LOS ALEGRES DEL Barranco proyectaron imágenes del Mencho en su concierto del Auditorio Telmex en Guadalajara, fueron citados a declarar y los multaron con 33 mil 942 pesos. Enseguida, en la Feria del Caballo en Texcoco, los asistentes al concierto de Luis R. Conriquez lo agredieron y destruyeron el escenario ante la negativa del cantante a echarse unos corridos bélicos debido a la “prohibición”. En cambio, Natanael Cano se la pasa por el arco del triunfo y se anuncia para el Festival Sohar en el Estadio Akron de Guadalajara.
La música y los artistas no son los causantes del crimen y la violencia como nos lo hacen creer; los cantantes ycorridos gentrificados son uno de sus efectos. El narcocorrido se popularizó como el corrido tumbado para las masas, despojado de su sentido original de contar las historias del crimen y comunicar poblados, para convertirse en un subgénero aspiracional. Explotó durante el sexenio pasado, cuando el Nuevo PRI saludó de mano a la mamá del Chapo bajo el eslogan abrazos, no balazos. El narco se filtró en todas partes y el negocio de la música no fue la excepción. Hoy el gobierno de los eufemismos se encuentra en un proceso educativo en donde todos tenemos que contribuir a que no haya apología de la violencia. No están prohibidos, más bien es promover otros contenidos. Sin prohibir, pero sin permitir su difusión en público.
MÁS QUE HACER APOLOGÍA DEL CRIMEN, balconean por el mundo aquel pacto de impunidad con el CO y la ausencia de gobierno. Y al Nuevo PRI le urge limpiar su imagen. Mientras tanto, ya se prohibieron en Michoacán, Jalisco, Nayarit, Aguascalientes y Estado de México, donde 64% de la población se pronunció por la prohibición, según Enkoll. Dato curioso, recordé el del INEGI de 2021: la música regional / banda / norteña / sierreña, son las más escuchadas en el país, entre 15 y 25% de la población las prefiere. Además de municipios como Tijuana, Chihuahua y Benito Juárez (Quintana Roo) con multas hasta de 500 mil pesos por difundir o presentar corridos bélicos en lugares públicos. Los legisladores ya trabajan para castigar hasta con cuatro años de prisión por hacer apología del crimen y romantizar la violencia en la letra de las canciones. Qué fácil es criminalizar a los cantantes, a la música y a la población.
El rifirafe de Texcoco fue consecuencia de la prohibición. Prohibir algo es la mejor publicidad: el famoso pegote en los discos de Parental Advisory Explicit Content, del PMRC creado por Tipper Gore, se convirtió en el sello de calidad del mejor rock y rap en los 90. Prohibir los corridos no va a prevenir el crimen, al contrario, crean un mercado negro, corrupción, ilegalidad y violencia como sucede con las drogas. Los aferrados en mantener esas prohibiciones son los que ganan con ellas. En el México de los 70 / 80 prohibir el rock y reprimir a los rockeros con razzias era un negociazo de la autoridad. Los portazos y desmanes han ocurrido en conciertos de todos los géneros por otros motivos —fraudes, mala organización, precios elevados—, ahora hay que agregar censura y prohibición.