De ángeles infernales a hijos de la anarquía

De ángeles infernales a hijos de la anarquía
Por:
  • rogelio_garza

La trepidante serie Sons of Anarchy, sobre un grupo biker en California, atizó la moda

de rudos motorizados acá y allá, donde tuvieron un considerable peso electoral en la elección de Donald Trump, además de ofrecerle seguridad en campaña. Perseguidos en los años cincuenta y sesenta por contraculturales, los bikers transitaron hacia la delincuencia, la industria de las choppers y el mundo del entretenimiento.

 

LOS AÑOS 40 Y 50: POSTGUERRA, PRENSA, CINE

El fenómeno de las pandillas motorizadas brincó a los tabloides en 1947 con el incidente de Hollister, California. Patriotas de la Segunda Guerra Mundial carentes de reconocimiento oficial y social, cuyo nacionalismo los encadenó desde entonces a sus pesadas y ruidosas Harley-Davidson. En 1948 se formó el primer Hell’s Angels Motorcycle Club en San Bernardino, atribuido a la familia Bishop (los Teller-Morrow de la serie), ex pilotos de guerra que se llamaron así por la película de Howard Hughes, Los Ángeles del Infierno (1930). De ahí la estructura militar, los códigos y la obsesión por las armas. Lo que prendió como pólvora en 1953 fue la película El Salvaje de László Benedek con Marlon Brando. Se basó en un cuento corto de Frank Rooney sobre Hollister, “The Cyclist Raid”, publicado en 1951. Con Johnny Strabler y The Black Rebel Motorcycle Club nació el arquetipo del outlaw, forajido o desterrado, como se denominó después. Esta película, así como Rebelde sin causa de Nicholas Ray con James Dean, y la novela En el camino de Jack Kerouac, movieron a los chavos hacia los años sesenta.

 

EL NUEVO PERIODISMO Y EL OJO GONZO

En marzo de 1965 sucedió otro incidente en Porterville. Time, Life y Newsweek calificaron los hechos como un problema de seguridad nacional, pero el asunto fue retomado por el nuevo periodismo y el Gonzo. En su reportaje The Electric Acid Kool-Aid Test (1968), Tom Wolfe les dedica el capítulo 13. Frente a los hippies y universitarios de Berkeley, “Los Ángeles del Infierno eran vida real. El peligro potencial era palpable. Nunca se fían de nadie que no haya estado en la cárcel”. Wolfe describe con detalle la relación del movimiento psicodélico con Los Ángeles del Infierno y señala —citando a Hunter S. Thompson— que los intelectuales de California los cubrieron con “una aureola romántica de alienación, de generación en rebeldía”. En ese periodo se arrancaron a distribuir LSD y marihuana en California, luego se extendieron al tráfico de todo lo demás.

 

“La serie Sons of Anarchy, creada por Kurt Sutter, fue vista por treinta millones de personas, según TV by the numbers.”

 

Hunter S. Thompson se integró al club de Oakland durante un año para escribir el reportaje The Hell’s Angels. The Strange and Terrible Saga of the Outlaw Motorcycle Gangs (1966) —traducido en Anagrama como Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga—, el libro que casi le cuesta la vida. “Hay una diferencia importante entre ser perdedor y forajido. Uno es pasivo y el otro es activo. Los forajidos actúan los sueños de millones de perdedores”. Hasta la fecha, el reportaje de Thompson es el documento periodístico más completo al respecto. En una frenética corrida de casi trescientas páginas retrató la vida y el pensamiento de los miembros más prominentes. Estibadores de los muelles y bodegas, camioneros, mecánicos, obreros automotrices y metalúrgicos, ladrones de coches y motos. Aplicaban para el seguro de desempleo, lo suficiente para vivir y pasar el tiempo necesario en la motocicleta. Otros eran mantenidos por sus esposas y novias, las mamas. El Ojo Gonzo registró el origen, pensamiento, códigos y costumbres de los bikers en su apogeo contracultural. Y predijo el futuro sociopolítico de Estados Unidos, el ascenso de los desterrados al poder, al notar que el punto de vista colectivo de los bikers siempre ha sido fascista:

Como la mayoría de los grupos bikers, Los Ángeles son férreos anticomunistas y firmes patriotas. Su visión política se limita al patriotismo retrógrada que motiva al Ku Klux Klan y al Partido Nazi Americano —organizaciones que reaparecieron este año en Charlottesville.

 

DE OAKLAND PARA EL MUNDO

Thompson y Wolfe reconocieron a Ralph Sonny Barger como “el jefe supremo de Los Ángeles del Infierno” desde finales de los cincuenta. Fundó el Club de Oakland en 1957 y a los ochenta años mantiene el liderazgo en más de cincuenta países. Ninguna fuente para conocer el fenómeno como su autobiografía de 2001, traducida en 2015 en España como Ángel del Infierno: Vida y andanzas de Sonny Barger y el Club de Motoristas Ángeles del Infierno. Personaje que ha sobrevivido al abandono materno y paterno, accidentes en moto, golpizas, cuchilladas, balaceras, bombazos, cárceles, sustancias, esposas, cáncer y acoso policiaco. Fue un adolescente que creció “inspirado” por Chino, Lee Marvin en El Salvaje, el contrincante de Johnny que montaba una Harley. A los catorce años se enroló en el ejército en busca de una familia, donde los veteranos de Corea lo adiestraron en la ciencia de las Harleys, las armas y las tácticas de combate. Al salir formó el Club de Oakland, un ejército de “hermanos” motorizados. “Esta vida me ha dado libertad y hermandad”, afirma, pese a un historial que incluye veintiún arrestos, tres años y seis meses en libertad condicional, y trece años encerrado en diversas prisiones (incluida Folsom). En la cárcel se dedicó a leer, ejercitarse, aprender a tocar la guitarra y a mecanografiar. Nadie imaginó que publicaría seis libros.

Su versión de los hechos durante el Verano del Amor, las manifestaciones anti Vietnam en Berkeley, y la escena trágica de Altamont, contrasta la historia oficial. El romance lisérgico entre los bikers, los hippies y los commies terminó cuando una decena de Ángeles rompieron las manifestaciones en 1965. Declararon a la prensa que estar contra las fuerzas armadas del país era antipatriótico y publicaron el telegrama que le enviaron al presidente Lyndon B. Johnson, ofreciéndose para ir al frente a pelear por la libertad. “Ningún hippie es mejor que el peor de nosotros”, aseguraban. El Club de Oakland empezó a modificar las motocicletas para crear las primeras choppers. Harley-Davidson los odió y les hizo la vida imposible por alterar sus diseños con partes hechizas, como los manubrios ape hangers que hacían con las patas cromadas de las mesas de formica. Con el paso de los años, la industria de las choppers y el “estilo de vida biker”, las cosas cambiaron. Ya se habían convertido en una atracción mediática, cobraban por entrevistas, fotografías y apariciones en el cine y la televisión. Pero las guerras entre Ángeles, Bandidos, Outlaws y Pagans, las cuatro organizaciones más grandes, echaron a andar la maquinaria legal RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations), que terminó por encerrarlos.

 

SONS OF ANARCHY,LA CULTURA DE LA VENGANZA

Fieles a sus orígenes cinematográficos, Barger y Los Ángeles del Infierno participaron en las películas Ángeles del Infierno sobre ruedas (1967), Hell’s Angels ’69 (1969), el documental de Richard Chase y Leon Gast, Hell’s Angels Forever (1983), y Dead in 5 Heartbeats (2012), cinta independiente producida por Barger, basada en su novela y dirigida por Jeff Santo. La serie Sons of Anarchy está basada en su autobiografía, él aparece en dos temporadas como Lenny The Pimp (el viejito en la cárcel que habla a través de una válvula en la garganta, se la colocaron en 1983). La palabra más repetida a lo largo de la serie, capítulo tras capítulo, es retaliation. Un término del vocabulario trumpiano: habrá represalias, venganza.

En un artículo publicado en The Nation (“This Political Theorist Predicted de Rise of Trumpism”, 2016), Susan McWilliams analiza el surgimiento del trumpismo a partir de la lectura de Hunter S. Thompson acerca de los desterrados (o left behind people), motivados “por una ética de total retaliación” contra la América avanzada y tecnologizada que los ha excluido. Por eso viven aferrados a sus torpes y pesadas Harley-Davidson, enamorados de su sonido, cuando lo único que tienen frente a las motos japonesas y europeas es la personalidad. Thompson advirtió que “son los heraldos de un tiempo oscuro y peligroso que se aproxima”.

La serie creada por Kurt Sutter mantiene al espectador con los pelos de punta durante las siete temporadas. Estuvo al aire entre 2008 y 2017 y fue vista por treinta millones de personas, según TV by the numbers. Una historia veloz y atroz que engancha, personajes aviesos y auténticos bikers en escena (David Labrava, Chuck Zito, Rusty Coones), con sexo, sustancias, violencia y rock a pasto. Parece que ser un bandido en motocicleta (o pretender serlo) es cool. Pero dice uno de los personajes de Dead in 5 Heartbeats, “todo el mundo es rudo hasta que conoces a uno”.

 

DIVERSIDAD Y BIKERS FOR TRUMP

Las historias contadas por bikers están recopiladas en el libro Ridin’ High, Livin’ Free: Hell-Raising Motorcycle Stories (2001). Cuarenta y dos testimonios recopilados por Barger con Keith y Kent Zimmerman. Se sabe que entre bikers campea el racismo, sin embargo, en estas páginas puede leerse la diversidad de agrupaciones moteras, los hay blancos, negros, latinos, orientales, europeos, femeninos, cristianos, nazis, legales, ilegales, pobres y ricos. Cada pueblo tiene su motorcycle, desde Berdoo hasta Metepec. Tarde o temprano los pequeños y los emergentes se afilian a los mayores. En la mayoría de los casos han tenido que ser flexibles en el aspecto racial por cuestiones estratégicas de expansión. En vez de guerras hacen alianzas y mantienen buena relación con sus vecinos negros. Así han logrado expandirse a los cinco continentes y formar redes.

Aquí se puede atisbar la psique de dichos personajes, algunos de los cuales se organizaron recientemente para apoyar a Donald Trump y ofrecerle seguridad voluntaria en su gira de campaña. Se trata de los veteranos del Irak liderados por Chris Cox, Bikers for Trump 2016, blancos cristianos que apoyan la construcción del muro entre México y Estados Unidos, defienden a balazos la posesión de armas, desean repatriar a todos los extranjeros y ven con buenos ojos el discurso populista de Trump respecto a hacer grande a América con más empleos, mejores salarios y menos impuestos. Se autodefinen como “guerreros sin nada que perder” y no hay una cifra exacta de cuántos son, pero en su página de facebook Bikers for Trump 2020 suman más de 268 mil. Son los desterrados en ese territorio salvaje que Hunter S. Thompson llamó Reino de miedo, pero en vez de caballos van montados en motocicletas. “Iron Horse / Born to Lose”, cantaba Lemmy Kilmister de Mötorhead.