Dr. Wagner: El mito trunco

Dr. Wagner: El mito trunco
Por:
  • carlos_velazquez

El pasado sábado por la noche, mientras el mundo entero hacía entripado por el fiasco

Mayweather vs. McGregor, el circo Dr. Wagner Jr. vs. Psycho Clown le rompía a México el corazón. El Galeno del Mal perdía la máscara contra un millenial miembro de la dinastía Alvarado: el hijo de Brazo de Plata.

Para nadie es un secreto que el deporte de la lucha libre no atraviesa por su mejor momento. Como espectáculo ha perdido mucho terreno dentro del gusto del público mexicano. Entre otras cosas por el relevo generacional, la tradición de inculcarle a los hijos la admiración por los luchadores se ha extinguido. Los retos a los que este deporte se tiene que enfrentar para atraer audiencia son cada vez mayores.

La identidad secreta de Wagner Jr., ahora sabemos que se llama Juan Manuel González Barrón, simbolizaba lo legendario. Al mostrar su rostro, Wagner Jr. ha perdido la oportunidad de sumar su nombre al panteón de los inmortales de la lucha libre. Un camino muy largo de recorrer, de acuerdo, pero que El Galeno del Mal ya llevaba aventajado. Por eso el enojo de sus seguidores y las acusaciones de que la pelea estaba arreglada.

En el combate en el que Villano V le arrebató la máscara frente a Blue Panther había algo de lo que carece la caída de Wagner Jr.: historia. Y sin embargo, la decisión de despojar de su capucha al Maestro Lagunero fue un error. Blue Panther, como ahora Wagner Jr., perdió lo enigmático. Y ahora parece uno más. Para luchar sin cubrirse el rostro hace falta

una personalidad tan poderosa como una

máscara misma. Y aunque el nombre de Panther estaba consagrado, ha dejado

de seducirnos como en el pasado. Todo indica que a Wagner Jr. le ocurrirá lo mismo. A menos que se reinvente como rudo.

Tiempo después Panther sería vengado por El Último Guerrero, su alumno. No es difícil suponer que este movimiento era con el fin de posicionar a la sangre joven. Como se presume ocurrió en el duelo Wagner Jr. vs Psycho Clown no había pagado ningún derecho de piso. Por eso el señalamiento de que El Galeno del Mal se había vendido. Pero aquí el dinero sale sobrando. Es obvio que Wagner Jr. recibió una suma importante por su tapa. No importa cuánto porque salió perdiendo. Dejó ir la oportunidad de subir al pedestal de los inmortales en el que se encuentra, entre otros, su padre.

Fuera de las estirpes Santo y Demon hay poco espacio para otros relatos dentro de la lucha libre. Wagner Jr. había escrito directamente el suyo sobre la lona. Y ahora ha sido borrado. Un movimiento mal calculado. El debut de El hijo del Dr. Wagner había conseguido algo que pocas castas de luchadores han conseguido: la continuidad. Juan Manuel González Barrón la ha interrumpido. Los grandes nombres que hicieron brillar a la lucha libre se apagan y son poco a poco sucedidos por los Psycho Clown, los Alebrije y otros tantos que parecen contradecir el espíritu mismo de la lucha libre con los motes y los trajes que emplean.

La lucha libre no está exenta de la modernización. Y es en pos de ella misma que el deporte ha cometido sus peores atrocidades. Es imposible resistírsele. Pero para todos los eternos enamorados de la lucha cada vez es más imposible identificarse con las nuevas “figuras”.

Wagner Jr. es lagunero. La región ha producido durante décadas a grandes exponentes del pancracio. Ángel Blanco, Gran Markus, Fishman, Stuka, Ángel Azteca, Blue Panther, Mano Negra, Halcón Suriano, Espanto I y II, Espanto Jr., y un largo etcétera. En un tiempo donde la popularidad de la lucha libre se había desplomado, La Laguna levantó la mano por el deporte. Wagner Jr. le inyectó vida con la modernización de su personaje. Sí, al eterno blanco de la máscara paterna le tuneó combinaciones de colores. Además de las campañas que realizó para atraer de

nuevo al público. Y no hablemos de su trabajo de promotor. Y lo que innovó en

materia de merchandising. Por todo lo anterior la derrota de Wagner Jr. duele. Nos cimbró como hace mucho no lo hacía una figura de los encordados.

A Wagner Jr. lo vi sin máscara un par de ocasiones. Ahí va, me decía. Y siempre sabía que fuera a donde fuera, a comprar pan francés, a bolearse los zapatos o a tomarse un agua Celis, daba lo mismo porque se dirigía hacia el mito. Era cuestión de tiempo para que ocupara uno de los lugares más altos dentro de los anales de la lucha libre. Pero el sábado pasado rompió con esa posibilidad para siempre. Si un día por casualidad me lo vuelvo a topar por la calle no pensaré: ahí va un mito, Wagner Jr., me diré: ahí va Juan Manuel González Barrón.