Arnaud Charpentier: Teatro bicicleta y política

Arnaud Charpentier: Teatro bicicleta y política
Por:
  • alicia_quinones

Arnaud Charpentier es un director teatral de origen francés, egresado de la Universidad de Burdeos, donde colaboró con Georges Bigot del Théâtre du Soleil. Trabajó como actor en el Théâtre du Versant (Biarritz, Francia) durante seis años. De 2003 a 2009 dirigió la compañía La Biznaga Teatro en México, donde creó una serie de intervenciones teatrales en el Metro de la Ciudad, en una apuesta porque el teatro llegue a nuevos espacios y asuma responsabilidades políticas y sociales. Actualmente es director de la compañía Teatro Entre 2, una compañía franco mexicana fundada en la Ciudad de México en 2010 que ha desarrollado su propio estilo, que llaman “cine teatro”. Sus espectáculos son punto de encuentro de disciplinas artísticas como la pintura, la música y el teatro; pero sobre todo, esta compañía ha decidido intervenir de los espacios públicos y urbanos, muchas veces de manera sorpresiva. Su más reciente montaje, Red, Black & Silver, del dramaturgo Alejandro Román, recuerda la muerte del pintor norteamericano Jackson Pollock y se presenta en el Foro Un Teatro de la Ciudad de México.

¿En qué momento se encuentra Teatro Entre 2?

Afortunadamente la compañía se encuentra en un gran momento. Por un lado, sigue con las actividades afuera de las cajas negras, que es nuestra tarea principal, diaria: es decir, salir de los teatros, irrumpir en el espacio público. También continuamos con Arbolea, un proyecto de teatro bajo los árboles donde se llevan a cabo espectáculos multidisciplinarios. También tenemos la suerte de contar con nuevos estrenos, uno de ellos se llama La descarga, un espectáculo creado en el marco del Festival Internacional Cervantino y presentado en una ocasión en la Ciudad de México, así como el estreno de Red, Black & Silver.

¿Por qué ha decidido sacar al teatro de esa caja negra?

Primero porque soy un poco claustrofóbico, y paso mucho tiempo de mi vida adentro de los espacios cerrados, de los foros de ensayos de las salas. Los teatros son lugares cerrados y oscuros, y uno se vuelve claustrofóbico. Me encanta el oficio del teatro, el escenario, las luces, pero somos como ratones, viviendo de noche y a la luz de los proyectores de teatro. Esto es algo que comparto con los integrantes de la compañía, y por ello decidimos hacer proyectos afuera de las salas. Desde luego, esto es algo personal, pero hay otro problema mucho más profundo que es el público y el asunto político, y sobre todo la necesidad de que el arte no quede encerrado en las cajas blancas de los museos o en las cajas negras de los teatros. Desde que vivo en México siento que hay una necesidad de ir más allá de los recintos culturales, muchos de ellos alejados de la sociedad. El arte tiene que irrumpir en todos los ámbitos y lugares. El hecho de que los lugares artísticos estén tan aislados hace propicio que el artista se convierta en un ser apartado de la sociedad y no juegue su papel político.

 

"Después del teatro en bici surgió la idea de un teatro con conciencia ecológica, tema que me parece fundamental, sobre todo en la Ciudad de México.”

 

¿Cuál es ese papel político?

Yo defiendo que el teatro y el arte en general deben desempeñar un papel político. Tiene que estar presente, entre la gente. Desde 2007, con mi anterior compañía, La Biznaga Teatro, entendí que no solamente debíamos proponer obras que se adaptaran a espacios públicos, sino proponer experiencias artísticas concebidas para el espacio público. Con Teatro Entre 2, la primera que surgió fue la idea del teatro en bicicleta, con el título de Tragedia sobre ruedas, un espectáculo sin frenos, donde poníamos un verdadero cortejo nupcial en bicicletas, y la gente podía seguirnos tanto en bicicleta como a pie. Este espectáculo nació en 2014 y continúa en nuestro repertorio. Después del teatro en bici surgió la idea de un teatro con conciencia ecológica, tema que me parece fundamental, sobre todo en la Ciudad de México. Yo soy ciclista y sé que desde hace años la calidad del aire es mala y que se agravó muchísimo desde el cambio en el reglamento de tránsito de la ciudad. La calidad del aire está peor que nunca, entonces dejemos de aplazar el problema y pensar en que podemos salvar al planeta; primero podemos pensar en cómo salvar el aire que respiramos aquí y ahora. Por ello surgió la idea de hacer un espectáculo

sobre el árbol, pero también abajo del árbol, reconsiderado como un ser vivo y buscando dialogar sobre su importancia en nuestras vidas y en una ciudad como ésta. La idea es sacar al teatro de su recinto, pero también nos importa sacarlo de lo esperado y realizar un encuentro entre el teatro y otras disciplinas. Nosotros, por ejemplo, siempre trabajamos con música en vivo, con artes plásticas.

¿Cómo ha recibido el público estas propuestas que salen del teatro tradicional?

Creo que el público pide nuevas experiencias y quiere sorprenderse en su propia ciudad. Cuando hicimos intervenciones en el metro, hace diez años, nuestra expectativa era que la gente nos regalara sólo unos minutos de su tiempo porque iban a su trabajo o con prisa. Pero no fue así: la gente quería ver más, participar y actuar con nosotros, etcétera. A la gente le gusta ser sorprendida. Nunca tendríamos ese tipo de reacciones en un teatro de sala. La gente que no suele ir al teatro, que constituye la gran mayoría, es capaz de recibir cualquier experimento artístico y de responder. Entonces, para mí, se convierte en una experiencia interesante, porque si hacemos teatro destinado sólo para la misma gente, que está convencida de lo mismo que nosotros, no nos sirve de mucho. Queremos abrir nuevos caminos.

¿Qué le brinda el teatro a la gente?

Si la gente no va al teatro tendrá razones seguramente muy válidas, razones económicas o bien que han sido “vacunados” desde muy jóvenes. Luego hay una especie de pavor o respeto frente a lo cultural, como si fuera una estatua sagrada ante la cual no podemos irrumpir o atrevernos. Sin embargo, la gente que acude al teatro ha experimentado las emociones fuertes y más bellas que pueden existir, artística y humanamente hablando. El teatro es, antes que todo, un encuentro vivo, algo que nos recuerda lo vivos que estamos, lo profundamente humano del acto de convivir, de reunirse. Un evento teatral nunca está terminado. La belleza del arte teatral se da en

un solo momento, cuando todo convive en un momento irrepetible. Cada noche, el teatro es diferente.