Otoño de ensueño que jamás volvió

Otoño de ensueño que jamás volvió
Por:
  • diego_a._hernandez

El destino puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos y así fue para Felipe Muñoz, mejor conocido como El Tibio, su vida dio un giro de 180 grados en tan sólo 2 minutos 28 segundos y 7 centésimas, en ese tiempo, que al decirlo suena poco, pero para él fue una eternidad que finalizó en felicidad, consiguió la primera medalla y única de oro para México en la natación dentro de unos Juegos Olímpicos.

“¡México, México, México!”, con esos gritos retumbaba la Alberca Olímpica cuando faltaban 20 metros de 200 por recorrer en la competencia estilo pecho. Un joven de tan sólo 17 años puso a soñar a todo un país con una presea áurea.

“Recuerdo muy bien que faltaban alrededor de 20 metros y yo ya me sentía muy cansado, pero el apoyo de mi país me dio las ganas de seguir adelante. Antes de que iniciara la competencia mi entrenador, Ronald Johnson, me dijo que yo no era el más rápido, pero sí el más fuerte y si ocupaba esa virtud podría salir con la mano en alto. Jamás había escuchado tanto escándalo en una competencia, pero en esa ocasión era un gritadero que lo único que me permitía sentir era el respirar de mi rival, el soviético Vladimir Kosinski, considerado el mejor del orbe en ese momento. Yo iba en el carril cuatro y al tocar la pared lo único que hice fue voltear, ver la pizarra y darme cuenta que era el número uno del mundo; del cansancio sólo me acosté sobre el agua. Mi sueño se hizo realidad”, relató El Tibio en exclusiva para La Razón.

Aquel 22 de octubre pasará a la historia y será recordado por uno de los grandes logros del deporte mexicano. La delegación para dichos JO estuvo conformada por 275 atletas, siendo la más grande hasta el momento y la más ganadora, pues obtuvo nueve preseas (hasta el momento la única que se le acerca es Londres 2012, con ocho).

Los 16 días en disputa entre las 112 naciones que participaron en las 20 disciplinas para demostrar cuál era la mejor serán imborrables para un pueblo mexicano, que esperaba que los JO del 68 fueran un parteaguas para el deporte y el país se convirtiera en una potencia; pero al parecer todo eso quedó en una ilusión, pues aunque sí se han conseguido metales importantes, el desarrollo no fue el esperado y así lo han hecho saber atletas que han escrito su nombre en la historia.

“Una de las cosas que siempre he observado y que no nos dimos cuenta desde un principio, fue que después de los Juegos Olímpicos no hubo el apoyo suficiente y ya no salimos tan seguido. Dejamos de ocupar los aviones y hoteles para transportarnos en autobús y quedarnos en casas. Se disminuyeron los recursos y no supimos aprovechar, como otros países que ya son potencias: como Corea y España, que deportivamente hablando son muy superiores a nosotros y eso fue porque ellos, después de organizar unos Juegos Olímpicos sí supieron aprovechar todo lo que tenían y creo que ese fue un gran problema, pues algunos talentos mexicanos se quedan en el camino no se pudieron consolidar”, resaltó El Tibio.

En relación con el mismo tema, Daniel Aceves, medallista en lucha grecorromana en Los Ángeles 1984, resaltó que “hay luces y sombras en los aspectos de nuestro deporte, hay que tener una renovación de deportistas. Hay federaciones que han avanzado trascendentalmente y nadie desconoce lo que ha pasado entre COM y Conade; esa separación ha hecho que el desarrollo del deporte olímpico vaya para abajo”.

Por su parte, Alejandro Reyes, productor de la serie Juegos Olímpicos de México 68 Memorias Imborrables, comentó que muchos de los entrevistados destacaron lo lamentable que es no haber aprovechado unos JO que rebasaron todas las expectativas.

“Lo triste, y lo presentamos con testimonios de muchas personas, es que no sirvieron de plataforma para que el deporte en México creciera. No se supo aprovechar la gran organización como lo han hecho otros países”.

[caption id="attachment_811959" align="alignnone" width="696"] Gráfico: La Razón de México[/caption]

Black Power, movimiento que cambió la historia

En México 68 se vivió el clímax del Black Power, movimiento surgido en la década de 1960 que buscaba la igualdad racial y luchaba por los intereses de la sociedad afroamericana, cuando el 16 de octubre los corredores Tommie Smith y John Carlos bajaron la cabeza y levantaron el puño, con un guante negro, en la ceremonia de premiación de los 200 metros planos, mientras sonaba el himno de Estados Unidos, gracias al oro logrado por Smitt.

El estadounidense Avery Brundage, presidente del COI en aquel entonces, ordenó que se expulsara a ambos atletas de la Villa Olímpica. Sin embargo, la delegación de ese país se negó, por lo que Brundage dijo que en ese caso, todos los integrantes del equipo de las barras y las estrellas serían excluidos. Al final tanto Tommie como John quedaron fuera de la competencia, “por violar los principios fundamentales del movimiento olímpico”.

“Si gano, soy americano, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos negros y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos”, señaló Smith, entonces de 24 años de edad.

Richard Wright, escritor estadounidense de novelas y cuentos, dio a conocer en 1954 el libro Black Power; ésa fue la primera ocasión que salió una publicación con esas palabras.

Dicho movimiento iba a ser boicoteado minutos antes de que se llevara a cabo la premiación en CU, pues el presidente del COI se enteró que les proporcionaron unos guantes negros, pero el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez lo impidió y manifestó que la ceremonia continuará.

[caption id="attachment_811958" align="alignnone" width="696"] Fotoarte: Mónica Pérez, La Razón[/caption]