lógica, ok, que estuviera enterrada podría fumármela y aceptar la teoría que quisieras pero, el que esté construida a una proporción de la mitad del tamaño no tiene explicación.-

-Es que le hicieron una maqueta a los aluxes.-

Lo dijo en un tono que contrastaba profundamente con su emoción, él no era arqueólogo, ni entusiasta alguno de este tipo de cosas, él había entrado al Instituto por palancas de su tío y si lo hubieran dejado sentado en el escritorio poniendo sellos de recibido hubiera sido el burócrata más feliz del universo pero no, aquí estaba en una selva en medio de la nada, bajo tierra, cubierto de sudor, mosquitos y odiando cada pedazo de piedra mientras contaminaba mi espacio vital.

-¿Qué dijiste?-

-¿Mmmm?.-

-De los Aluxes ¡Por supuesto! Soy una idiota. Eso es la diferencia de los glifos de Xibalbá.-

-¿Xibalbá?-

Se ruborizó de una manera hasta cierto punto encantadora con la poca luz que había.

-Así le digo, le queda perfecto, es la entrada al Inframundo ¿no?-

-Ajá, lo que digas.-

-¡Cállate! Lo que importa son los glifos y aunque no sirvas para nada, hasta el reloj descompuesto le atina dos veces por día a la hora.-

Odiaba al tipo que le habían puesto como pareja, hubiera preferido estar con el Dr. Fran o incluso con la gringa que siempre se vestía como indígena según ella para darle valor a nuestros pueblos pero que ella sabía que era solo una pose. No podía aspirar a mucho, recién egresada de la UNAM era una suerte que la hubieran dejado venir y ser de las primeras en ver este prodigio, pero había que reconocer que el cretino había tenido una buena idea y todo, por increíble que parezca, cobraba sentido. Corrió a comprobar si lo recordaba de los glifos era correcto, si bien no era una lingüista o una especialista, habían suficientes menciones en la superficie para corroborar que esta fuera una construcción hecha para agradar a los míticos protectores de la selva.

La revisión de “Xibalbá” lo confirmaba, efectivamente todo tenía que ver con los aluxes, la ciudad era una réplica de Calakmul o eso creían pues había muchas más construcciones abajo pero, eso podía deberse a que no habían terminado de desenterrar todas las estructuras de arriba, los frisos cambiaban, las estelas narraban otra cosa, expertos del Instituto y decenas de organizaciones que habían llegado después de que uno de los vídeos del rescate se subiera a las redes y donde a lo lejos, se podían ver las estructuras dentro de una gigantesca caverna, solo eso era digno de una narrativa fantástica y no obstante, la realidad era todavía más increíble, la historia hablaba del encuentro de dos razas pero no de la región, se narraba el encuentro de los protectores de la tierra que fueron perdiendo y muriendo.

Después de terminar y deliberar decidieron callar para no arruinar su reputación y sellar la entrada. Aún sigo temblando ante lo que descubrimos, hicimos un pacto para olvidarlo y dejar que esto se diluyera en una teoría de la conspiración de las tantas existentes. Somos una vergüenza.

Aluxes, leprechauns, duendes, gnomos, trasgos, goblins, silfos, pixies, hobgoblins, domovois, spiridus, lutins, follets, menutos, busgosos, apabardexus, lamiñaks, chaneques, mgoras, cucumis, moháns, laftraches, tintíns, muquis, shapishicos, curupiras, mogwais. Tienen tantos nombres dependiendo de la región, de la lengua o de la cultura pero, todos son los mismos sin importar como los representemos, son seres de baja estatura que se mimetizan con nuestro entorno al punto de que parecen desaparecer, le hablan a los bosques y selvas y estas obedecen pues su relación es simbiótica, ellos debían proteger a la tierra y a sus seres, era su función y eso hicieron con nosotros, nos ayudaron, nos criaron como buenos padres y en algún momento antes de nuestra diáspora los envidiamos, queríamos los poderes de crecimiento, los traicionamos, los torturamos, los perseguimos para esclavizarlos y tuvieron que huir, se escondieron en las profundidades de su madre tierra y nosotros, sin frutos, aprendimos a cultivar, desbastamos miles de hectáreas, talamos majestuosos árboles, destruimos, quemamos y sí, prosperamos, lo hicimos al punto de irlos acosando al punto de que se dejaban morir antes de ver lo que hacíamos con el planeta. Vencimos en una guerra de eones pero lo que aprendimos en Xibalbá es que el punto final de la victoriosa campaña será, definitivamente el punto final. Al morir el último de ellos, algo terrible sucederá, ellos no saben lo que será, nunca pensaron en que alguien que no tuviera conexión con la tierra, usurpara su lugar, nunca pensaron en que fuéramos tan eficientes en el exterminio.

Xibalbá fue creada como ofrenda, como un intento vano de disculpa y por eso los “aluxes” aún siguen recorriendo libremente esta área aunque ya no son “reales” son parte de un folclor, antes los matábamos por ira, ahora lo hacemos por desconocimiento pero, muerte es muerte y sí... Xibalbá es el inframundo y, nosotros, estamos a un paso de convertirnos en almas en pena sobre un planeta estéril.

Sí... somos una vergüenza.