Amoeba Music

Amoeba Music
Por:
  • carlos_velazquez

Uno de mis lugares favoritos está en el 6400 de Sunset Boulevard en Los Ángeles: Amoeba Music.

El año pasado Amoeba se puso en boca de los melómanos del mundo porque se rumoraba que cerraría. La comunidad angelina puso el grito en el cielo. La tienda se apresuró a emitir un comunicado desmintiendo que abandonaría L. A. (la única otra Amoeba se encuentra en San Francisco). Pero informó que en unos años se mudarán de instalaciones.

Desde la caída de Tower Records, Amoeba se ha convertido en la capital de la música en la ciudad. Y de buena parte de Estados Unidos. Poquísimas tiendas le pueden competir en oferta. No importa qué tan famosa sea una tienda, Waterloo Records de Austin, por ejemplo, el stock que maneja Amoeba es impresionante.

Siempre que visito Los Ángeles ya sé que me voy a gastar cien, ciento cincuenta o doscientos dólares en Amoeba, me comentó Homero Ontiveros del grupo Inspector. Amoeba ha sobrevivido gracias a compradores fieles como Homero y tantos otros que viajamos de todas partes del mundo y nos surtimos de material en la tienda. En un tiempo en que la caída de las ventas de discos hizo que millones de tiendas cerraran en el mundo, Amoeba sobrevivió. Y ahora que el vinyl ha hecho surgir al disco como objeto, Amoeba goza de buena salud.

Cuando voy a Los Ángeles mi ritual consiste en dejar mi maleta donde sea que vaya a pernoctar, un hotel, en casa de un amigo(a), o en la calle, y me dirijo a Amoeba. A media calle rumbo a Hollywood Boulevard se halla Stout Burger. Las hamburguesas son brutales y venden una chela artesanal deliciosa. Si me da hambre salgo a comer y regreso sin

perder demasiado tiempo, así puedo invertir el día entero en curiosear por la tienda.

"Lo que hace a Amoeba diferente de otras tiendas de discos es el amor que le ponen al negocio".

Siempre que visito L. A. paso por Amoeba dos veces. La primera acompañado. Compro lo que ya llevo en una lista. La segunda solo. Para poder husmear hasta el hartazgo. Sólo existen tres sitios donde puedo pasar más de cuatro horas sin descanso: el Honk Kong (el teibol de Tijuana), la piscina y Amoeba. Y como le pasa a otros amantes de la música, una parte importante de mi presupuesto de viaje se queda en su caja registradora.

Amoeba es un bodegón inmenso con un estacionamiento subterráneo. La tienda está dividida en dos grandes bloques. Vinyles y CDs. En la parte de atrás hay una sección de jazz y blues. A un costado está la sección de libros y en una intersección se acomoda la música electrónica. En una segunda planta pequeña está la selección de películas. Y en lo que podríamos llamar el hall, donde están las cajas registradoras, hay juguetes, playeras, pósters, souvenirs (como la veladora con la imagen de Amy Winehouse), box sets, etcétera.

Lo que hace a Amoeba diferente de otras tiendas de discos es el amor que le ponen al negocio. Ofrecen ediciones especiales de vinylos que las compañías lanzan exclusivamente para venta en la tienda; hay una sección grabada en video que se llama What’s in my bag?, en la que invitan a músicos a elegir su discos preferidos (se puede checar en YouTube, les recomiendo el capítulo de los Melvins); y se organizan pequeños conciertos todo el tiempo. Pero lo mejor de todo son los precios. Por supuesto que las novedades cuestan lo mismo que en cualquier parte del mercado, pero es común encontrar discos (nuevos) cinco o hasta diez dólares más baratos. Además de contar con una sección de rebajas en la que los CDs valen 1.99 y 2.99 más tax. En la que encuentras verdaderas joyas. En excelentes condiciones. Y también la sección de descatalogados, donde hay material que ha dejado de editarse hace tiempo.

En una época en la que el dominio de Amazon es apabullante, Amoeba ha conseguido amasar una clientela fiel. No importa lo cómodo que resulte adquirir un disco con un solo click, nada se compara a la experiencia de presentarte en la tienda y buscar entre los pasillos los álbums de tus bandas predilectas. Pero Amoeba no lucra con la nostalgia, lo que la hace tan atractiva es el catálogo que maneja. Lo que busques ellos lo tienen, y si no está en la tienda te lo consiguen. Y en días de promoción tienen envíos gratis a todo Estados Unidos.

En Amoeba he comprado varios viniles de edición limitada. Y otros del Record Store Day. Álbums que difícilmente encontrarás en línea. Mientras el cambio de domicilio se produce, la ahora ya mítica Amoeba de Los Ángeles sigue abriendo de 10:30 am a 11:00 pm de lunes a domingo. Porque como sabemos, el ansia por la música no descansa.