Litigio pone en peligro el éxito de la NFL: Roger Goodell

Litigio pone en peligro el éxito de la NFL: Roger Goodell
Por:
  • larazon

El comisionado de la NFL, Roger Goodell publicó en la editorial del Wall St. Journal su punto de vista sobre la decisión que tomó la jueza de poner fin al paro laboral.

Entrada ya la tarde de ayer lunes, la Juez de Distrito de los Estados Unidos de América, Susan Richard Nelson, emitió un fallo que puede alterar de forma significativa el futbol americano tal y como lo conocemos en la actualidad.

El paro patronal por parte de la National Football League cumple seis semanas, lapso durante el que la Liga ha buscado negociar un nuevo contrato colectivo con los jugadores. Sin embargo, la juez Nelson ordenó el final del paro, además de reconocer el derecho de los jugadores a disolver su sindicato. La decisión de aprobar esta táctica de negociación puede hacer peligrar una de las ligas más populares y exitosas en la historia de los deportes.

¿Cómo luciría la NFL sin un compromiso de contrato colectivo? El sistema de contrato colectivo –que ha proporcionado al sindicato de jugadores un mejor panorama de agencia libre, además de establecer un límite a los montos que los propietarios desembolsan en salarios- ha operado extraordinariamente bien por muchos años para la NFL, los jugadores de la NFL y los aficionados de la NFL.

Para los jugadores, el sistema permitió que sus compensaciones se elevaran vertiginosamente –su paga y beneficios se duplicaron sólo en diez años. De igual forma el sistema les ofrecía oportunidades económicas equiparables en todos los equipos de la Liga, de Green Bay y Nueva Orleans a San Francisco y Nueva York. Adicionalmente, alentó y fomentó condiciones que permitieron la expansión de la NFL a cuatro nuevos equipos, la extensión de las carreras profesionales de los jugadores y la creación de trabajos para cientos más.

Para las franquicias y los aficionados, el intercambio otorgó a cada equipo la oportunidad genuina de competir por el Super Bowl, una mayor certidumbre en cuanto a costos y también incentivos para invertir en el juego mismo. Todos esos alicientes se tradujeron en dos docenas de estadios nuevos o remozados, así como en innovaciones tecnológicas como el sitio internet nfl.com y la NFL Network.

Bajo el esquema de los abogados de la Asociación de Jugadores –reflejado en la demanda que presentaron ante la corte federal—la NFL se vería forzada a operar de manera dramáticamente distinta. Siendo ciertos, su estrategia beneficiaría a algunos jugadores destacados y a sus agentes (y, por supuesto, a los mismos abogados). Pero virtualmente todos los demás –incluyendo la vasta mayoría de jugadores así como los aficionados—sufrirían.

En lugar de dirigir esfuerzos al desafío de mejorar el contrato colectivo en beneficio del juego mismo, la demanda financiada por la Asociación de Jugadores ataca virtualmente cada aspecto del sistema actual, incluyendo la selección colegial, el límite a los salarios y la reglamentación de la agencia libre, que colectivamente han sido los generadores de la calidad y la popularidad de este juego por casi dos décadas. Una victoria de la asociación amenaza con derrumbar el sistema de competitividad balanceado que con sumo cuidado se ha estructurado y que hace que los juegos de la NFL y la competencia por el campeonato sean tan emocionantes e impredecibles.

En el mundo de los abogados de la Asociación, cada jugador ingresaría en la Liga como un agente libre sin restricción, un contratante independiente, en disponibilidad para vender sus servicios a cualquier equipo. Cada uno de los jugadores se convertiría nuevamente en un agente libre sin restricción tantas veces expirara su contrato. Cada uno de los equipos sería libre de invertir lo mucho o lo poco que deseara en la nómina de jugadores o en los paquetes de compensación individual.

Cualquier reglamentación de la Liga relacionada con los términos de contratación de los jugadores sería susceptible de cargos por prácticas monopólicas en las cortes de todo el país. Cualquier jugador podría presentar demandas –a nombre propio o en representación de un grupo—desafiando cualquier regulación de la Liga que en su concepto considerara que restringe sin razón al mercado para contratar sus servicios

Bajo esta perspectiva, los jugadores y aficionados carecerían totalmente de la protección o beneficios que sólo un sindicato (a través de un contrato colectivo de trabajo) puede proporcionar. ¿Cuáles son las posibles derivaciones para los jugadores, equipos y aficionados? He aquí algunos ejemplos:

· No se celebraría la selección colegial (draft). “¿Por qué debería celebrarse la selección?”, expresó Brian Ayrault, agente representante de jugadores. “Los jugadores estarían en condición de escoger para quién trabajar. Los mercados deberían determinar el valor de todos los contratos. El balance competitivo es una falacia”.

· No habría nómina mínima en los equipos. Algunas franquicias podrían manejar nóminas de $200 millones de dólares mientras que otras invertirían $50 millones de dólares o menos en este rubro.

· No habría salario mínimo estipulado para los jugadores. Muchos de ellos podrían percibir cantidades sustancialmente menores a las que en la actualidad se consideran como mínimos.

· No existiría una garantía estandarizada para compensar a jugadores que sufran lesiones que ameriten el fin de su actividad durante la temporada o de por vida. En cambio, los jugadores negociarían cualquier compensación que pudieran lograr.

· No existirían convenios uniformes en la Liga relativos a beneficios. Los generosos programas de beneficios que en la actualidad se encuentran disponibles para los jugadores a través de la Liga se tornarían tema exclusivo de selección y negociación, a nivel individual, de cada club y de cada jugador.

· No habría límites en la agencia libre. Los jugadores y agentes se unirían para dirigir a jugadores de primera línea hacia un puñado de equipos de elite. Otras escuadras –que estarían perpetuamente fuera de la competencia para figurar en la post-temporada—se convertirían esencialmente en “granjas de crianza” para las escuadras de elite.

• Inexistencia de reglamentaciones para toda la Liga sobre la duración de los campamentos de entrenamiento o el compromiso de los jugadores para asistir a los acondicionamientos físicos fuera de temporada. Cada equipo tendría sus propias reglas y políticas.

· No existiría un programa uniforme para la Liga relativo a pruebas de detección de uso de drogas o abuso de substancias para mejorar el rendimiento físico. Cada club podría tener su propio programa –o decidir no tenerlo.

Cualquier acuerdo que en este sentido fuera aplicable a toda la Liga estaría sujeto a demandas antimonopólicas en caso de que cualquier jugador adujera haber resultado “lesionado” por tal medida, o cuyo abogado percibiera el tema como oportunidad para atraer atención hacia su cliente o a sí mismo. Acuerdos como ésos pueden subsistir al escrutinio antimonopolio, pero la perspectiva de una contienda judicial podría inhibir convenios aplicables a la Liga en su conjunto –si no en su totalidad, sí en la mayoría de estos temas.

En un ambiente donde esencialmente son ellos contratistas independientes, muchos jugadores seguramente perderían beneficios significativos, además de otras protecciones provistas de manera previa en una base colectiva como parte de un contrato colectivo negociado a través de su sindicato. Además, la perspectiva de mejores beneficios para los jugadores en retiro sería, simplemente, inexistente.

¿Es ésta la NFL que los jugadores quieren? ¿Una liga donde jugadores de elite atrajeran compensaciones enormes y beneficios mientras que otros –aquellos que carecen del glamour y del poder de negociación de las estrellas—jugaran percibiendo montos más bajos, menores beneficios y con carreras profesionales más cortas que las que actualmente tienen? ¿Una liga donde las oportunidades de competitividad de equipos establecidos en comunidades más pequeñas (Buffalo, Nueva Orleans, Green Bay y otros) estuvieran permanentemente en duda por apego ciego a los principios del mercado libre que favorecieran a escuadras afincadas en lugares más extensos y mejores situados?

Antes de presentar su contienda judicial, los jugadores y sus representantes alabaron públicamente el sistema actualmente vigente y arguyeron el extender las condiciones prevalecientes. Ahora se expresan en un tono muy diferente, atacando en las cortes los mismos arreglos que decían operaban de manera adecuada

¿Es ésta la NFL que los aficionados quieren? ¿Una liga en donde las regulaciones que se han establecido con esmero y que han probado la generación de un balance competitivo –juegos emocionantes y sumamente cerrados cada domingo; series divisionales y de campeonato disputadas e igualmente excitantes—se descarten y se hagan a un lado? ¿Los jugadores y sus abogados tienen tan escaso aprecio hacia los aficionados como para pensar que esto realmente sirve a sus intereses?

Estos resultados son inevitables bajo cualquier acercamiento diferente a un convenio colectivo integral. Esto es especialmente verdadero cuando el acercamiento depende de los arreglos negociados por los abogados durante los procesos judiciales. Sin embargo, esto es lo que los abogados de los jugadores pelean en la corte. Y esto es lo que estará en riesgo, al mismo tiempo que la NFL apela ante la Corte de Apelaciones del Octavo Circuito la decisión de la juez Nelson

El señor Goodell es Comisionado de la National Football League.