Tango albiceleste rumbo a Sudáfrica

Tango albiceleste rumbo a Sudáfrica
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Por Ángel Salinas/3.80.3.65

Las coplas de un tango persisten en Argentina. No hay mañana para La Albiceleste que dirige Diego Armando Maradona, que no deja de implorar a Dios para hacerle la gracia de la clasificación mundialista, que dio la cara a los medios ratificando su deseo de permanecer en el barco hasta el final de la eliminatoria…

Y el tango sigue, se escucha con mayor nitidez a unas horas, minutos, segundos de que dé inicio el partido de la esperanza ante Perú. En una de las definiciones más ajustadas de los últimos tiempos, la CONMEBOL está a punto de definir a sus cuatro representantes que clasificarán de manera directa a Sudáfrica 2010. Dos de ellos -Brasil y Paraguay- ya han conseguido el boleto. Parece muy poco probable que a Chile se le escape la tercera plaza. La cuarta posición está de momento en manos de Ecuador, pero en Argentina sigue ese tono melancólico, pausado…

¡Oh, Diego! Suplicantes lucen los aficionados que dan ese espaldarazo al Diez, que tantas historias de felicidad fincó para un país lleno de gloria futbolística. Otra copla suena estruendosa al observar las estadísticas y ver que ese pasaje a Sudáfrica tiene varios aspirantes: Uruguay, Venezuela y Colombia aún tienen opciones -en algunos casos más claras que en otros- de llegar a la Copa del Mundo de manera automática. Existe la posibilidad de que Sudamérica cuente con cinco equipos en la cita de 2010, repesca y representante de la CONCACAF mediante, es cierto. Pero para eso falta una eternidad, futbolísticamente hablando. Con los nervios tensos y expuestos, la jornada se plantea como una de las más eléctricas de las que uno tenga memoria.

La copla del clímax

El hilo de vida para hacer más caótica la letra del tango para los argentinos depende de lo que se escriba en Atahualpa, cuando Ecuador, ubicado en cuarto sitio de la tabla, enfrente a un aspirante más, como lo es Uruguay.

Así también hay esperanza al ver los antecedentes… En los días previos al duelo ante los orientales sabemos que Segundo Castillo, una de las piezas claves en el funcionamiento del motor del equipo ecuatoriano, ha llegado tocado desde Inglaterra. Sería una auténtica pena que el jugador del Wolverhampton Wanderers no fuera de la partida en el partido del sábado, pero en caso de que el de Esmeraldas no esté en el once inicial, el cuerpo técnico cuenta con una sobresaliente lista de efectivos para llenar de potencia y toque el mediocampo: Luis Antonio Valencia, Cristian Noboa, Edison Méndez y Jefferson Montero -entre otros- pueden integrar un bloque de volantes difícil de superar a escala sudamericana hoy en día. Si su mediocampo funciona, la selección de Ecuador funciona.

Ecuador, cada vez que juega en Estadio Olímpico Atahualpa, cuenta con un par de jugadores adicionales: el apoyo fervoroso de su afición por un lado, y los 2 mil 800 metros de altitud sobre los que está construida la ciudad de Quito. En este proceso eliminatorio, la Tricolor ha ganado cinco encuentros y ha empatado otros tres partidos en condición de local en ese escenario.

En la previa al duelo de la jornada 17 ante Ecuador, la selección de Uruguay batalla contra dos fantasmas más o menos tangibles: la necesidad imperiosa de no perder para seguir con opciones reales de clasificar al Mundial, y el factor de la altura, que no ha sido tan dramático para la Celeste en este campeonato (ha derrotado por 0-1 a Colombia en Bogotá en la séptima jornada, e igualó 2-2 ante Bolivia en La Paz por la fecha número diez).

La copla de la esperanza en el Antonio Vespucio

Entre, amor, desamor, esperanza y melancolía, cada copla hace rememorar a Argentina que con una plantilla repleta de figuras reconocidas en el futbol europeo y un mito viviente como entrenador en condiciones normales la Albiceleste tendría que estar ya tranquilamente clasificada, o -como mínimo- no debería estar cuestionándose ni por un solo instante sus posibilidades de estar una vez más en una Copa del Mundo. Pero las condiciones normales no existen ni se las espera en el centro de entrenamiento de la AFA desde hace ya demasiado tiempo.

Los antecedentes de este tango triste

Desde el fondo de la historia del balompié sudamericano, los caminos de las selecciones de Argentina y Perú se han cruzado en muchas oportunidades. Aficionados y periodistas reviven los recuerdos de dos momentos más o menos recientes en los que el equipo de la Banda Roja frustró o mantuvo en suspenso hasta último momento la clasificación de los gauchos a un Mundial. En la previa a México 1970, la simiente de un fantástico seleccionado peruano (probablemente el mejor de toda la historia) dejó fuera de la Copa a los argentinos al empatar 2-2 en la Bombonera. Años más tarde la Argentina entrenada por Carlos Bilardo consiguió su clasificación a México 1986 gracias a un agónico empate como local ante los peruanos. Pero el representativo inca de Chemo Del Solar dista muchísimo de parecerse a cualquiera de esas dos versiones anteriores. Es que este Perú no se parece ni siquiera al equipo que jugó el Mundial de 1978 y que, aprietes y coimas de por medio -de acuerdo con los testimonios de varios de los protagonistas de ese partido- fue goleado por 6-0 por los locales que, a la postre, se alzaron con el título de campeones.

El representativo peruano ocupa la última posición de la clasificación sudamericana. Tras dieciséis partidos jugados la selección ha cosechado una decena de derrotas, cuatro empates y apenas un par de victorias. La realidad deportiva del equipo nacional no hace más que reflejar el momento de crisis por el que atraviesa el fútbol de todo el país. Su federación ha estado a punto de ser desafiliada de la FIFA, sus clubes pintan poco y nada en las competiciones continentales últimamente, y muchas de sus figuras han tenido comportamientos vergonzantes en sus actuaciones con la selección. En condiciones normales, esta selección de Perú no debería plantear ningún dilema para el equipo argentino, que incluso podría endosarle una goleada sin atenuantes.

El mejor jugador de la convocatoria de esta Blanquirroja es Juan Manuel Vargas, el lateral de la Fiorentina. El Loco, sumado a la experiencia del incombustible Nolberto Solano, más lo que puedan hacer dos delanteros solventes como Johan Fano y Hernán Rengifo son -sobre los papeles- los únicos factores de riesgo que deberá controlar el conjunto argentino sobre el césped del estadio de River. El hecho de que el cuadro andino juegue tan solo por el honor (y, tal vez, por el incentivo económico) también es un aspecto que los futbolistas de Diego Maradona también tendrán que demostrar que pueden controlar.

La Albiceleste vive una situación plena de paradojas y contradicciones, como tal vez jamás antes había experimentado en toda su historia. Argentina jamás había tenido una cantidad tan grande de figuras que triunfan en el fútbol grande de Europa como la que existe ahora. Al mismo tiempo, hace casi cuarenta años que una selección no deja tantas dudas en cuanto a su funcionamiento, un hecho que pone en tela de juicio el grado de merecimiento que el representativo pueda haber acumulado desde el inicio de la fase clasificatoria.

Más allá de la errática y poco profesional gestión que Diego Maradona está haciendo al frente de la absoluta, los internacionales argentinos están en deuda con la selección. No solo en lo que respecta al futbol que han producido hasta ahora, sino también en lo vinculado con la actitud que la afición presupone -tal vez de manera equivocada- que quienes destacan en ligas como las de España, Italia o Inglaterra deberían demostrar al calzarse la elástica de bastones celestes y blancos.

Casi un año después de haber asumido como seleccionador de su país el Pelusa aún está en deuda, tanto o más que sus jugadores. La administración Maradona -a dos fechas de terminar las eliminatorias- aún no ha encontrado el equipo. Aún experimenta. Quita y pone responsabilidad sobre sus dirigidos sin un patrón o estrategia demasiado claros. Abre más frentes de conflicto dentro de la federación que los que ya existían antes de su desembarco. Amenaza con dejar su cargo. O, peor, con quedarse solo si todo el mundo se aviene a aceptar sus códigos (bastante intangibles, por cierto). Se enfrenta con la prensa. Ha dejado demasiado expuestos a muchos de los futbolistas por él convocados. Y ha dejado patente que no tiene el ascendente que todo el mundo le presuponía sobre las jóvenes estrellas del fútbol argentino. En suma, hasta ahora todo no ha sido más que una cara y frustrante terapia ocupacional para el máximo ídolo del país, a quien le está costando una enormidad encontrar su lugar en el mundo.

Las últimas informaciones que llegan desde el predio de Ezeiza indican que Argentina atacará con un triángulo formado por Pablo Aimar, Gonzalo Higuaín y Leo Messi. Un experimento más, pero hay que admitir que suena bien. En condiciones normales o anormales, y jugando como local, la bicampeona del mundo tiene todo para quedarse con los tres puntos ante Perú, llevar un poco de tranquilidad a una afición crispada, y conseguir un balón de oxígeno para afrontar el último round frente a Uruguay con un mínimo de garantías. Un empate o una derrota no haría más que hacer más triste cada copla de este tango argentino…

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